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Pregunta: ¿Por qué fue tan importante el altar mencionado en Josué 22:10-34?

Respuesta:
Después de la conquista de Canaán, mientras Josué aún estaba vivo, se construyó un altar que causó bastante revuelo y estuvo a punto de provocar una guerra civil en la recién fundada nación de Israel. Cuando Dios reveló la Ley de Moisés, Dios prohibió la construcción de altares diferentes a los que Él había ordenado (Deuteronomio 12:1–14). Sin embargo, las tribus en el lado este del río Jordán—Rubén, Gad, y la media tribu de Manasés—construyeron un altar en Josué 22. Como resultado, las tribus occidentales sintieron que se había violado la Ley e intentaron ir a la guerra contra su propio pueblo.

Las tribus occidentales reaccionaron de manera tan firme contra el altar de Josué 22 debido al mandamiento de Deuteronomio 13:12-16: "Si oyes decir que en alguna de las ciudades que el Señor tu Dios te da para habitar, han salido hombres indignos de en medio de ti y han seducido a los habitantes de su ciudad, diciendo: "Vamos y sirvamos a otros dioses" (a quienes no has conocido), entonces consultarás, buscarás y preguntarás con diligencia. Y si es verdad y se comprueba que se ha hecho tal abominación en medio de ti, ciertamente herirás a filo de espada a los habitantes de esa ciudad, destruyéndola por completo con todo lo que hay en ella, y también su ganado a filo de espada. Entonces amontonarás todo su botín en medio de su plaza, y prenderás fuego a la ciudad con todo su botín, todo ello como ofrenda encendida al Señor tu Dios; y será montón de ruinas para siempre. Nunca será reconstruida" (NBLA).

Los líderes de las tribus al oeste del Jordán siguieron esta ley al pie de la letra. En Josué 22 escucharon hablar de un altar; como no estaba autorizada por la ley mosaica la construcción de tal altar, las tribus occidentales sospecharon que el altar de Josué 22 representaba el comienzo de la idolatría. Afortunadamente, para todos los involucrados, las tribus occidentales investigaron la acusación para descubrir la verdad de la situación antes de ir a la guerra. Resultó que el altar construido por Rubén, Gad, y la media tribu de Manasés era un homenaje al Señor Dios. Las tribus orientales estaban separadas de sus hermanos por la geografía, pero querían demostrar su solidaridad espiritual. Habían construido el altar al este del Jordán para mostrar su conexión con el resto de los israelitas que vivían en la Tierra Prometida. El altar era un signo de unidad, no de rebelión.

Josué 22 concluye el asunto del sospechoso altar de buena manera: el sumo sacerdote, Finees, dice a Rubén, Gad y Manasés, "Hoy sabemos que el Señor está en medio de nosotros, porque no han cometido esta infidelidad contra el Señor. Ahora han librado a los israelitas de la mano del Señor" (Josué 22:31 − NBLA). Finees exoneró a las tribus orientales de todos los cargos de idolatría. Entonces, "el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad" (Josué 22:33).

El incidente del altar en Josué 22 señala la importancia de no sacar conclusiones apresuradas o hacer suposiciones no basadas en hechos. En la defensa que Nicodemo hace de Cristo ante el Sanedrín, enfatiza que la Ley no permite juicios apresurados: "¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?" (Juan 7:51; cf. Proverbios 18:13).

Más adelante en la historia de Israel, después de la muerte de Josué, la idolatría sí se convirtió en un problema para el pueblo de Dios. El Libro de los Jueces revela que la adoración a los ídolos pronto se volvió común entre los israelitas, lo que llevó al juicio de Dios sobre ellos. Sin embargo, en esta primera etapa de la posesión de la Tierra Prometida por Israel, buscaron rápidamente obedecer las leyes de Dios y preservar la unidad de las tribus (ver Salmo 133:1).

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