GotQuestions.org/Espanol




Pregunta: ¿Cuál era la importancia del altar del incienso?

Respuesta:
El altar del incienso se menciona por primera vez en el capítulo 30 del Éxodo como uno de los elementos dentro del Lugar Santo del tabernáculo. La parte superior del altar era cuadrada -un codo por lado- y todo el altar tenía una altura de dos codos. Un codo era aproximadamente veinte pulgadas, o un poco menos de dos pies. El altar del incienso era de madera de acacia y estaba recubierto de oro. Tenía cuatro "cuernos", uno en cada esquina, similares a los del altar del sacrificio del atrio (Éxodo 30:2; cf. 27:2). El altar tenía anillos de oro para poder transportarlo con varas de madera de acacia que se deslizaban a través de los anillos. El altar del incienso se colocaba delante del velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Al otro lado del velo estaba el Arca del Testimonio, donde se hallaba la presencia de Dios (Éxodo 25:22).

A Aarón se le ordenó que quemara incienso en el altar cada mañana y al atardecer, todos los días, como ofrenda regular al Señor (Éxodo 30:7-8). Dios dio la receta para hacer el incienso y estipuló que nunca se quemara otro incienso sobre el altar (versículos 34-38). El fuego que se utilizaba para quemar el incienso se sacaba siempre del altar de los holocaustos, fuera del santuario (Levítico 16:12). El altar del incienso nunca se utilizaba para un holocausto, una ofrenda de grano o una libación (Éxodo 30:9). Una vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote debía poner sangre en los cuernos del altar del incienso para purificarlo. Al altar del incienso se le llamaba "Santísimo es al Señor" (versículo 10, NBLA).

Por supuesto, el principal deseo de Dios para Su pueblo es que sea santo. El mero cumplimiento de los rituales que exigía la Ley -incluida la quema de incienso en el altar del incienso- no bastaba para que los israelitas estuvieran bien con Dios. El Señor quería que sus corazones y sus vidas fueran rectos, no solo sus formalidades. En la época de Isaías, el pueblo era desobediente a Dios, pero seguía manteniendo los ritos del templo, y por eso Dios dijo a través del profeta: "No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación" (Isaías 1:13). Más importante que quemar el incienso adecuado en el momento adecuado, con el fuego adecuado y con los instrumentos adecuados, era tener un corazón correcto ante Dios.

En las Escrituras, el incienso está muchas veces relacionado con la oración. David oró: "Suba mi oración delante de ti como el incienso" (Salmo 141:2). En su visión del cielo, Juan vio que los ancianos alrededor del trono "tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos" (Apocalipsis 5:8; cf. 8:3). Mientras el sacerdote Zacarías ofrecía incienso en el templo en Lucas 1:10, "toda la multitud del pueblo estaba fuera orando".

Así pues, el altar del incienso puede considerarse un símbolo de las oraciones del pueblo de Dios. Nuestras oraciones ascienden a Dios como ascendía el humo del incienso en el santuario. Así como el incienso se quemaba con el fuego del altar de los holocaustos, nuestras oraciones deben encenderse con la gracia del cielo. El hecho de que el incienso estuviera siempre ardiendo significa que debemos orar siempre (Lucas 18:1; 1 Tesalonicenses 5:17). El altar del incienso era santo para el Señor y se expiaba con la sangre del sacrificio; es la sangre de Cristo aplicada a nuestros corazones la que hace aceptables nuestras oraciones. Nuestras oraciones son santas por el sacrificio de Jesús y, por tanto, agradables a Dios.

El altar del incienso también se puede ver como una imagen de la intercesión de Cristo. Así como el altar del sacrificio en el atrio era un tipo de la muerte de Cristo a nuestro favor, el altar del incienso en el Lugar Santo era un tipo de la mediación de Cristo por nosotros: la obra de Cristo en la tierra y en el cielo. El altar del incienso estaba situado delante del propiciatorio del Arca, una imagen de la presencia de nuestro Abogado ante el Padre (Hebreos 7:25; 9:24). El incienso debía arder continuamente en el altar del incienso, lo que muestra la naturaleza perpetua de la mediación de Cristo. La intercesión de Cristo en nuestro favor es un aroma agradable para Dios.

Es hermoso saber que Dios considera las oraciones de los creyentes como un incienso de olor grato. Gracias a Cristo, ahora podemos entrar en la santa presencia de Dios por la fe, con plena seguridad (Marcos 15:38; Hebreos 4:16). Ofrecemos nuestras oraciones sobre el altar, confiando en Jesús, nuestro eterno, perfecto y fiel Sumo Sacerdote (Hebreos 10:19-23).

© Copyright Got Questions Ministries