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Pregunta: ¿Qué significa que el amor sea sin fingimiento (Romanos 12:9)?

Respuesta:
Según el apóstol Pablo, una marca distintiva de los verdaderos creyentes es: "El amor sea sin fingimiento" (Romanos 12: 9), porque el amor y el fingimiento son actitudes incompatibles.

La palabra griega que se traduce "sin fingimiento" (anypokritos) ilustra un amor sinceramente sentido o expresado, no fingido. Los cristianos deben demostrar amor genuino. "No finjan amar a los demás; ámenlos de verdad", dice Romanos 12:9 en la Nueva Traducción Viviente.

En 1 Timoteo 1:5, Pablo insta a que todos los creyentes "sean llenos del amor que brota de un corazón puro, de una conciencia limpia y de una fe sincera" (NTV). Según el apóstol Pedro, el llamado del creyente a la santidad exige que se amen unos a otros profunda y fervientemente: "ustedes quedaron limpios de sus pecados, por eso ahora tienen que amarse unos a otros como hermanos, con amor sincero. Ámense profundamente de todo corazón" (1 Pedro 1:22, NTV).

¿Cómo podemos dejar que el amor sea sin fingimiento en la práctica diaria de vivir en relación con otros creyentes? El amor sincero se basa en el carácter de Dios, cuya naturaleza es el amor (1 Juan 4:8, 16). Dejamos que nuestro amor sea sin fingimiento cuando amamos como Él lo hace-cuando replicamos el amor de Dios como se demostró en la vida de Su Hijo. Dios nos mostró cómo vivir y amar como Él en la persona de Jesucristo.

El amor sin fingimiento es incondicional. Dios nos ama tal como somos. No tenemos que limpiar nuestra conducta para que Él nos ame: "Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores" (Romanos 5:8, NTV). Él nos amó primero, aunque no mereciéramos Su amor (1 Juan 4:19; Efesios 2:4-6). Para emular el amor de Dios, debemos amar a las personas que no lo merecen, que no nos aman y que son rebeldes, tal como éramos nosotros cuando Dios nos amó por primera vez. Puesto que nada puede separarnos del amor de Dios (Romanos 8:38-39), no debemos permitir que nada nos separe de amar a los demás (Romanos 13:8).

El amor sin fingimiento es sacrificado. "Conocemos lo que es el amor verdadero, porque Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos" (1 Juan 3:16, NTV). El amor genuino significa querer lo mejor para los que amamos. Si vemos a un hermano o a una hermana necesitados, hacemos todo lo posible por satisfacer esa necesidad. El amor sin fingimiento se demuestra no solo "de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1 Juan 3:16-18; ver también 3 Juan 1:5-6).

El amor sin fingimiento es humilde. La Escritura nos enseña a tratar a los demás mejor de lo que queremos que nos traten a nosotros: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros" (Filipenses 2:3-4). Pablo nos insta: "servíos por amor los unos a los otros" (Gálatas 5:13). Jesús nos enseñó en Su gran Sermón del Monte a poner la otra mejilla cuando hemos sido agraviados (Mateo 5:38-42) e incluso a amar a nuestros enemigos (Mateo 5:43-48).

El amor sin fingimiento se ajusta a la Palabra de Dios (Juan 14:15; 2 Juan 1:6). Jesucristo, motivado por el amor, dejó Su hogar en la gloria para obedecer el llamado de Su Padre para venir a vivir entre nosotros y sufrir y morir en la cruz para salvarnos (Filipenses 2:6-8). Él dijo: "Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (Juan 15:9-10).

La Palabra de Dios y la vida de Jesucristo revelan un cuadro completo y perdurable de cómo debemos amar sin fingimiento. Quizá la descripción más rica y detallada se encuentra en 1 Corintios 13:4-8: "El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia. La profecía, el hablar en idiomas desconocidos, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!". (NTV).

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