Pregunta: "¿Cómo puede un cristiano superar la ansiedad en la vida social?"
Respuesta:
Los problemas de ansiedad, como la mayoría de los problemas mentales, tienen un cierto nivel de gravedad. Para algunas personas, el problema de la ansiedad se controla con relativa facilidad, mientras que para otras el trastorno se vuelve incapacitante. No importa qué tan grave se encuentre un cristiano que sufre un problema de ansiedad, él o ella puede encontrar en Dios la ayuda y esperanza.
La ansiedad se presenta por varias razones, incluyendo algunas dificultades físicas. Dependiendo del problema, el tratamiento puede incluir técnicas de autoayuda, terapia profesional, medicación o una combinación de todo. Obviamente, la oración, la lectura de la Palabra de Dios y el compañerismo cristiano serán importantes para superar la ansiedad en la vida social; todas estás son cosas en las que todo cristiano debería estar comprometido. Pero que la terapia psicológica es normalmente el mejor tratamiento para los problemas de ansiedad, nos muestra que la verdadera batalla está en la mente. La Biblia enseña que los cristianos pueden controlar cómo pensar y en qué pensar, porque Dios nos ha dado el Espíritu Santo para que nos enseñe esas cosas (Juan 14:26-27). La mayoría de las personas nunca piensan que pueden controlar sus pensamientos en gran parte. No obstante, con la práctica, la oración y la ayuda de Dios, se puede ganar la batalla o, por lo menos, hacer que la ansiedad sea controlada (ver Filipenses 4:7). Sabemos que el miedo no está incluido en el plan de Dios para con Sus hijos (2 Timoteo 1:7).
La ansiedad en la vida social es un tipo específico de trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo excesivo a estar en lugares públicos. A menudo, la persona que padece el problema de ansiedad en la vida social cree que los demás la examinan con una mirada que la juzga. O puede tener miedo de hacer algo mal o cometer un error en la vida social. Las personas que tienen este problema son muy inseguras de sí mismas y tienen un miedo constante a quedar mal. Dado que las personas con ansiedad en la vida social suelen ser perfeccionistas, algo importante que deben aprender es que nadie es perfecto, excepto Jesucristo (1 Pedro 2:22). La cultura occidental ha bombardeado a las personas con la falsa idea de que la perfección se puede alcanzar si se tiene una cierta apariencia, se posee una cierta cosa o se tiene una cierta carrera. Los que no cumplen con estos estándares a veces son vistos como, o se ven a sí mismos como, indignos socialmente. La Biblia nos dice que ninguna de estas cosas le importa a Dios; Él mira el corazón (1 Samuel 16:7). Los que sufren de ansiedad en la vida social deben darse cuenta de que no son perfectos, y que tampoco los demás lo son (Romanos 3:23). En vez de sujetarse a un nivel inalcanzable y vivir como su peor y constante crítico, los que sufren de ansiedad en la vida social tienen que aprender a aceptar el perdón en Cristo y mirar a Su justicia. Vivir de acuerdo a las normas de la sociedad no es lo que hace que una persona sea aceptada; ser un hijo de Dios es lo que importa.
El principio de la siembra y la cosecha se encuentra en toda la Biblia y está activo en nuestra vida cotidiana (Gálatas 6:7; Proverbios 11:18). Jesús dijo: "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados" (Lucas 6:37). Para la persona que sufre ansiedad en la vida social, parece que todo el mundo quiere juzgarle o que todo el mundo es consciente de todos sus defectos. Esto suele deberse a que él mismo tiene una mirada crítica y ha gastado demasiada energía centrada en las opiniones de los demás. Como la persona con ansiedad social es crítica consigo misma e hipersensible con los demás, asume que los demás tienen el mismo pensamiento. Cuando sembramos una actitud de perdón, amor y misericordia hacia los demás, cosecharemos lo mismo (Lucas 6:38). También necesitamos sembrar esta actitud hacia nosotros mismos. Cuando aprendemos a aceptarnos tal y como Dios nos ha hecho y a buscar sólo en Él la aceptación y el perdón, podemos sentirnos más cómodos con nosotros mismos. Cuanto más cómodos estemos siendo nosotros mismos, más cómodos nos sentiremos socialmente y más agradables seremos para los demás. También podemos acudir a Dios en situaciones de la sociedad. A medida que aprendemos a confiar más en Él y a conocerlo mejor, nos hacemos más conscientes de Su presencia y podemos confiar en Su Espíritu Santo para que nos lleve a través de situaciones sociales difíciles.
Muchas personas que sufren ansiedad en la vida social han sido víctimas de algún trauma o de un padre abusivo y cruel. Tales circunstancias pueden llevarnos a desarrollar ciertas actitudes en nosotros mismos y los demás sin ni siquiera saberlo. Aunque las soluciones anteriores son útiles para estas personas, también es importante que nos esforcemos por eliminar las actitudes que tenemos hacia nosotros mismos. Cuando sabemos cómo nos vemos a nosotros mismos, podemos mostrarlo a la luz de la verdad de Dios y buscar lo que Él quiere. Él puede sanar los traumas y traer verdad a las mentiras. Para los que experimentan una ansiedad en la vida social extrema, sería bueno reunirse con un consejero cristiano para que les ayude a mejorar. Por último, podemos depender del Espíritu Santo para que nos consuele en nuestro dolor, nos guíe a la verdad (Juan 14:25-27; 16:33) y produzca Su fruto en nuestras vidas (Gálatas 5:22-23).
Para aquellos que luchan con la ansiedad en la vida social y la vergüenza extrema, animamos a una visión bíblica de sí mismo. Como creyentes, somos amados (Romanos 5:8), somos aceptados (Efesios 1:6) y no estamos condenados (Romanos 8:1). Al estar seguros en Cristo, tenemos la libertad de alcanzar a otros y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:33).