Pregunta: ¿Qué quiso decir Dios cuando dijo: "Antes que te formase en el vientre te conocí", en Jeremías 1:5?
Respuesta:
El llamado del profeta Jeremías incluyó estas palabras del Señor que cambiaron su vida: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones" (Jeremías 1:5).
La palabra hebrea que se traduce como "formase" en Jeremías 1:5 es el mismo verbo que se utiliza en Génesis 2:7 como parte del acto creativo de Dios al formar a Adán, el primer ser humano, del polvo de la tierra. Por lo general, el término se utiliza para describir el proceso de un alfarero para moldear la arcilla y convertirla en una cerámica única y útil, como en Jeremías 18:2-4. Un alfarero experto conoce la creación que planea formar antes de sentarse a trabajar en la rueda, del mismo modo que Dios conocía a Jeremías antes de empezar a darle forma en el vientre de su madre. Dios había puesto Sus ojos en Jeremías con planes de crearlo de manera única para que fuera un portavoz de la Palabra del Señor.
El verbo hebreo traducido "conocí" en Jeremías 1:5 significa más que mero conocimiento intelectual. Se utiliza para describir la más íntima de las relaciones. Antes de que Jeremías fuera concebido en el vientre de su madre, el Señor pensaba en él de una forma profundamente personal. Incluso antes de la concepción y el nacimiento de Jeremías, Dios lo eligió para ser apartado como ministro de la Palabra de Dios a las naciones.
Antes de su nacimiento, Jeremías había sido "apartado", lo que significa que fue "santificado, hecho santo, consagrado". Este "apartar" indica la dedicación de un objeto o individuo a un uso específico. En la Biblia, las personas o los objetos "apartados" para uso de Dios incluyen el día de reposo (Éxodo 16:23; 20:8), el tabernáculo y su mobiliario (Éxodo 29:44; 40:9), y los sacerdotes (Éxodo 29:1; 30:30). Dios conocía a Jeremías íntimamente antes de la concepción. Puso Su marca sobre él en el vientre materno, reservándolo para la tarea específica de un profeta.
Dios también formó al profeta Isaías "desde el vientre para ser su siervo" (Isaías 49:5). El salmista lo reconoció: "Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios" (Salmo 22:10). Y el apóstol Pablo testificó que Dios "me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia" (Gálatas 1:15).
Así como el Señor puso Sus ojos en Jeremías, eligiéndolo para que fuera profeta, también Pablo enseñó que Dios puso Su amor en nosotros: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó" (Romanos 8:29-30). El propósito de Dios al llamar a las personas a la salvación es que sean conformadas a la imagen de Su Hijo (Filipenses 3:21; 1 Corintios 15:49; Colosenses 3:10; 1 Juan 3:2). Así como el Señor le dijo a Jeremías: "Antes que te formase en el vientre te conocí", hoy nos dice a nosotros: "Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él" (1 Corintios 8:3).
Jeremías oyó decir al Señor: "Antes que te formase en el vientre te conocí", cuando el profeta recibía su llamado. Al principio, Jeremías respondió con dudas. "Oh Señor Soberano—respondí—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!". (Jeremías 1:6, NTV). Jeremías se sentía inadecuado, torpe y demasiado inexperto para ser el embajador de Dios. Pero el Señor tranquilizó a Jeremías, animándole simplemente a ser fiel. "No tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte, declara el Señor" (Jeremías 1:8, NBLA).
Dios tocó a Jeremías, poniendo Sus palabras en su boca (Jeremías 1:9), y desde entonces el profeta nunca dudó de la autenticidad de su llamado. La experiencia cambió a Jeremías para siempre. A lo largo de su vida, Jeremías proclamó la Palabra del Señor a Judá, y su ministerio se extendió a las naciones gentiles.
Como creyentes, podemos saber que Dios es el diseñador maestro de nuestras vidas. Él es el alfarero que moldea, da forma y diseña el propósito y el destino de nuestra historia. Todos hemos sido formados por Su mano (Isaías 64:8). Dios nos conocía íntimamente antes de formarnos en el vientre materno. Nos eligió en Cristo. Él estará siempre con nosotros para cumplir Su propósito a través de nuestras vidas: "Pues Dios nos salvó y nos llamó para vivir una vida santa. No lo hizo porque lo mereciéramos, sino porque ese era su plan desde antes del comienzo del tiempo, para mostrarnos su gracia por medio de Cristo Jesús" (2 Timoteo 1:9, NTV; ver también Romanos 8:28; Efesios 1:11).