Respuesta:
La apocatastasis (también apokatastasis) es la creencia de que todos y todo experimentará una restitución final. La palabra apocatastasis es una transliteración de una palabra griega que significa "restauración". La apocatastasis implica una creencia en la salvación universal, pero va más allá para incluir una reconciliación total de todo el universo con Dios. Algunas formas de apocatastasis incluso abarcan la "salvación" de Satanás, creyendo que se restaurará a su posición original, antes de la caída.
Los defensores de apocatastasis señalan el uso único de la palabra en la escritura: "a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración [apocatastasis] de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
" (Hechos 3:21). A esto agregan 1 Timoteo 2:4 (Dios "quiere que todos los hombres sean salvos") y Efesios 1:9–10 (El propósito de Dios es "reunir todas las cosas en Cristo, las que están en los cielos, y las que están en la tierra"). Otro pasaje usado en apoyo de apocatastasis es Colosenses 1:19–20: "por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.".
Si Dios desea que todos sean salvos, si todas las cosas deben ser llevadas a un estado de "restauración" y "unidad", y si "la misericordia triunfa sobre el juicio" (Santiago 2:13), entonces ¿no significa eso que todos serán salvados al final? Según los defensores de apocatastasis, la respuesta es "sí".
La doctrina de la apocatastasis sostiene que el infierno no es eterno; el lago de fuego no está destinado a castigar sino a corregir a los malvados. El infierno es un fuego de purificación. Una vez que han sido corregidos, sin importar cuánto tiempo tome, se les permite participar de la eterna bienaventuranza en algún nivel y todos existirán en un estado de paz y unidad. Todos participarán en la redención de Cristo y, al final, no quedará ningún rebelde; todo el mal será purgado de la creación. La bondad y santidad de Dios prevalecerán y nunca volverá a surgir nada discordante para causar problemas. La perfección residirá eternamente, hasta los rincones más remotos del universo.
La apocatastasis fue enseñada desde el principio por Gregorio de Nisa, Clemente de Alejandría y Orígenes. Más tarde, fue una creencia sostenida por los Hermanos Moravos, los Cristadelfianos y muchos anabaptistas; hoy, vemos un resurgimiento de apocatastasis liderado por maestros como Rob Bell y Richard Rohr, y las creencias de apocatastasis se encuentran en el Universalismo Bíblico y otros grupos que enseñan la salvación universal.
La doctrina de la apocatastasis fue condenada como herejía en el Segundo Concilio de Constantinopla en 553 d.C. También se opusieron a la apocatastasis Agustín, Jerónimo y Lutero, y nunca se ha enseñado ampliamente en la mayoría de las tradiciones cristianas.
En contra de la apocatastasis están versos como Juan 3:16-18 y 1 Juan 5:12, que definen explícitamente la diferencia entre aquellos que "tienen vida" y aquellos que están condenados. Juan 3:36 deja claro que "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él". En Mateo 25:46, Jesús señala dos destinos eternos distintos. Donde permanece la desobediencia, permanece la ira de Dios (Romanos 1:18; 2:5; Colosenses 3:6; Efesios 5:6), y según Hebreos 9:27, no hay segundas oportunidades después de la muerte.
El castigo de los malvados en el infierno se describe a lo largo de las Escrituras como "fuego eterno" (Mateo 25:41), "fuego que nunca se apagará" (Mateo 3:12), "vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:2), un lugar donde "el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:44–49), un lugar de "tormento" e "infierno" (Lucas 16:23–24), "eterna perdición" (2 Tesalonicenses 1:9), un lugar donde "el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 14:10-11), y un "lago de fuego ardiendo con azufre" donde los malvados son "atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 20:10). Es difícil evitar la implicación de que el tormento del infierno dura para siempre.