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Pregunta: ¿Qué significa "beber agua de tu propia cisterna" (Proverbios 5:15)?

Respuesta:
La literatura de sabiduría bíblica contiene mucho lenguaje figurado. En Proverbios 5:15-20, Salomón compara simbólicamente el agua que sustenta la vida natural con la intimidad sexual que mantiene la pasión y la conexión emocional en la vida amorosa matrimonial. Advierte contra la infidelidad sexual, aconsejando a las parejas: "Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo" (versículo 15).

En las áridas condiciones de la antigua Jerusalén, mantener una fuente de agua fresca era fundamental para la vida. Los hogares solían utilizar pozos o recoger y almacenar el agua de lluvia en cisternas subterráneas. Al igual que los pozos, las cisternas se revestían con piedra caliza parecida al yeso para evitar filtraciones, o se excavaban en la roca. Debido a la escasez de agua, las cisternas debían vigilarse muy de cerca y mantenerse con cuidado. Naturalmente, era preferible beber del propio suministro privado que transportar agua de un pozo o arroyo público. Y, por supuesto, estaba prohibido robar agua del suministro de otra persona.

En el contexto de Proverbios 15:5, que un hombre beba agua de su propia cisterna, es que comparta el amor sensual solo con su mujer: "¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales teniendo sexo con cualquiera? Deben reservarla solo para los dos; jamás la compartan con desconocidos. Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti" (Proverbios 5:16-18, NTV). Del mismo modo que derramar agua preciosa en la calle, el adulterio es desperdiciar el amor de uno mismo con extraños.

El mandamiento de beber agua de tu propia cisterna prohíbe la infidelidad conyugal en cualquiera de sus formas. La intimidad sexual debe guardarse exclusivamente para el gozo, el placer y la realización del amor entre marido y mujer (Hebreos 13:4). Salomón emplea imágenes similares en el Cantar de los Cantares: "Tú eres mi jardín privado, tesoro mío, esposa mía, un manantial apartado, una fuente escondida. . . . Tú eres una fuente en el jardín, un manantial de agua fresca que fluye de las montañas del Líbano" (Cantares 4:12, 15, NTV). Dios bendice la intimidad sexual, pero se trata de un "jardín privado", un "manantial apartado" y una "fuente escondida" para disfrutar, apreciar y compartir solo por parejas casadas y no en cualquier otra relación.

Dios diseñó el sexo no solo para la procreación, sino también para el refrigerio y el placer que deben experimentar dos personas en el pacto del matrimonio (Génesis 1:28; 2:18, 23-24; Mateo 19:4-6; 1 Corintios 7:32-34; Cantares 4:16-5:1, 19). La intimidad física es un don de Dios para fortalecer el vínculo emocional de la pareja casada. En la metáfora de Salomón, la intimidad sexual en el matrimonio es como una bebida satisfactoria de agua pura y fresca de manantial. Pero cometer adulterio es como robar el agua de otra persona o ingerir agua contaminada de una zanja de drenaje o alcantarilla.

La locura, personificada como una mujer inmoral, equipara el sexo extramatrimonial al agua robada o a la comida a escondidas: "¡El agua robada es refrescante; lo que se come a escondidas es más sabroso!". (Proverbios 9:17, NTV). Salomón hace una advertencia a los que hacen caso a la Locura: "Pero lo que menos se imaginan es que allí están los muertos. Sus invitados están en lo profundo de la tumba" (Proverbios 9:18, NTV). Al principio, el sexo fuera de los límites del matrimonio puede parecer excitante y placentero, pero acaba contaminando y destruyendo a todo el que participa en él (Proverbios 6:20-35).

La Biblia enseña que Dios es el manantial supremo de agua viva, una fuente que salta hasta la vida eterna (Jeremías 17:13; Juan 4:10-26; 7:37). En las Escrituras proféticas, la infidelidad a Dios se compara con el adulterio, utilizando una metáfora similar: "Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua" (Jeremías 2:13).

Jesús intensificó aún más la instrucción de beber agua de tu propia cisterna. Dijo que incluso mirar con lujuria o fantasear con alguien que no sea tu cónyuge es lo mismo que cometer adulterio (Mateo 5:27-28). Pablo enseñó a las parejas casadas que sus cuerpos (incluyendo sus corazones, mentes y ojos) pertenecen exclusivamente el uno al otro (1 Corintios 7:3-4). Toda la energía sexual del hombre debe concentrarse en su esposa, y todo el deseo sexual de la mujer debe dirigirse a su esposo.

Cuando un marido y su mujer son fieles a su pacto, se aman desinteresadamente como Cristo ama a la Iglesia. También se aman de forma exclusiva, sin buscar nunca la satisfacción sexual en ningún otro lugar (Efesios 5:22-33).

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