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Pregunta: ¿Tenemos que buscar al Señor de madrugada (Salmo 63:1)?

Respuesta:
El Salmo 63 comunica el profundo amor del rey David por Dios. Tan profundo era su deseo de comunión íntima con el Señor que, incluso en el desierto, David lo anhelaba más que el agua:

"Dios, Dios mío eres tú;

De madrugada te buscaré;

Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,

En tierra seca y árida donde no hay aguas" (Salmo 63:1).

La frase traducida "De madrugada te buscaré" en la versión Reina-Valera 1960 se traduce de manera diferente en la mayoría de las traducciones modernas. Por ejemplo: "te busco intensamente" (NVI), "te buscaré con afán" (NBLA), y "de todo corazón te busco" (NTV). En el original hebreo, el concepto de buscar en el Salmo 63:1 se refiere a una búsqueda diligente y de todo corazón que implica un fuerte deseo centrado en desarrollar una relación con el objeto deseado. Buscar al Señor temprano por la mañana puede ser el resultado de nuestro anhelo ferviente de tener comunión con Dios, pero no existe ningún requisito bíblico sobre cuándo debemos buscarlo.

En otra ocasión, David declara: "Busquen al Señor y Su fortaleza; Busquen Su rostro continuamente" (1 Crónicas 16:11, NBLA). Buscar al Señor en la oración es algo que los creyentes deben hacer en todo momento, continuamente y sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17; ver también Colosenses 1:9-12). Epafras oraba "siempre" y "encarecidamente" por los colosenses (Colosenses 4:12). En Lucas 18:1-8, Jesús cuenta la parábola de la viuda insistente para mostrar a Sus discípulos "sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar" (versículo 1).

Buscar al Señor en oración no consiste en marcar todas las casillas correctas. Se trata más bien de desarrollar una relación viva, dinámica y espontánea con Dios, nuestro Padre. Muchos cristianos se quedan muy enredados en las reglas. Quieren saber: "¿Cuándo debo orar? ¿Debo orar temprano en la mañana o tarde en la noche? ¿Con qué frecuencia debo orar? ¿Debo sentarme o levantarme? ¿Qué palabras son apropiadas para decir?". Jesús puso fin a todas estas preocupaciones cuando respondió a las preguntas de la samaritana sobre la adoración: "Pero se acerca el tiempo—de hecho, ya ha llegado—cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad" (Juan 4:23-24, NTV).

Buscar al Señor no es una cuestión de cuándo, dónde y cómo. Es una cuestión del corazón. Cualquier momento es el adecuado para acercarse a Dios en oración (Hechos 17:27; Santiago 4:8). Si oramos y buscamos al Señor sinceramente, de corazón, Él promete escucharnos (1 Juan 5:14-15). Su invitación siempre está abierta. Jesús nos da la bienvenida para que vengamos, liberemos nuestras pesadas cargas y encontremos descanso en Su presencia (Mateo 11:28).

A diferencia de algunas religiones que estipulan la oración en determinados momentos y en posturas específicas, la Biblia no menciona tales regulaciones formales. Hacerse la pregunta: "¿Tenemos que buscar al Señor temprano por la mañana?", es similar a preguntarse: "¿Tengo que hablar con mi cónyuge o mis hijos temprano por la mañana?". Buscamos al Señor por nuestro deseo de tener una comunión íntima con Él, del mismo modo que hablamos con nuestros seres queridos como parte de nuestras relaciones naturales e interpersonales entre los miembros de la familia.

Podemos buscar al Señor temprano por la mañana (Salmo 5:3; Génesis 28:18-22; 1 Samuel 1:19; 2 Reyes 6:15-17; Salmo 88:13; 92:1-2; Marcos 1:35), tarde por la noche (Salmo 141: 1-2; Génesis 24:63; 2 Crónicas 7:11-12; Esdras 9:5-15; Salmo 42:8; Mateo 14:23; Lucas 6:12), y en cualquier momento entre medio (Salmo 55:17; Daniel 6:10; Hechos 3:1; 1 Timoteo 5:5). El apóstol Pablo dijo que oraba muchas "veces" y "día y noche" (Romanos 1:9-10, NTV; ver también 2 Timoteo 1:3). "Día y noche oramos con fervor por ustedes, pidiéndole a Dios que nos permita volver a verlos y completar lo que falte en su fe", escribió Pablo a los creyentes de Tesalónica (1 Tesalonicenses 3:10, NTV).

En lugar de ver la oración como una obligación que cumplir, David nos recuerda en el Salmo 63: 1 que veamos nuestro tiempo en comunión con el Señor como un profundo privilegio. En lugar de preguntarnos: "¿Tengo que buscar al Señor temprano en la mañana?", comenzaremos a pensar: "¡Wow, tengo la oportunidad de buscar al Señor temprano en la mañana!", o "¡No veo la hora de buscar al Señor temprano por la mañana!".

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