Pregunta: ¿Cómo podemos seguir los caminos de Dios (Salmo 128:1)?
Respuesta:
La Biblia promete bendiciones a todas las personas que andan por los caminos de Dios: "Bienaventurado todo aquel que teme al Señor, que anda en Sus caminos" (Salmo 128:1). Básicamente, el mensaje de este pasaje es el tema central de todo el libro de los Salmos. Dios favorece a quienes lo reverencian y honran y viven en obediencia diaria a Su Palabra, voluntad y caminos (Salmo 1:1; 94:12; 112:1; 119:1-2).
¿Qué significa andar en los caminos de Dios? En la práctica, ¿cómo podemos lograrlo? En el original hebreo, la palabra que se traduce como "andar" en el Salmo 128:1 significa "vivir o comportarse de una manera específica". La reverencia a Dios se expresa en acciones y comportamientos (Eclesiastés 12:13; 2 Corintios 7:1). Aquellos que genuinamente adoran y sirven al Señor Dios Todopoderoso dedicarán sus vidas a Él no sólo con palabras sino también obedeciendo Sus mandamientos.
Los israelitas fueron llamados a "andar en obediencia", "vigilar cómo viven" y "caminar fielmente" ante el Señor en verdad e integridad (Deuteronomio 5:33; 1 Reyes 2:3-4; 2 Crónicas 7:17). Moisés aclaró al pueblo en el desierto el concepto de caminar por los caminos de Dios: "Y ahora, Israel, ¿qué requiere el Señor tu Dios de ti? Solo requiere que temas al Señor tu Dios, que vivas de la manera que le agrada y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma. Debes obedecer siempre los mandatos y los decretos del Señor que te entrego hoy para tu propio bien" (Deuteronomio 10:12-13, NTV).
La Biblia es la hoja de ruta definitiva para andar por los caminos de Dios (Salmo 119:105). Las Escrituras iluminan la senda por la que andan nuestros pies, guiando nuestro camino en este mundo (Proverbios 6:23). Andar por los caminos de Dios describe un estilo de vida en el que cada día se busca conocer a Dios y se vive en obediencia a Su voluntad. Significa deleitarse en el Señor, meditar en Su Palabra y descubrir Su voluntad (Salmo 1:1-2; 40:8).
Los que andan en los caminos de Dios eligen comportamientos que le agradan. Ellos "andan por fe, no por vista" (2 Corintios 5:7). Caminan "como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios" (Colosenses 1:10). Desean conocer el corazón del Señor y buscan sincera y continuamente una relación cada vez más profunda con Dios.
Jesús siguió los caminos de Dios como un ejemplo perfecto para nosotros (Mateo 26:39; Juan 14:31; Filipenses 2:8). Nos mostró que la obediencia y el amor van de la mano: "Amar a Dios significa obedecer sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga difícil de llevar" (1 Juan 5:3, NTV; ver también Juan 14:15). El apóstol Juan cita la obediencia como la prueba de nuestro amor a Dios expresado a través de vivir para Él: "pero los que obedecen la palabra de Dios demuestran verdaderamente cuánto lo aman. Así es como sabemos que vivimos en él" (1 Juan 2:5, NTV).
Andar por los caminos de Dios es una metáfora de seguir a Dios y vivir para Él. Jesús dijo a Sus discípulos: "Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme" (Lucas 9:23, NTV). Caminar por los caminos de Dios tiene un costo: renunciar a nuestros propios caminos. Implica la muerte al yo. En tiempos de Jesús, la cruz representaba la muerte. Cuando Jesús dijo: "Tomen su cruz, los discípulos entendieron lo que quería decir: que tenían que estar dispuestos a morir para seguirlo. Significaba renunciar a la voluntad propia y a la ambición egoísta. Jesús explicó: "Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás" (Lucas 9:24, NTV).
Caminamos en los caminos de Dios cuando hacemos lo que Él quiere que hagamos. Entregamos nuestras vidas al Señor por todo lo que Él ha hecho por nosotros; ofrecemos nuestros cuerpos "sacrificio vivo, santo, agradable a Dios", y este es nuestro "culto racional" (Romanos 12:1). El apóstol Pablo exhorta a los creyentes: "Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante" (Efesios 5:2).
Los creyentes pueden andar en los caminos de Dios porque "andan en la luz" del Señor Jesucristo, que es la luz (1 Juan 1:7). El Espíritu de Dios los capacita para "andar por el Espíritu", obedecer Su Palabra y vivir de una manera que lo honre y agrade (Gálatas 5:16; Ezequiel 36:27; Romanos 8:4-5). En el futuro reino de los cielos, todos los creyentes caminarán bajo la luz de la gloria de Dios y la luz del Cordero (Apocalipsis 21:23-24).