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Pregunta: Si Mateo 6:31 es cierto, ¿por qué millones de personas no tienen nada para comer, beber o vestir?

Respuesta:
En el Sermón del Monte, Jesús dice: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas" (Mateo 6:31-32). Para comprender este pasaje, es importante identificar lo que Jesús no está enseñando y lo que sí.

Jesús no está enseñando la erradicación milagrosa del hambre y la pobreza en todo el mundo. De hecho, Jesús dijo más tarde que "siempre habrá pobres entre ustedes" (Marcos 14:7, NTV). No está haciendo una promesa general de que todos en el mundo tendrán siempre los alimentos básicos para vivir. En el Sermón del Monte, Jesús se dirige específicamente a Sus discípulos, no al público en general (Mateo 5:1-2); es decir, se dirige a aquellos que estaban comprometidos con Él y habían hecho de Sus enseñanzas la base de sus vidas. Los que siguen a Cristo no deben preocuparse por la comida y el vestido.

Incluso a Sus discípulos, Jesús no les está prometiendo un suministro constante e ininterrumpido de comida, bebida y ropa. Solo está enseñando en Mateo 6:32 que Dios en el cielo está al tanto de todas sus necesidades. El conocimiento de que Dios está al tanto de nuestras necesidades debe tener un efecto tranquilizador en nuestras vidas. No hay ninguna circunstancia en la que nuestra preocupación tenga validez. Puede que nos falten ciertas necesidades durante un tiempo, pero no nos inquietamos, ni nos quejamos, ni acudimos a maquinaciones del mundo.

El apóstol Pablo es un ejemplo de un hijo de Dios al que le faltó comida y bebida muchas veces: "He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer" (2 Corintios 11:27, NTV). Su privación física fue, de hecho, según la voluntad de Dios: en Hechos 9:16, Dios dice: "Le mostraré [a Pablo] cuánto le es necesario padecer por mi nombre". Incluso en su malestar, Pablo siempre tuvo lo suficiente de lo que necesitaba para servir al Señor.

El libro de Hebreos describe a personas de fe que igualmente soportaron la persecución hasta la pobreza: "Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles... anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados" (Hebreos 11:36-37). La promesa de Jesús en Mateo 6 no es que siempre tendremos todo lo que necesitamos para estar cómodos, solo que nuestro Padre Celestial es digno de nuestra confianza, incluso en los tiempos de escasez.

Lo que Jesús está enseñando en Mateo 6:31-32 es que los hijos de Dios no tienen por qué preocuparse. Dios conoce la necesidad, y Dios es bueno. No permitirá que las verdaderas necesidades se queden sin cubrir, sino que, en Su providencia y en Su tiempo, velará por el bienestar de Sus hijos.

Además, Jesús les está enseñando a Sus discípulos a priorizar sus vidas. Deben poner los asuntos de la eternidad antes que sus propias necesidades terrenales: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). Pon al Señor en primer lugar; procura llevar una vida santa, y "todas estas cosas"—tus necesidades temporales y materiales en este mundo—te serán concedidas. Dios, que tiene el control absoluto, se asegurará de que tengas todo lo que necesitas para tu propio bien y para Su gloria.

La forma en la que definimos la necesidad suele estar influenciada por consideraciones puramente subjetivas. Jesús menciona la comida y la ropa; cualquier cosa más allá de eso empieza a alejarse de lo verdaderamente necesario (ver también 1 Timoteo 6:8). Es importante dejar que Dios determine nuestras "necesidades"; Él decidirá qué es lo mejor para nosotros.

Hay muchos casos de miseria y privación en el mundo. Sin embargo, ninguno de ellos es el resultado del incumplimiento de una promesa por parte de Dios. A nivel individual, algunos carecen de alimentos y ropa como resultado del juego, la embriaguez, la pereza, la codicia, etc. A nivel nacional, un número aún mayor de personas sufre privaciones a causa de gobiernos ineptos, líderes corruptos o guerras injustas. Dios no es responsable de tales males (ver 1 Juan 1:5).

Dios es bueno, conoce nuestras necesidades y es perfectamente capaz de proveerlas: "Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan" (Salmo 37:25). La promesa del Señor de que Él está con nosotros es la fuente de nuestra satisfacción: "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré" (Hebreos 13:5).

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