Pregunta: ¿Cuál es el consejo de los malos y cómo no andar en él (Salmo 1:1)?
Respuesta:
El Salmo 1 parece presentar una elección que toda persona debe hacer. Hay una división en el camino de la vida: una ruta es el camino de los justos, que conduce a las bendiciones; la otra es el "camino de los pecadores", y termina en la destrucción. En los versículos iniciales se describe un requisito previo para experimentar una vida bendecida:
¡Cuán bienaventurado es el hombre
que no anda en el consejo de los impíos,
Ni se detiene en el camino de los pecadores,
Ni se sienta en la silla de los escarnecedores,
Sino que en la ley del Señor está su deleite,
Y en Su ley medita de día y de noche! (Salmo 1:1-2, NBLA).
El hombre bienaventurado no anda "en consejo de impíos". En el original hebreo, la palabra que se traduce "consejo" es un sustantivo que significa "algo que proporciona dirección o consejo en cuanto a una decisión o curso de acción". Los "impíos" son personas malvadas, pecadores y aquellos que se caracterizan por la impiedad.
No andar en el consejo de los impíos significa rechazar cualquier consejo de los impíos. Esto incluye evitar cualquier influencia que pueda guiarnos o dirigir nuestro camino de vida hacia la impiedad. Caminar implica progreso; por lo tanto, el versículo enseña: "No andes en el consejo, no te pares en el camino, no te sientes en la silla" de los impíos. La aparente progresión presenta la imagen de alguien que camina junto al pecado, luego se detiene para asimilarlo todo, y finalmente se sienta en la silla del pecado "para gozar de sus deleites temporales" (Hebreos 11:25).
No andar, estar de pie o sentarse con el impío implica alejarse del pecado, evitando participar en todos los aspectos del estilo de vida del pecador. El apóstol Pablo advirtió: "No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33). "No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma", advierte Proverbios 22:24-25.
Un cristiano no puede esperar avanzar si busca consejo de pecadores o hace planes con incrédulos: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?" (2 Corintios 6:14).
La persona que elige el modo de vida justo evita pensar como los malvados, comportarse como los impíos y relacionarse con los que no conocen a Dios. En cambio: "El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado" (Proverbios 13:20).
Un creyente que "no anda en los consejos de los impíos" aplicará la verdad bíblica a su vida diaria, dejando que la Palabra de Dios sea una lámpara para guiar sus pies y una luz para su camino (Salmo 119:105). Su "deleite está en la ley del Señor", y "medita en su ley de día y de noche", dice el Salmo 1:2 (NBLA). Una persona así crecerá en fe y madurez espiritual (Romanos 10:17).
Dios bendice el camino de los justos porque "temen al Señor, que mucho se deleitan en Sus mandamientos" (Salmo 112:1, NBLA). En vez de disfrutar con el pecado y las cosas del mundo, son "irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo" (Filipenses 2:15).
Amar a Dios y obedecer Su Palabra resultará en abundantes bendiciones (Josué 1:8; Lucas 11:28; Juan 14:21). A medida que leemos las Escrituras diariamente, las estudiamos, las memorizamos y meditamos en ellas noche y día, nuestra forma de pensar cambia. Ya no amamos al mundo ni las cosas que hay en él (1 Juan 2:15-17). Ya no andamos en el consejo de los impíos. No "copiamos el comportamiento y las costumbres de este mundo"; por el contrario, Dios nos transforma cambiando nuestra forma de pensar. Así podemos experimentar la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios (Romanos 12:2).
Las personas que andan en el consejo de los impíos escuchan consejos mundanos, hacen planes con los malvados y participan voluntariamente en el estilo de vida de los pecadores. Romanos 8:5-7 describe a estas personas como aquellos "que viven según la carne" y "tienen sus mentes puestas en lo que la carne desea". Por el contrario, "los que viven conforme al Espíritu tienen la mente puesta en lo que el Espíritu desea. La mente gobernada por la carne es muerte, pero la mente gobernada por el Espíritu es vida y paz. La mente gobernada por la carne es hostil a Dios; no se somete a la ley de Dios, ni puede hacerlo".
Dios llama a Sus hijos a elegir el camino de la justicia, a ser apartados, santos. Nos llama a salir de las tinieblas para caminar en Su luz (1 Pedro 1:15-16; 2:9). Ese es el camino hacia las bendiciones de la vida y la paz.