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Pregunta: ¿Qué es la coraza de justicia (Efesios 6:14)?

Respuesta:
Efesios 6:11 exhorta a los creyentes a vestirse "de toda la armadura de Dios" para mantenerse firmes contra los ataques de nuestro enemigo, Satanás (2 Corintios 10:4; Efesios 6:12). Los versículos 14 a 17 dicen: "Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios".

La imagen es la de un soldado romano o israelita armado, preparado para la batalla. El típico soldado armado llevaba una coraza de bronce o cota de malla. Cubría los órganos vitales, es decir, el corazón, y tenía trabillas o hebillas que lo unían a un cinturón grueso. Si el cinturón se aflojaba, la coraza se desprendía.

Cuando Pablo compara la armadura de Dios con el equipamiento militar, cada pieza representa una parte de la fortaleza de Dios que Él nos extiende cuando nos convertimos en Sus hijos. La coraza de justicia se refiere a la justicia que Jesús adquirió para nosotros en la cruz (2 Corintios 5:21). En el momento de la salvación, se le entrega una "coraza" a cada pecador arrepentido. Está especialmente diseñada por Dios para proteger nuestro corazón y alma del mal y del engaño. Nuestras propias acciones justas no son rivales para los ataques de Satanás (Isaías 64:6). La coraza de justicia lleva estampado el nombre de Cristo, como si Él dijera: "Tu justicia no es suficiente para protegerte. Ponte la mía".

Se nos ordena "ponernos" esta armadura, lo que implica que no la usamos automáticamente todo el tiempo. Ponerse la armadura de Dios requiere una decisión de nuestra parte. Para ponernos la coraza de justicia, primero debemos tener el cinturón de la verdad firmemente colocado. Sin la verdad, nuestra justicia se fundamentará en nuestros propios intentos de impresionar a Dios. Esto conduce al legalismo o a la autocondena (Romanos 8:1). En su lugar, decidimos reconocer que, aparte de Él, no podemos hacer nada (Juan 15:5). Nos vemos a nosotros mismos como "en Cristo" y que, a pesar de nuestros fracasos, hemos recibido Su justicia a nuestro favor.

Nos la "ponemos" buscando a Dios y Su justicia por encima de todo lo demás (Mateo 6:33). Hacemos de Él y de Sus caminos nuestra morada (Salmo 91:1). Nos deleitamos en Sus mandamientos y deseamos que Sus caminos se conviertan en nuestros caminos (Salmo 37:4; 119:24, 111; Isaías 61:10). Cuando Dios nos revela un área de cambio, obedecemos y permitimos que Él obre en nosotros. En el momento en que decimos "no" a Dios, abrimos una pequeña grieta en la armadura por donde pueden pasar los dardos de Satanás (Efesios 6:16).

Al llevar la coraza de justicia de Cristo, empezamos a desarrollar una pureza de corazón que se traduce en acciones. Llevar esta coraza crea un estilo de vida de poner en práctica lo que creemos en nuestros corazones. A medida que nuestras vidas se conforman a la imagen de Cristo (Romanos 8:29), nuestras decisiones se vuelven más justas, y estas decisiones piadosas también nos protegen de más tentaciones y engaños (Proverbios 8:20; Salmo 23:3).

Cuando abusamos de una armadura o la llevamos de forma incorrecta, puede funcionar mal. De igual manera, hay varios factores que pueden interferir con la eficacia de nuestra coraza espiritual. El descuido (1 Pedro 5:8), la incredulidad (Hebreos 3:12), el abuso de la gracia (Romanos 6:1-2) o la desobediencia (1 Juan 3:4; Hebreos 4:6) pueden obstaculizar nuestra capacidad para mantenernos firmes y derrotar al enemigo en nuestras vidas. Cuando toleramos el pecado, nos negamos a perdonar (2 Corintios 2:10-11), confiamos en la justicia personal (Tito 3:5), o permitimos que las preocupaciones terrenales nos quiten tiempo para una relación íntima con Dios, en realidad nos quitamos la coraza de justicia, minimizando su poder para protegernos.

Necesitamos nuestra coraza de justicia en el lugar correcto para obtener la victoria que se indica en 2 Corintios 10:5: "derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo". Cuando rechazamos rápidamente las ideas heréticas, la idolatría y los "consejos de los malos" (Salmo 1:1) y, en cambio, mantenemos "puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2), llevamos nuestra coraza bien sujeta.

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