Pregunta: "¿Es el cristianismo una religión o una relación?"
Respuesta:
La religión es "la creencia y la adoración de un poder superior que controla, especialmente un Dios o dioses personales". En ese aspecto, el cristianismo puede clasificarse como una religión. Sin embargo, en términos prácticos, el cristianismo tiene una diferencia fundamental que lo separa de otros sistemas de creencias que se consideran religiones. Esa diferencia es la relación.
La mayoría de las religiones, teístas o no, están centradas en el hombre. Cualquier relación con Dios se basa en las obras del hombre. Una religión teísta, como el judaísmo o el islam, se aferra a la creencia en un Dios o dioses supremos; mientras que las religiones no teístas, como el budismo y el hinduismo, se centran en patrones de pensamiento metafísicos y "energías" espirituales. Sin embargo, la mayoría de las religiones son similares en el sentido de que se basan en el concepto de que el hombre puede alcanzar un poder o un estado del ser superior a través de sus propios esfuerzos. En la mayoría de las religiones, el hombre es el protagonista y la deidad es la beneficiaria de los esfuerzos, sacrificios o buenas acciones del hombre. El paraíso, el nirvana o algún estado superior del ser es la recompensa del hombre por su rigurosa obediencia a los principios que la religión establece.
Desde este punto de vista, el cristianismo no es una religión; es una relación que Dios ha establecido con Sus hijos. En el cristianismo, Dios es el protagonista y el hombre el beneficiario (Romanos 8:3). La Biblia afirma claramente que no hay nada que el hombre pueda hacer para reconciliarse con Dios (Isaías 53:6; 64:6; Romanos 3:23; 6:23). De acuerdo con el cristianismo, Dios hizo por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos (Colosenses 2:13; 2 Corintios 5:21). Nuestro pecado nos separa de Su presencia, y hay que castigar el pecado (Romanos 6:23; Mateo 10:28; 23:33). Ahora bien, como Dios nos ama, tomó nuestro castigo sobre sí mismo. Todo lo que debemos hacer es aceptar el don de la salvación de Dios mediante la fe (Efesios 2:8-9; 2 Corintios 5:21). La gracia es la bendición de Dios a los que no lo merecen.
La relación basada en la gracia entre Dios y el hombre es el fundamento del cristianismo y la antítesis de la religión. La religión establecida fue uno de los opositores más acérrimos de Jesús durante Su ministerio terrenal. Cuando Dios dio Su ley a los israelitas, Su deseo era que ellos "amaran al Señor su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con todas sus fuerzas" (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37). "Amor" habla de relación. La obediencia a todos los demás mandamientos debía surgir del amor a Dios. Podemos amarlo "porque Él nos amó primero" (1 Juan 4:19). Sin embargo, en la época de Jesús, los líderes judíos habían convertido en religión el deseo que Dios tenía de vivir en una relación de amor con ellos (1 Timoteo 1:8; Romanos 7:12). Con los años, habían pervertido la ley de Dios hasta convertirla en una religión que se basaba en las obras y que alejaba a la gente de Él (Mateo 23:13-15; Lucas 11:42). Después añadieron muchas de sus propias reglas para hacerla aún más engorrosa (Isaías 29:13; Mateo 15:9). Se enorgullecían de su capacidad para cumplir la ley -al menos en apariencia- y se enorgullecían de su autoridad sobre la gente del común, que nunca podría cumplir reglas tan estrictas. Los fariseos, tan expertos como lo eran en el cumplimiento de las reglas, no reconocieron a Dios mismo cuando estaba frente a ellos (Juan 8:19). Habían elegido la religión en lugar de la relación.
Así como los líderes judíos hicieron una religión a partir de una relación con Dios, muchas personas hacen lo mismo con el cristianismo. Denominaciones enteras han seguido el camino de los fariseos creando reglas que no se encuentran en las Escrituras. Algunos que profesan seguir a Cristo en realidad están siguiendo una religión fabricada por el hombre en el nombre de Jesús. Aunque afirman creer en las Escrituras, normalmente están plagados de miedo y duda de que no sean lo suficientemente buenos para ganar la salvación o que Dios no los acepte si no cumplen con un determinado estándar. Esto es religión disfrazada de cristianismo, y es uno de los trucos favoritos de Satanás. Jesús trató esto en Mateo 23:1-7 cuando reprendió a los fariseos. En lugar de dirigir a la gente al cielo, estos líderes religiosos estaban manteniendo a la gente fuera del reino de Dios.
La santidad y la obediencia a las Escrituras son importantes, pero son evidencias de un corazón transformado, no un medio para alcanzarlo. Dios desea que seamos santos como Él es santo (1 Pedro 1:16). Quiere que crezcamos en gracia y conocimiento de Él (2 Pedro 3:18). No obstante, hacemos estas cosas porque somos Sus hijos y queremos ser como Él, no para ganarnos Su amor.
El cristianismo no es inscribirse en una religión. El cristianismo es nacer en la familia de Dios (Juan 3:3). Es una relación. Así como un niño adoptado no tiene poder para crear una adopción, nosotros no tenemos poder para unirnos a la familia de Dios por nuestros propios esfuerzos. Sólo podemos aceptar Su invitación a conocerle como Padre mediante la adopción (Efesios 1:5; Romanos 8:15). Cuando nos unimos a Su familia por medio de la fe en la muerte y resurrección de Jesús, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de nuestros corazones (1 Corintios 6:19; Lucas 11:13; 2 Corintios 1:21-22). Luego nos empodera para vivir como hijos del Rey. No nos pide que intentemos alcanzar la santidad por nuestras propias fuerzas, como hace la religión. Nos pide que nuestro viejo yo sea crucificado con Él para que Su poder pueda vivir a través de nosotros (Gálatas 2:20; Romanos 6:6). Dios quiere que le conozcamos, que nos acerquemos a Él, que le oremos y que le amemos sobre todas las cosas. Eso no es religión; es una relación.