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Pregunta: ¿Qué significa estar crucificado con Cristo (Gálatas 2:20)?

Respuesta:
En varios pasajes de la Biblia se habla de estar crucificado con Cristo o de haber muerto con Cristo: por ejemplo, Colosenses 2:20; 3:3; y 2 Timoteo 2:11. En Romanos 6:3-14 se encuentra un extenso debate sobre el tema. Ya que ningún creyente fue literalmente crucificado con Cristo, la frase crucificado con Cristo es simbólica para una verdad espiritual.

Gálatas 2:20 es un pasaje clave: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí"

El contexto de Gálatas 2 es cómo el creyente queda justificado con Dios. Los falsos maestros decían a las iglesias de Galacia que la fe en Cristo no era suficiente. Para ser salvos, decían, los creyentes también debían circuncidarse y volverse "judíos". Solo entonces estarían completamente bien con Dios. En Gálatas 2:15-16, Pablo refuta esa idea: "Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado".

Pablo dice: "Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios" (Gálatas 2:19). Mientras Pablo trataba de agradar a Dios guardando la Ley, en realidad no estaba viviendo para Dios. Cuanto más intentaba cumplir la Ley, más se daba cuenta de su fracaso. Solo cuando renunció a intentar alcanzar la justicia por sí mismo y aceptó la justicia de Dios por la fe en Cristo, empezó a vivir realmente para Dios. En realidad, la justificación por la fe hace posible vivir para Dios.

Estar crucificado con Cristo significa que ya no estamos bajo la pena de la Ley. Cristo pagó esa pena por nosotros. Cuando Cristo fue crucificado, fue como si nosotros fuéramos crucificados con Él. Se pagó totalmente la pena, como si nosotros hubiéramos sido crucificados por nuestros propios pecados. Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, nosotros también resucitamos. Ahora Cristo resucitado nos da el poder de vivir para Él de una manera que agrada a Dios. Antes buscábamos la vida a través de nuestras propias obras, pero ahora vivimos "en la fe del Hijo de Dios" (Gálatas 2:20).

Ser crucificados con Cristo significa que somos nuevas criaturas: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). La vieja vida ha muerto y se ha ido. Caminamos en novedad de vida (Romanos 6:4).

Ser crucificados con Cristo significa que tenemos un nuevo amor. Los deseos de la carne y el amor a las cosas de este mundo han sido crucificados (Gálatas 5:24). Ahora amamos a Cristo, aunque no lo hayamos visto (1 Pedro 1:8).

Estar crucificados con Cristo significa que tenemos un nuevo compromiso. Estamos dedicados al servicio y la gloria del Señor, y esa dedicación destruye el egoísmo y sobrepasa los lazos con la familia y los amigos. Hemos tomado nuestra cruz para seguirle (Mateo 10:38).

Estar crucificados con Cristo significa que tenemos un nuevo estilo de vida. En otro tiempo seguíamos "la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2:2). Sin embargo, ese estilo de vida fue clavado en la cruz. Ahora seguimos a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, y procuramos agradarle en todo (Hebreos 12:2).

La idea de ser crucificados con Cristo enfatiza nuestra unión con Él y Su muerte a nuestro favor. Confiamos en la crucifixión de Cristo como pago por nuestra pena de pecado, y dependemos de Su poder para vivir de una manera que agrade a Dios. El énfasis está en lo que Él ha hecho por nosotros, no en lo que nosotros tenemos que hacer por Dios. Muchas veces, "He sido crucificado con Cristo, y es Cristo quien vive en mí" se convierte en "Necesito crucificar mis deseos pecaminosos y esforzarme más por vivir para Dios". Cuando esta se convierte en nuestra perspectiva, nos hemos salido de la vida en gracia y hemos vuelto a la vida en la ley, y minimizamos el poder de la muerte de Cristo por nosotros. Confiamos menos en el poder de Cristo y más en nuestro propio poder, ¡y eso nunca saldrá bien!

En pocas palabras, Gálatas 2:20 nos dice cómo escapamos de la pena del pecado para vivir una vida que agrada a Dios. Saber que estamos "crucificados con Cristo" debería darnos un gran estímulo en nuestro caminar cristiano. Tenemos el poder de decir "no" al pecado y "sí" a Dios.

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