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Pregunta: La pregunta "¿Cuál es el nombre de su hijo?" en Proverbios 30:4, ¿se refiere a Jesús?

Respuesta:
Muchas veces el Antiguo Testamento describe a Jesús con tipologías, promesas, figuras semejantes a Cristo y alusiones mesiánicas. ¿Es Proverbios 30:4 una de esas referencias a Jesucristo en el Antiguo Testamento?

Proverbios 30 comienza con una instrucción del escritor, Agur, hijo de Jaqué, quien utiliza la ironía y la exageración para declarar humildemente su ignorancia en comparación con el poder incomparable y la sabiduría suprema de Dios. A pesar de su extensa búsqueda de conocimiento, Agur sabe que su sabiduría no se acerca a la sabiduría soberana de Dios, el Santo. La introducción a su oráculo contiene cinco preguntas retóricas:

"Ciertamente soy el más torpe de los hombres,

Y no tengo inteligencia humana.

Y no he aprendido sabiduría,

Ni tengo conocimiento del Santo.

¿Quién subió al cielo y descendió?

¿Quién recogió los vientos en Sus puños?

¿Quién envolvió las aguas en Su manto?

¿Quién estableció todos los confines de la tierra?

¿Cuál es Su nombre o el nombre de Su hijo?

Ciertamente tú lo sabes"

(Proverbios 30:2-4, HCSB).

La primera pregunta de Agur, "¿Quién subió al cielo y descendió?", se responde en Juan 3:13: "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo". Su segunda pregunta, "¿Quién recogió los vientos en Sus puños?", encuentra respuesta en varios pasajes del Antiguo Testamento que se refieren a Dios, el Creador todopoderoso (Isaías 40:12; Job 38:4-11; Salmo 104:3-6). Job 26:8 dice que Dios "Envuelve las aguas en Sus nubes" (NBLA): cf Job 38:9), respondiendo así a la tercera pregunta de Agur. Su cuarta pregunta es "¿Quién estableció todos los confines de la tierra?". Una vez más, la respuesta obvia es Dios (ver Isaías 40:28; Salmo 2:8; 22:27; 72:8; 98:3; 135:7).

La quinta y última pregunta de Agur tiene dos partes: "¿Cuál es Su nombre o el nombre de Su hijo?". Agur sabe que ningún ser humano puede cumplir los requisitos esbozados en estas preguntas; por lo tanto, la respuesta evidente es Dios. Su nombre es Yavé, y el nombre de Su Hijo es Jesús (Lucas 1:31). Solo en retrospectiva pueden los lectores del Nuevo Testamento saber sin lugar a dudas que el nombre del Hijo de Dios es Jesucristo, el Mesías de Israel y el Salvador del mundo.

Las preguntas de Agur dan pie a los versículos que siguen:

"Toda palabra de Dios es limpia;

Él es escudo a los que en él esperan.

No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,

Y seas hallado mentiroso" (Proverbios 30:5-6).

Agur exalta el carácter soberano y la sabiduría de Dios en contraste con la limitación e incapacidad humanas. Las personas necesitan la sabiduría intachable de Dios y deben permanecer humildes y obedientes a Su Palabra.

Curiosamente, Proverbios 8:22-31 describe la sabiduría de Dios como una persona. Esta entidad es una figura divina que asiste a Dios "en el mismo principio" de la creación del mundo. Esta figura puede haber estado en la mente de Agur cuando preguntó: "¿Cuál es el nombre de Su hijo?". Lo más probable es que Agur no comprendiera plenamente las implicaciones mesiánicas de su pregunta: "¿Cuál es el nombre de Su hijo?". Los lectores del Antiguo Testamento podrían haber visto la pregunta solo como una extensión del argumento que Agur estaba desarrollando -que ningún simple humano puede compararse con Dios Todopoderoso- y no como una pregunta específica sobre el nombre de Jesús. Agur pudo haber estado pensando en Israel como Hijo de Dios (ver Éxodo 4:22, Deuteronomio 14:1, Oseas 2:1). Podemos especular que Proverbios 30:4 era una alusión temprana al Mesías venidero. Es posible que Agur estuviera considerando las Escrituras proféticas relativas a la promesa y la expectativa de un futuro Mesías (ver Génesis 49:10; Isaías 2:4; 16:5; 42:1-4; 61:1). Sin embargo, la mayoría de las referencias del Antiguo Testamento a la venida del reino de Dios y de Su Mesías son promesas, más que predicciones, hechas por Dios, que expresan Su intención de redimir a Su pueblo.

Desde Génesis 3:15 en adelante, vemos el funcionamiento del plan redentor de Dios para salvar a los pecadores a través de la "simiente de una mujer". Esta esperanza redentora se cumplió en Jesús. Mirando hacia atrás en el Antiguo Testamento a través de la lente de la cruz, podemos ver que Jesucristo cumplió todas las promesas redentoras de Dios. El nombre del Hijo de Dios es Jesús. Él es nuestro mayor tesoro y nuestra Sabiduría de Dios (1 Corintios 1:24, 30). La encarnación cumplió y respondió a la sombría pregunta de Agur.

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