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Pregunta: ¿Por qué se nos dice que hagamos lo que hagamos, lo hagamos de corazón como para el Señor (Colosenses 3:23)?

Respuesta:
Los cristianos somos representantes del Señor Jesucristo ante el mundo (2 Corintios 4:5; 5:20). La gente observa nuestras vidas para ver cómo nos comportamos. Por esta razón, el apóstol Pablo nos dice: "Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Colosenses 3:23, NBLA).

El contexto de esta afirmación encaja dentro de la enseñanza de Pablo sobre la vida santa en las relaciones familiares (Colosenses 3:18-4:1). En este pasaje, Pablo da instrucciones a maridos y esposas, padres e hijos, y siervos y amos sobre cómo llevar a cabo sus responsabilidades y relaciones mutuas. Como introducción, Pablo afirma: "Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús y den gracias a Dios Padre por medio de él" (Colosenses 3:17, NTV).

Pablo presta especial atención al trato entre siervos y amos, que en la cultura actual se asemeja directamente a la relación entre empleados y empleadores. Podemos aplicar correctamente esta enseñanza al lugar de trabajo, sustituyendo siervos/esclavos por empleados y amos por patronos. Por ejemplo: "[Empleados], obedezcan en todo a sus amos terrenales [empleadores]. Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. Sírvanlos con sinceridad debido al temor reverente que ustedes tienen al Señor. Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo; pero si hacen lo que está mal, recibirán el pago por el mal que hayan hecho, porque Dios no tiene favoritos. [Empleadores], sean justos e imparciales con sus [empleados]. Recuerden que ustedes también tienen un Amo en el cielo" (Colosenses 3:22-4:1, NTV).

En el idioma original, las palabras "háganlo de corazón" (NBLA) o "trabajen de buena gana" (NTV) significan "llevar a cabo o realizar una acción con entusiasmo, o de todo corazón". No sólo los incrédulos nos ven en el trabajo para ver si damos un buen ejemplo, sino también nuestro Padre celestial y nuestro Maestro Jesús. Dios pesa las actitudes de nuestro corazón (1 Samuel 16:7; Proverbios 21:2; Salmo 44:21) y considera nuestras acciones externas (Salmo 139:1-4; Proverbios 5:21; Mateo 6:4; Jeremías 17:10).

Jesucristo estableció la norma del ministerio de servicio para Sus seguidores (Mateo 20:28; Filipenses 2:7). Él, el Maestro, lavó los pies de Sus discípulos (Juan 13:1-20). Ya sea que debamos servir a buenos jefes terrenales o a jefes terribles, los siervos cristianos debemos completa obediencia a nuestro Señor y Maestro. En todo lo que hacemos, es a Él a quien servimos, y nuestro trabajo debe hacerse para Su gloria (1 Corintios 10:31). El apóstol Pedro afirma: "¿Has recibido el don de hablar en público? Entonces, habla como si Dios mismo estuviera hablando por medio de ti. ¿Has recibido el don de ayudar a otros? Ayúdalos con toda la fuerza y la energía que Dios te da. Así, cada cosa que hagan traerá gloria a Dios por medio de Jesucristo" (1 Pedro 4:11, NTV).

Los seguidores de Jesucristo están llamados a servir a las personas -sin importar quiénes sean- de buena gana y sinceramente, como si estuviéramos sirviendo al Señor. Pablo escribe: "Los esclavos siempre deben obedecer a sus amos y hacer todo lo posible por agradarlos. No deben ser respondones ni robar, sino demostrar que son buenos y absolutamente dignos de confianza. Entonces harán que la enseñanza acerca de Dios nuestro Salvador sea atractiva en todos los sentidos" (Tito 2:9-10, NTV). La forma en que vivimos afecta a nuestro testimonio. Cuando damos un buen ejemplo en el trabajo, haciendo nuestro trabajo de corazón como para el Señor, hacemos que el mensaje del Evangelio que predicamos sea más atractivo para los incrédulos.

Como trabajadores cristianos, debemos ser los mejores empleados en el trabajo para la gloria de Dios. Podemos orar pidiendo ayuda para que nuestros pensamientos, palabras y acciones agraden al Señor en todo momento (Salmo 19:14). Podemos hacer lo que se nos dice sin discutir para no ser una carga para nuestros jefes. Podemos obedecerles, como Pablo instruyó, "con profundo respeto y temor. Sírvanlos con sinceridad, tal como servirían a Cristo. Traten de agradarlos todo el tiempo, no solo cuando ellos los observan. Como esclavos de Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón" (Efesios 6:5-6, NTV). Si seguimos estos principios, recibiremos nuestra recompensa del Señor, aunque nuestros supervisores terrenales no reconozcan nuestro arduo trabajo y diligencia (Efesios 6:8; Job 34:10-11; Mateo 25:23; Proverbios 10:16).

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