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Pregunta: ¿Cómo nos deleitamos en la ley del Señor (Salmo 1:2, NBLA)?

Respuesta:
El Salmo 1 contrasta el destructivo "camino de los pecadores" (versículo 1) con el exitoso "camino de los justos" (versículo 6) y ensalza las bendiciones de la piedad. Según el salmista, la felicidad, el gozo y el éxito llegan a aquellos «que en la ley del Señor está su deleite" (Salmo 1:2). El justo "no anda en el consejo de los impíos" (versículo 1). En otras palabras, no sigue los consejos del mundo, sino que se complace en obedecer a Dios y Su Palabra.

La palabra ley aquí significa "un conjunto de enseñanzas, instrucción o dirección". La "ley del Señor" con frecuencia se relaciona con los Diez Mandamientos o los libros de Moisés (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento llamados Pentateuco). Sin embargo, el término también puede abarcar toda la revelación de la verdad en la Palabra de Dios, como en el Salmo 119:1: "¡Cuán bienaventurados son...Los que andan en la ley del Señor!"; la "ley" aquí se refiere ampliamente a "los preceptos y la voluntad revelada del SEÑOR", según la Nueva Biblia de las Américas. El autor del Salmo 1 parece tener en mente el mismo significado expresado. Una persona piadosa recibe instrucción y dirección del consejo completo de la Palabra de Dios.

La palabra hebrea original que se traduce como "deleite" indica "un sentimiento de extremo placer, satisfacción o gozo". Leer, estudiar y aplicar la verdad de Dios a la vida de uno es el placer y gozo del justo.

La relación de una persona piadosa con la Palabra de Dios debe ser como estar enamorado. Las personas que están enamoradas se deleitan mutuamente. Quieren pasar tiempo juntos. Ellos disfrutan cada palabra que se dicen el uno al otro. Cuando están separados, anhelan estar en compañía del otro. Esta es una ilustración de cómo debemos sentirnos acerca de la Palabra de Dios.

Los creyentes se deleitan en la ley del Señor meditando en la Palabra de Dios día y noche (Salmo 1:2; Josué 1:8). Con frecuencia la consultamos, dejando que se convierta en una luz que nos guíe y en una hoja de ruta para nuestro camino (Salmo 119:35, 105). Nos deleitamos en la Palabra de Dios porque sabemos que tiene el poder de sostenernos con gozo en tiempos de desesperación (Salmo 119:92); de darnos consuelo (Salmo 23:4; 27:13-14), esperanza (Salmo 119:81), protección (Salmo 119:114) y victoria sobre el pecado (Salmo 119:11); y de conducirnos con seguridad a nuestro hogar eterno (Salmo 32:8; 37:23).

Deleitarse en la ley del Señor significa honrar y apreciar la Palabra de Dios (Salmo 119:47-48, 159) porque es un tesoro irremplazable más precioso que "millares de oro y plata" (Salmo 119:72); un compañero y amigo siempre presente (Proverbios 6:20-22); el tema de nuestra canción a lo largo de la vida (Salmo 119: 54); un alimento dulce y satisfactorio para el alma (Salmo 119:103; Job 23:12); una luz en la oscuridad (2 Pedro 1:19); "mi herencia para siempre" y "el gozo de mi corazón" (Salmo 119: 111); y dadora de vida (Salmo 119:25, 93; 1 Pedro 1:23), sustentadora de vida (Mateo 4:4), fuerza poderosa (Hebreos 4:12), liberadora (Juan 8:32; Santiago 1:25) y maestra de sabiduría (Salmo 119:66, 98-100).

Nos deleitamos en la ley del Señor haciendo de la Palabra de Dios una parte cotidiana de nuestras vidas; recibiendo "la palabra con toda solicitud" (Hechos 17:11); leyendo nuestras Biblias (2 Timoteo 3:16); "día tras día examinaban las Escrituras" (Hechos 17: 11, NTV); dejando que la Palabra "nos corrige cuando estamos equivocados" y nos enseñe "a hacer lo correcto" (2 Timoteo 3:15-17, NTV); escondiéndola en nuestro corazón para evitar que pequemos (Salmo 119:11); confiando en ella (1 Tesalonicenses 2:13); y obedeciéndola (Salmo 119:4; Santiago 1:22).

El amor es el núcleo del deleite en la ley del Señor, ya que Dios y Su Palabra se convierten en lo que más nos apasiona en la vida: "¡Oh, cuánto amo tus enseñanzas! Pienso en ellas todo el día" (Salmo 119:97, NTV). Dios desea cautivar todo nuestro corazón con Su Palabra (Deuteronomio 30:6; Salmo 119:10; Mateo 5:8; 22:37; Santiago 4:8). La imagen es de gozo y placer mutuos en nuestra relación con el Señor. Dios se deleita en Su pueblo bendiciéndolo con abundancia espiritual y prosperidad, "como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará" (Salmo 1:3). Y nosotros, por nuestra parte, nos deleitamos en Dios, amándole de todo corazón y haciendo lo que Él dice en Su Palabra.

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