Pregunta: ¿Qué consuelo hay "después que hayáis padecido un poco de tiempo" (1 Pedro 5:10)?
Respuesta:
En sus últimas palabras a las iglesias de Asia Menor, Pedro afirma: "Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá" (1 Pedro 5:10, NBLA). Esta poderosa frase nos anima a través de los temas del perfeccionamiento, la firmeza, el fortalecimiento y el establecimiento. Profundicemos aquí en el mensaje de esperanza de Dios.
Para empezar, Pedro reconoce que los cristianos no están exentos de sufrimiento, especialmente de la persecución por identificarse con Cristo. Aunque nuestras pruebas pueden variar en naturaleza, todo cristiano experimentará algo de sufrimiento. Puede manifestarse en forma de insultos, comentarios despectivos, luchas contra el pecado, decepciones en un mundo destrozado, pérdidas trágicas, pobreza, encarcelamiento o incluso la muerte. Los primeros cristianos soportaron una intensa persecución, y muchos lucharon contra el desánimo. El aliento de Pedro iba más allá de la motivación superficial para aliviar su dolor; ofrecía una esperanza que trascendía su sufrimiento temporal.
Los cristianos modernos suelen tener dos visiones extremas del sufrimiento, que Pedro contradice. El primer extremo considera el sufrimiento como una ilusión o una señal de una fe débil. Esta perspectiva sugiere que los cristianos no deben sufrir, e incluso mencionar aspectos negativos de la vida, como la enfermedad, es casi pecaminoso. Los libros de Job y Eclesiastés refutan este punto de vista y, en el Nuevo Testamento, Jesús afirma que Sus seguidores se enfrentarán a pruebas y persecución (Mateo 5:10-12; Lucas 9:23; Juan 16:33). Incluso Hebreos 11, el célebre capítulo sobre la fe, reconoce el sufrimiento (versículos 35-38). El otro extremo implica adoptar una actitud de derrota ante la vida debido a su quebrantamiento. Ambos extremos deben evitarse a la luz de las promesas de Dios.
La primera palabra con la que Dios anima a los cristianos, a través de Pedro, es el perfeccionamiento. La palabra griega "perfeccionar" transmite la idea de volver a hacer algo completo. El pecado y el sufrimiento nos han dejado rotos, y no seremos completamente perfectos de este lado de la eternidad. Sin embargo, en el momento oportuno, Dios perfeccionará todas las cosas, incluidos nosotros (ver Apocalipsis 2:15). Desde la perspectiva cristiana, la vida después de la muerte no es sólo un consuelo para los problemas de la vida presente; es una renovación hacia el estado que Dios quiere. Como dijo C. S. Lewis: "Dicen de algunos sufrimientos temporales: 'Ninguna dicha futura puede compensarlos', sin saber que el Cielo, una vez alcanzado, actuará en sentido inverso y convertirá incluso esa agonía en gloria" (El gran divorcio, Macmillan, p. 64).
Además, Dios promete afirmarnos, fortalecernos y establecernos. Él reconoce plenamente que somos suyos, que nos da fuerza y que nos establecerá, es decir, nos mantendrá arraigados. A través de todo ello, nuestra "leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" (2 Corintios 4:17).
Por tanto, no tenemos por qué negar la realidad del sufrimiento -incluso para las personas justas- ni caer en la desesperación. Puede ser desalentador ser testigos de la presencia del mal en el mundo, y podemos preguntarnos por qué Dios parece callado. Sin embargo, el Dios que sufrió en la Persona de Jesús nos ha mostrado que está activo tanto en los buenos como en los malos momentos. Siempre podemos confiar en Su gracia cuando sentimos que la carga es demasiado pesada.