Pregunta: ¿Por qué dice Miguel: "El Señor te reprenda" (Judas 1:9)?
Respuesta:
En la breve y a menudo ignorada epístola de Judas, el arcángel Miguel le dice al diablo: "El Señor te reprenda" (Judas 1:9). El contexto de la reprensión de Miguel al diablo fue una disputa sobre el cuerpo de Moisés. Judas no proporciona más detalles sobre esta disputa, pero aun así hay cosas que podemos aprender de ella.
Para comprender el peso de la reprimenda del Señor, debemos examinar la naturaleza de la disputa entre Miguel y el diablo. Judas afirma simplemente que Miguel discutió con el diablo sobre el cuerpo de Moisés. Para complicar las cosas, este incidente no se menciona en ninguna otra parte de las Escrituras, dejando a los lectores que especulen sobre las circunstancias exactas que rodearon esta contienda espiritual.
Una posible explicación radica en la importancia de Moisés, uno de los profetas más destacados del Antiguo Testamento. Es el más recordado por haber guiado a los israelitas desde Egipto hasta la Tierra Prometida. Además, se le atribuye la redacción de los cinco primeros libros de la Biblia (también conocidos como el Pentateuco). Debido a la prominencia de Moisés en el plan redentor de Dios, el diablo podría haber deseado profanar o hacer mal uso del cuerpo de Moisés. Miguel, el arcángel encargado de defender al pueblo de Dios (Daniel 12:1), protegió el cuerpo de Moisés contra los planes malévolos de Satanás.
La respuesta de Miguel, "El Señor te reprenda" (Judas 1:9), revela una profunda verdad teológica sobre la autoridad divina. A diferencia de los conflictos humanos, las batallas espirituales no se libran con puños y espadas. En 2 Corintios 10:4, el apóstol Pablo señala exactamente esto: "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas". La palabra "nuestra" se aplica tanto a los ángeles como a los humanos. En otras palabras, incluso Miguel, un poderoso ser angélico, debe someterse al poder divino y a la autoridad de Dios para reprender al diablo.
La humildad de Miguel reconoce que el poder para enfrentarse al diablo y reprenderlo procede únicamente de Dios. Esto refleja el principio bíblico de que toda autoridad pertenece a Dios (cf. Mateo 28:18), e incluso los ángeles más poderosos no actúan fuera de Su soberanía.
Las palabras de Miguel al diablo (Judas 1:9) se parecen a un encuentro en el Antiguo Testamento. En el libro de Zacarías, el sumo sacerdote, Josué, se presenta ante el ángel del Señor mientras Satanás acusa a Josué (Zacarías 3:1). En respuesta, el Señor reprende a Satanás con estas palabras: "El Señor te reprenda, Satanás" (Zacarías 3:2, NBLA). Este paralelismo refuerza la enseñanza bíblica de que los creyentes deben confiar en el poder y la autoridad de Dios frente a la oposición demoníaca. Solo el Señor tiene autoridad sobre Satanás.
La contienda entre Miguel y el diablo pone de relieve la realidad de la guerra espiritual. Aunque el mundo espiritual no se ve, existe una batalla entre fuerzas cósmicas que compiten por nuestras almas. Para resistir las artimañas del diablo, debemos vestirnos con toda la armadura de Dios (Efesios 6:11) y someternos a Dios (Santiago 4:7).
Judas utiliza la confrontación entre Miguel y Satanás para resaltar la necesidad de humildad en la guerra espiritual. Los falsos maestros se estaban infiltrando en la iglesia, y parte de su engaño consistía en pronunciar palabras contra entidades espirituales como si tuvieran autoridad para hacerlo: "No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales" (Judas 1:8-10). La advertencia de Judas es contra hablar despectivamente de poderes espirituales de los que nadie sabe mucho. El orgullo de los falsos maestros les lleva a cometer semejante insensatez.
La reprimenda del Señor no es solo un desaire contra el diablo, sino también una declaración de la autoridad suprema de Dios. De ahí que la deferencia de Miguel hacia la autoridad del Señor modele una postura que todos los creyentes deberían emular ante la guerra espiritual. Mientras luchamos contra las fuerzas espirituales malignas, no olvidemos nunca que la victoria no viene de nuestra propia fuerza, sino de la fuerza del Señor: "El Señor es mi fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se regocija, y le daré gracias con mi cántico" (Salmo 28:7, NBLA).