Respuesta:
Juan 4:1-26 cuenta la experiencia de Jesús hablando con una mujer samaritana. Después de una larga caminata, Jesús se sentó a descansar junto a un pozo cuando una mujer samaritana se acercó a sacar agua. Jesús inició la conversación diciéndole: "Dame de beber" (versículo 7). La mujer se escandalizó y respondió: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?". (versículo 9). Se consideraba impropio que un varón judío tuviera trato social con una mujer, especialmente con una samaritana a la que los judíos habían despreciado durante mucho tiempo. Dejando a un lado la tradición y los prejuicios, Jesús respondió: "Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva" (Juan 4:10).
Los comentaristas bíblicos observan que la frase el don de Dios sólo aparece una vez en los Evangelios, aquí en Juan 4,10. Sin embargo, la palabra (dōrea en griego) aparece cuatro veces en Hechos, cada vez refiriéndose al "don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38; 8:20; 10:45; 11:17). El don de Dios del que habla Jesús en Juan 4:10 es el agua viva de la vida eterna que fluye a los creyentes a través del Espíritu Santo que mora en ellos.
Dios da muchos dones buenos (Santiago 1:17). En el clima árido de Samaria, se valoraba el agua como un don precioso de Dios. Sin embargo, Jesús ofreció a la mujer un don de Dios aún mejor, algo que ninguna fuente terrenal podría proporcionarle.
Antes de ascender al cielo, Jesús dijo a Sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta recibir un don prometido por el Padre: "Ahora enviaré al Espíritu Santo, tal como prometió mi Padre; pero quédense aquí en la ciudad hasta que el Espíritu Santo venga y los llene con poder del cielo" (Lucas 24:49, NLT; ver también Hechos 1:1-5).
Dios es la "fuente de agua viva" (Jeremías 2:13; 17:13). Cuando bebemos del Espíritu de Dios, recibimos un suministro sobrenatural que satisface el alma y que "que salte para vida eterna" (Juan 4:14).
Más adelante, en Juan 7:37-39, Jesús habló más sobre el don prometido de Dios: "¡Todo el que tenga sed puede venir a mí! ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: "De su corazón, brotarán ríos de agua viva"" (versículos 37-38). Luego Juan explicó: "(Con la expresión "agua viva", se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en él; pero el Espíritu aún no había sido dado,porque Jesús todavía no había entrado en su gloria)" (versículo 39).
El don de Dios es la salvación en Jesucristo (Juan 11:25-26; 1 Juan 5:11-12). Es un don porque no podemos ganarlo ni merecerlo (Efesios 2:8-9). El don de Dios es una vida nueva, generada y suministrada por el Espíritu Santo (Juan 3:5-8; 6:63; Romanos 8:10; 1 Corintios 15:45; 2 Corintios 3:6). Este don es para todos (Juan 3:16), y es gratuito (Romanos 5:15; 6:23; Apocalipsis 22:17). El apóstol Pablo dijo que este don de Dios es demasiado maravilloso para describirlo con palabras (2 Corintios 9:14-15).
El don divino del Espíritu Santo capacita y da poder a los creyentes para ser embajadores de Cristo y triunfar sobre las fuerzas de maldad de este mundo (Juan 14:16; Romanos 8:26-27; Hechos 1:8; 2:16-17; 6:9-10; 10:44; 1 Corintios 12; 14: Hebreos 2:4; 1 Pedro 1:12). Los creyentes son guiados por el Espíritu de Dios (Romanos 8:14) y santificados mediante la obra del Espíritu (Romanos 15:16; 2 Tesalonicenses 2:13). Este don de Dios también inspiró la escritura de las Escrituras (2 Pedro 1:20-21). El don de Dios es el agua viva de la vida eterna que sustenta el alma, y es nuestro en Jesucristo mediante el don del Espíritu Santo. ¡Qué don tan indescriptible!