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Pregunta: "¿Qué principios deberían distinguir a una empresa cristiana? ¿De qué manera debería influir el hecho de ser cristiano en la forma de hacer negocios?"

Respuesta:
Un estudio reciente realizado por la organización Gallup y el Centro Nacional de Investigación de Opinión reveló que el 78% de todos los estadounidenses afirman que desean experimentar alguna forma de crecimiento espiritual. De este grupo, la mitad sentía que estaban demasiado ocupados con sus profesiones como para disfrutar de Dios o incluso dedicar suficiente tiempo al desarrollo de su vida espiritual. Y cuando se les preguntó sobre su lugar de trabajo, se descubrió que, cuando las empresas ofrecían programas de orientación espiritual, no sólo se sentían más tranquilos y relajados, sino que, de hecho, eran más productivos.

Asimismo, se descubrió que quienes trabajaban para organizaciones empresariales cristianas en las que se fomentaban los valores espirituales, se sentían menos temerosos y más comprometidos con sus objetivos laborales, así como menos proclives a comprometer sus valores. Ian Mitroff, profesor de la Escuela de Negocios de la USC, afirma que "la espiritualidad podría ser la ventaja competitiva definitiva".

Entonces, ¿cuáles son los principios clave que distinguen a estas organizaciones que conceden gran importancia a los valores cristianos? Aunque podríamos nombrar muchos, hay tres principios bíblicos que sobresalen y que definen a una empresa cristiana que merezca ese nombre.

El primero es la integridad. La integridad tiene que ver con una vida centrada en Cristo. Se trata de hacer lo que es correcto en lugar de lo que es conveniente. Una organización con integridad tomará sus decisiones comerciales según las normas y los principios de Dios: justicia, verdad y honestidad. Es decir, hay congruencia entre lo que la organización dice y lo que practica. Nadie puede señalar con el dedo a una empresa así y exclamar de forma justificada: "¡Hipócrita!". Sócrates (469-399 a.C.) afirmó: "La mejor manera de vivir con honor en este mundo es ser lo que pretendemos ser". Una empresa cristiana es el arquetipo de la integridad. Esto significa que "somos quienes decimos ser". Si una organización quiere ser reconocida como una organización ejemplar, cuyo objetivo es glorificar a Dios a través de su compromiso con la excelencia en su servicio y producto, siempre debe honrar a Dios y conocer a fondo su papel y misión en un mundo impío. Tal organización nunca olvida que Dios la ha llamado a ser Su testigo en el mundo perdido en el que realiza sus negocios.

Cuando las organizaciones empresariales se comprometen con la búsqueda de la excelencia, exaltan la Palabra de Dios. Y como reveló el estudio de Gallup y el Centro Nacional de Investigación, también demuestran el poder de Dios para transformar vidas, no sólo a través de sus empleados, sino también con sus clientes.

Por último, una empresa cristiana debe comprometerse con su personal. Esto incluye el área de la compensación justa, el reconocimiento del rendimiento y la provisión de oportunidades de crecimiento, tanto profesional como personal. Se ha comprobado que las organizaciones que reconocen las necesidades de su gente y crean oportunidades para que puedan satisfacerlas, son capaces de sacar lo mejor de ellos. El apóstol Pablo se refirió indirectamente a las relaciones entre empleadores y empleados. A los que trabajan para otros, Pablo les dio esta orden: "Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís" (Col 3:22-24).

A los empleadores, Pablo les dijo: "Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos" (Colosenses 4:1). Pablo dio este mandamiento a los empleadores porque, al igual que sus empleados dependen de ellos, ellos mismos tienen alguien a quien rendir cuentas: su Amo en los cielos. Los empresarios no pueden esperar ser tratados con justicia por Dios si no tratan con justicia a sus empleados. Los comentarios de Pablo sobre la relación empleado/empleador implican la sumisión mutua de los empleados a sus empleadores y viceversa. También los empleados deben tratar a sus jefes con respeto y "no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios" (Efesios 6:6).

En todas las cosas, tanto para los empleadores como para los empleados, Cristo debería ser el modelo para las empresas cristianas, porque Él era conocido por ser un hombre íntegro, incluso entre Sus enemigos (Mateo 22:16).

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