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Pregunta: ¿Qué significa que en Él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28)?

Respuesta:
En Hechos 17:22-31, encontramos el magistral sermón de Pablo ante el Areópago de Atenas. El apóstol misionero comienza presentando un "dios totalmente desconocido" a su orgullosa e intelectual audiencia pagana griega. A continuación, Pablo presenta al Dios de la Biblia, que es Creador del Universo, Dador y Sustentador de la Vida, Gobernante de las Naciones, y el Único Dios Verdadero, que está lo suficientemente cerca como para revelarse a aquellos que lo buscan. Luego, citando directamente la antigua literatura poética griega, Pablo dice: "Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos" (Hechos 17:28).

Pablo, muy afligido por la idolatría que veía en Atenas (Hechos 17:16), se sintió movido a compartir las buenas nuevas de salvación con esta gente. No pasó mucho tiempo antes de que se le presentara tal vez la mayor oportunidad de todo su ministerio: compartir el Evangelio con el legendario consejo supremo de Atenas, el Areópago. Con su extraordinario don para saber cómo dirigirse a cualquier multitud, Pablo utiliza una cita del poeta cretense del siglo VI a.C. Epiménides de Cnosos para ilustrar su enseñanza a los sofisticados filósofos del Areópago.

El pecado nos separa de Dios, pero Él "no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos", predicó Pablo (Hechos 17:27-28). Citó a los poetas de la multitud para captar su atención y exponer la contradicción de su pensamiento. Quería que los atenienses supieran que Dios no es un ídolo sin vida, hecho por manos humanas con madera, oro, plata o piedra. Es un Dios vivo, y en Él vivimos. La palabra vivir es una traducción de la palabra griega clásica que designa la vitalidad física de la vida. Expresa la realidad de que las criaturas vivas se levantan y se mueven con energía propia, a diferencia de los ídolos que simplemente permanecen quietos. No se pueden mover si no es por la fuerza y la voluntad humanas.

La siguiente afirmación de Pablo, "Porque linaje suyo somos" (versículo 28), también palabras de un antiguo poeta-filósofo estoico, desarrolla aún más esta idea. Los seres humanos son hijos de Dios. Él es su Padre en sentido natural (Génesis 1:27; Malaquías 2:10; Lucas 3:38; Efesios 3:14), demostrando así que el Dios vivo es muy superior a los ídolos muertos.

Aunque en Él vivimos, nos movemos y somos es una frase secular, no por ello es menos exacta desde el punto de vista bíblico.

En Él vivimos.

Ninguna otra palabra expresa más perfectamente nuestra constante dependencia de Dios. Él es la fuente original y el manantial de la vida (Salmo 36:9). La Escritura nos dice que Dios es el dador de la vida y del aliento (Génesis 2:7; Hechos 17:25). La humanidad le debe a Dios todas las cualidades y capacidades de la vida.

Jesús dijo: "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven" (Lucas 20:38). Los creyentes experimentan la plenitud de la vida mediante una relación con Dios en Jesucristo (Juan 6:33; Colosenses 2:6-15; Romanos 6:3-11). Jesús, que es Dios en carne, es "la resurrección y la vida". Todo el que cree en Él recibe Su vida (Juan 11:25), y Él da la vida a quien quiere (Juan 5:21).

En Él nos movemos.

Nuestra fuerza, tanto física como espiritual, procede de Dios (Salmo 68:35). "Él da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor. Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas" (Isaías 40:29-31, NBLA). Una vez más, estas palabras comunican nuestra absoluta y continua confianza en Dios. Incluso para realizar el más mínimo movimiento, dependemos totalmente de Él.

Si en Él nos movemos, todo lo que hagamos debe hacerse con amor (1 Corintios 16:14) porque Dios es amor (1 Juan 4:8). Como dependemos de Dios, cada movimiento que hagamos debe realizarse para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).

En Él somos.

La vida es un regalo. Le debemos nuestra existencia a Dios (Eclesiastés 5:19; Romanos 6:23). Él nos sostiene en todo momento; nos sostiene con Su poderosa Palabra (Hebreos 1:3). Todos hemos sido creados por Dios, y en Él todas las cosas permanecen unidas (Colosenses 1:16-17). No podemos existir sin Él.

En Él vivimos, y nos movemos, y somos significa que toda nuestra existencia depende totalmente de Dios.

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