Pregunta: Desde el punto de vista bíblico, ¿cómo se logra un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida?
Respuesta:
Como seres creados a imagen de Dios, compartimos Sus atributos comunicables, es decir, somos como Él en ciertos aspectos (Génesis 1:26). Por ejemplo, Dios es productivo: crea, construye, mantiene, repara y protege Su obra. Dios está ocupado. No está ocioso, y como almas vivientes hechas a Su imagen, no debemos ser seres ociosos.
Ve, mira la hormiga, perezoso,
Observa sus caminos, y sé sabio.
La cual sin tener jefe,
Ni oficial ni señor,
Prepara en el verano su alimento
Y recoge en la cosecha su sustento.
¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
"Un poco de dormir, un poco de dormitar,
Un poco de cruzar las manos para descansar",
Y vendrá tu pobreza como vagabundo,
Y tu necesidad como un hombre armado (Proverbios 6:6–11, NBLA).
El Jardín del Edén, antes de la caída, se ajusta a la descripción del paraíso en todos los sentidos, y sin embargo, la primera pareja no pasó sus días y noches holgazaneando en hamacas. Dios les dio dominio sobre la creación, y con el dominio vino la responsabilidad (Génesis 2:15). Adán y Eva se mantuvieron ocupados. Y lo mismo deberíamos hacer nosotros.
El apóstol Pablo, cuyos incansables esfuerzos misioneros abarcaron los confines del mundo conocido, condenó enérgicamente la ociosidad:
Ahora bien, hermanos, les mandamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la doctrina que ustedes recibieron de nosotros. Pues ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo, porque no obramos de manera indisciplinada entre ustedes, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que con dificultad y fatiga trabajamos día y noche a fin de no ser carga a ninguno de ustedes. No porque no tengamos derecho a ello, sino para ofrecernos como modelo a ustedes a fin de que sigan nuestro ejemplo. Porque aun cuando estábamos con ustedes les ordenábamos esto: Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque oímos que algunos entre ustedes andan desordenadamente, sin trabajar, pero andan metiéndose en todo. A tales personas les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo, que trabajando tranquilamente, coman su propio pan (2 Tesalonicenses 3:6–12, NBLA).
El apóstol Pablo reprendió además a quienes no mantuvieran a sus familias por ser peores que los incrédulos (1 Timoteo 5:8).
En la encarnación, el Hijo de Dios abandonó los salones sagrados del cielo para desempeñar el papel de siervo (Marcos 10:45). Viajó, enseñó, consoló, sanó y entabló relaciones duraderas con quienes, en última instancia, continuarían Su obra. ¿Qué no hizo Jesús? Aunque era Rey, no vivía suntuosamente en un palacio. Aunque era príncipe, evitó las galas y los adornos de los privilegiados. Aunque plenamente divino, no utilizó Sus poderes milagrosos en aras de Su propia comodidad y facilidad. Por el contrario, el exigente horario de nuestro Señor Jesús a menudo resultaba en cansancio (Juan 4:6). Trabajaba duro. Tenía un trabajo que hacer, y no fue negligente en Sus obligaciones. Hacemos bien en seguir el ejemplo de nuestro Señor, porque nadie que sea perezoso puede pretender ser como Cristo.
Dicho esto, no fuimos creados como máquinas sin un interruptor de apagado. El cansancio extremo y el agotamiento no son virtudes piadosas. Así como Dios "descansó" en el séptimo día de la creación (Génesis 2:2), nosotros debemos dejar a un lado nuestras labores para descansar, reflexionar y recrearnos. Un día de descanso es para nuestro beneficio. Dios quiere que volvamos a guardar nuestras herramientas en la caja, que cuidemos de nuestras familias, que aliviemos nuestras mentes y cuerpos, y que dediquemos tiempo a Él. Debemos estar quietos y saber que Él es Dios (Salmo 46:10).
Aunque Dios aborrece la pereza, no es un capataz cruel. No se alza sobre nosotros con un látigo, sino que dice: "mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11:30). Dios es el autor del placer (Salmo 16:11), pero ¿cómo puede disfrutar de la plenitud de Sus muchas bendiciones quien insiste en trabajar de sol a sol?
Volviendo a 1 Timoteo 5:8, "porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo". Una lectura superficial de este pasaje podría llevarnos a pensar que Pablo se refería estrictamente al sustento económico de la familia. Nuestros cónyuges y nuestros hijos necesitan y merecen nuestro tiempo. No basta con pagar las facturas: también debemos prestar atención a los que viven en nuestra casa. Los papás y las mamás demasiado preocupados por los asuntos de la oficina, no tienen tiempo para atender las necesidades de sus familias en casa, y todos sufren las consecuencias. Los niños necesitan la participación activa de sus padres.
¿Cuánto tiempo hay que dedicar a ganarse la vida y cuánto a vivirla? Primero debemos determinar con precisión nuestras prioridades. Atendamos a los asuntos según su medida de importancia. Priorizar según la Biblia nos ayudará a lograr el equilibrio adecuado entre trabajo y vida.