Pregunta: ¿Qué significa escoger la vida (Deuteronomio 30:19)?
Respuesta:
En Deuteronomio 30:19-20, encontramos una de las comunicaciones más directas de las Escrituras con respecto a las decisiones que tomamos y la voluntad de Dios para Su pueblo: "Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir! Puedes elegir esa opción al amar, al obedecer y al comprometerte firmemente con el Señor tu Dios. Esa es la clave para tu vida" (Deuteronomio 30:19-20, NTV).
Cuando Moisés se acerca al final de su ministerio, aconseja al pueblo de Dios que escoja la vida. Describe la manera de hacerlo: "amando al Señor tu Dios, escuchando Su voz y allegándote a Él" (Deuteronomio 30:20). Moisés repasa los términos del pacto, explicando al pueblo de Israel que caminar en una relación de pacto con Dios significa tomar la decisión radical de comprometerse totalmente con el Señor y Sus caminos (ver Éxodo 19:3-9; Josué 24:15-24). Escoger al Señor es escoger la vida.
Escoger la vida indica que las personas tienen una elección, una decisión que tomar. Escogemos la vida eligiendo a Dios. Cuando respondemos al Señor con fe, amor y obediencia, recibimos la vida eterna. Bajo el Antiguo Pacto, Israel recibió vida abundante con toda la bondad de Dios y bendiciones físicas (Deuteronomio 11:26; 30:2-10; 15; Salmo 21:4-6). Bajo el Nuevo Pacto, los creyentes en Cristo reciben vida abundante (Juan 10:10; Efesios 1:3-14).
Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25). Elegimos la vida cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y nos dedicamos a seguirle. Él se convierte en nuestra vida (Colosenses 3:4). El Señor da a Sus seguidores "una vida plena y abundante" (Juan 10:10, NTV). Nuestra obediencia a Dios nos trae vida ahora en toda su plenitud, así como vida eterna (Juan 17:3; Salmo 16:11). Pero la desobediencia acarrea la mayor de las maldiciones: la muerte y la destrucción ahora y para siempre (Mateo 7:13; 2 Tesalonicenses 1:8-9; Hebreos 2:2-3).
La vida que Dios ofrece—la vida que Israel debía escoger—se vivía en la adoración a Dios, en la pureza, la justicia, la equidad hacia los débiles y los pobres, y a través de la obediencia a todas las instrucciones que Moisés había establecido. Escoger la vida era elegir el camino del Señor por encima del propio. Cualquier otra elección conduciría a la tragedia y a la muerte.
El llamado de Moisés a escoger la vida no consistía solo en obedecer reglas. Era un llamado al corazón: "Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos Sus caminos, que lo ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma" (Deuteronomio 10:12, NBLA; ver también Deuteronomio 6:5; 11:13-14). Jesús formuló este mismo llamamiento como el primer y más grande mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22:37-38).
Amar al Señor es el primer paso para escoger la vida. Cuando amamos al Señor, deseamos conocerlo íntimamente. Oímos Su voz y le seguimos (Juan 10:3, 27). Una característica de la relación entre un pastor y su rebaño es que las ovejas siempre reconocen la voz de su pastor. A medida que conocemos íntimamente al Señor, nos damos cuenta de que Él es nuestro Gran Pastor (Hebreos 13:20). Cuando sentimos la tentación de desviarnos a la derecha o a la izquierda, nuestro Pastor está ahí, indicándonos el camino correcto (Isaías 30:21). Obedeceremos y seguiremos la voz del Señor porque lo conocemos y confiamos en Él profundamente.
Escogemos la vida cuando elegimos a Dios, que es el dador y sustentador de la vida (Hechos 17:25). La Biblia dice que Dios sopló el aliento de vida en los seres humanos (Génesis 2:7). Puesto que nuestras vidas son un regalo de Dios (Salmo 139:13; Hechos 17:28), nuestro mayor objetivo debe ser vivir para Él. Jesús dijo: "Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás" (Mateo 10:39, NTV). Escogemos la vida dejando de lado los deseos egoístas y viviendo por amor a Él. Entonces podremos decir como el apóstol Pablo: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:21).