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Pregunta: ¿Qué significa esperar en el Señor (Salmo 27:14, NBLA)?

Respuesta:
En los Salmos, los Proverbios y muchos otros libros de la Biblia, encontramos mandatos de "esperar en el Señor" como este: "Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor" (Salmo 27:14, NBLA). Algunas traducciones modernas usan "espera en el Señor". Para los lectores en español, la idea de esperar en el Señor podría parecer un ejercicio pasivo, pero un estudio más detenido revela que no es nada de eso.

La confianza paciente y confiada en el Señor es la idea central de la exhortación a esperar en el Señor. Todo el Salmo 27 es una oración a Dios pidiendo ayuda. Ilustra bellamente el significado de esperar en el Señor. A lo largo de las elocuentes líneas del salmo, David expresa una fe auténtica y una valiente confianza en Dios, basada en su confiada expectativa de que el Señor le rescatará y salvará en los momentos de angustia.

En primer lugar, vemos que podemos esperar en el Señor confiando en Él. David expresó una gran confianza en el Señor, que era su luz, su salvación y su fortaleza (Salmo 27:1-2). Este tipo de confianza dinámica disipa el miedo y la desesperación: "Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado" (versículos 2-3).

Podemos esperar en el Señor buscándole. David expresó su confianza en el Señor, anhelando estar con Él, tener comunión en la presencia de Dios y adorar en Su templo: "Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para meditar en Su templo" (Salmo 27:4, NBLA). En la morada de Dios, alabando y adorando al Señor, David se sentía seguro y protegido: "Porque en el día de la angustia me esconderá en Su tabernáculo; en lo secreto de Su tienda me ocultará; sobre una roca me pondrá en alto. Entonces será levantada mi cabeza sobre mis enemigos que me cercan, y en Su tienda ofreceré sacrificios con voces de júbilo; cantaré, sí, cantaré alabanzas al Señor" (versículos 5-6, NBLA).

Podemos esperar en el Señor a través de la oración, como hizo David, esperando ansiosamente la liberación (Salmo 27:7-14). David pidió a Dios sabiduría, dirección (versículo 11) y protección (versículo 12), creyendo plenamente que "había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes" (versículo 13, NBLA). Los que esperan en el Señor pueden confiar plenamente en que Él hará realidad su esperanza: "Ciertamente ninguno de los que esperan en Ti será avergonzado" (Salmo 25:3, NBLA).

Esperar en el Señor implica la expectativa confiada de un resultado positivo en el que depositamos una gran esperanza. Esta expectativa se basa en el conocimiento de Dios y en la confianza en Él. Los que no conocen al Señor no esperarán en Él; tampoco lo harán los que no confían en Él. Debemos confiar en quién es Dios y en lo que es capaz de hacer. Los que esperan en el Señor no se desaniman en sus oraciones: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye" (1 Juan 5:14). Esperar en el Señor renueva nuestras fuerzas (Isaías 40:31). Esperar en el Señor confiando, buscando y orando, establece nuestra fe y trae serenidad y estabilidad: "Esperé pacientemente al Señor, y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto, y temerán y confiarán en el Señor" (Sal 40:1-3, NBVLA). Como afirma este pasaje, esperar en el Señor es también un testimonio para los demás, que verán nuestra fe y, como resultado, pondrán su confianza en Dios.

Esperar en el Señor trae las bendiciones de Dios: "Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera" (Isaías 64:4; ver también 1 Corintios 1:7).

A veces sentimos que el Señor no nos ve ni nos escucha, que no responde a nuestras oraciones. En esos momentos, podemos poner toda nuestra fe y confianza en el Dios vivo. Podemos esperar en el Señor con ansiosa anticipación, sabiendo que Él está con nosotros y en control de nuestras vidas. Él hará lo que ha prometido. Nos rescatará y nos salvará. Él siempre está obrando para nuestro bien, incluso cuando no lo sentimos (Romanos 8:28). A través de la confianza, la búsqueda y la oración paciente, valiente y activa, podemos aprender a esperar en el Señor.

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