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Pregunta: ¿Qué significa ser fervientes en espíritu (Romanos 12:11)?

Respuesta:
El apóstol Pablo anima a los creyentes a amarse y servirse unos a otros no solo con sacrificio, sino también con entusiasmo: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor" (Romanos 12:11).

Las traducciones de "En lo que requiere diligencia, no perezosos" varían desde "nunca dejen de ser diligentes" (NVI), "Trabajen con mucho ánimo, y no sean perezosos" (TLA), y "Esfuércense, no sean perezosos" (DDH). En el griego original, el verbo "ser ferviente" se refiere a estar emocionalmente encendido, entusiasmado o emocionado. El concepto es el de una olla llena de agua hirviendo sobre una llama. Cuando Pablo les dice a los cristianos "fervientes en espíritu", quiere decir que deben dejar que sus vidas demuestren la presencia vibrante del Espíritu Santo como agua hirviendo sobre una llama. Una olla de agua hirviendo está activa, hirviendo, emitiendo vapor y calor. No está estancada, inactiva o apática.

Pablo quiere que los creyentes usen toda su energía espiritual, entusiasmo y devoción en ministrar a los demás mientras sirven al Señor. Incluso frente a una oposición severa, Pablo insta a los corintios: "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Corintios 15:58). Nuestra vocación a la santidad exige que nos apasionemos por la pureza, amemos con sinceridad y sirvamos a Dios de todo corazón (1 Pedro 1:13-22).

La expresión fervientes en espíritu se utiliza en otro lugar del Nuevo Testamento para describir el ministerio de Apolos: "Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan" (Hechos 18:25). Este pasaje proporciona una valiosa visión de lo que significa ser "ferviente en espíritu". Apolos era a la vez ferviente y entendido. Después de ser guiado por Priscila y Aquila, Apolos se convirtió en un valioso recurso para la iglesia.

El fervor espiritual no se debe confundir con el emocionalismo. El celo piadoso debe estar moderado por una base sólida en la verdad bíblica, el discernimiento y la percepción espiritual (Romanos 10:1-4). Sin conocimiento, el entusiasmo espiritual puede descarriarse gravemente (Filipenses 3:6; Gálatas 1:13-14; 4:17-18).

Pablo menciona a Tito y a muchos otros creyentes que eran fervientes en espíritu, con corazones deseosos de hacer el bien y servir a Dios con entusiasmo (2 Corintios 8:16-17; 9:2; Gálatas 2:10). El apóstol Pedro describe a los fervientes en espíritu como personas deseosas de "apartarse del mal y hacer el bien" y de "buscar la paz y seguirla" (1 Pedro 3:10-13).

Pedro exhorta a los ministros a "[cuidar] del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios" (1 Pedro 5:2, NTV). En 2 Pedro 1:10, el apóstol aconseja: "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás". Pedro vuelve a insistir: "procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (2 Pedro 3:14).

Solo por la gracia de Dios y la acción de Su Espíritu en nosotros podemos desarrollar un celo espiritual que nos permita "rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con dominio propio, justicia y devoción, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien" (Tito 2:11-14, NVI).

Como seguidores de Cristo, quizá la manera más excelente de ser fervientes en espíritu sea cultivar los dones del Espíritu Santo y el fruto del Espíritu, tanto personalmente como en la iglesia (1 Corintios 12:1-13:13; Gálatas 5:22-26). No debemos estar motivados por la ambición egoísta, sino esforzarnos por edificar la iglesia con amor (Romanos 12:3-8; 1 Corintios 14:12). Ser fervientes en espíritu también significa ser diligentes en la oración (Efesios 6:18; Santiago 5:16) y estudiar la Palabra de Dios (Hechos 17:11; Romanos 12:12; 2 Timoteo 2:15; Santiago 5:16; Colosenses 4:2).

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