Pregunta: ¿Cómo puedo guardar la Palabra de Dios en mi corazón (Salmo 119:11)?
Respuesta:
La incomparable importancia y poder de la Palabra de Dios en la vida de quienes la aman, honran y obedecen es el tema del Salmo 119. En el versículo 11, el salmista reconoce: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti", enfatizando la cualidad purificadora de la Palabra de Dios para evitar que los creyentes se desvíen hacia el pecado. La obediencia externa proviene de tener las Escrituras enterradas en lo más profundo de nuestro corazón como un tesoro de valor incalculable.
¿Cómo podemos guardar la Palabra de Dios en nuestro corazón? Empecemos por comprender mejor lo que dice el salmista. La palabra "guardar" en el hebreo original significa "atesorar, considerar de gran valor, esconder, conservar, almacenar". Las traducciones van desde "En mi corazón he atesorado Tu palabra" (NBLA), a "He guardado tu palabra en mi corazón" (NTV), a "En mi corazón atesoro tus dichos" (NVI).
La Palabra de Dios es el agente de Su Espíritu usado para limpiar los corazones de todos los que creen en Cristo y son salvos (Efesios 5:25-27). Y es a través de guardar la Palabra de Dios firmemente plantada en nuestros corazones y vivir de acuerdo a lo que dice que los creyentes continúan caminando en santidad (Salmo 37:31; 119:9).
El Señor ordenó a Israel: "Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (Deuteronomio 11:18-20). Este pasaje menciona varias maneras de esconder, atesorar y guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones. Explorémoslas en detalle.
Leer
Uno de los primeros pasos para guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones es leer la Biblia. A través de las Escrituras llegamos a conocer a Dios y a comprender Su plan para nuestras vidas (2 Timoteo 3:16; Hebreos 4:12; Salmo 119:105). Todo cristiano debe seguir un método constante de lectura de la Biblia.
Escuchar
Proverbios 2:1-5 transmite los beneficios de escuchar la Palabra de Dios: "Hijo mío, presta atención a lo que digo y atesora mis mandatos. Afina tus oídos a la sabiduría y concéntrate en el entendimiento...Búscalos como si fueran plata, como si fueran tesoros escondidos. Entonces comprenderás lo que significa temer al Señor y obtendrás conocimiento de Dios" (NTV).
Romanos 10:17 dice: "Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo" (NTV). La Palabra hablada de Cristo -la predicación del mensaje evangélico- tiene el poder de producir fe y revelar a Cristo. En tiempos de Jesucristo, las Escrituras se leían en voz alta en las sinagogas y se recitaban en los hogares. Cuando escuchamos las Escrituras, ya sea con música o leídas en voz alta, reforzamos la Palabra de Dios en nuestros corazones.
Escribir
Proverbios 7:1-3 afirma: "Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón". Escribir nuestros pensamientos mientras leemos y escuchamos la Biblia nos ayudará a aclarar y fortalecer esas verdades bíblicas en nuestro corazón (Éxodo 34:27; Deuteronomio 6:6, 8-9; Habacuc 2:2).
Hablar de ella
Hablar sobre la Palabra de Dios con nuestros hijos, cónyuge, amigos y miembros de grupos pequeños, fortalecerá, iluminará y solidificará aún más sus enseñanzas en nuestros corazones y mentes (Deuteronomio 6:7).
Estudiar
La Biblia nos insta a estudiar las Escrituras para comprenderlas mejor (Hechos 17:11). El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Utiliza una Biblia de estudio y otros recursos que te ayuden a aprehender con precisión lo que dicen las Escrituras, no superficialmente, sino históricamente y en el contexto adecuado.
Meditar
La Biblia también nos anima a deleitarnos "en la ley del Señor meditando en ella día y noche" (Salmo 1:2, NTV). Debemos meditar en las instrucciones y promesas de Dios día y noche (Salmo 119:97, 148). Al meditar continuamente en la Palabra de Dios, atesorándola, almacenándola y guardándola en nuestro corazón, transformará literalmente nuestra forma de pensar y de comportarnos (Romanos 12:2).