Respuesta:
La definición de idolatría, según Webster, es "la adoración de ídolos o la devoción excesiva a algo, o reverencia por alguna persona o cosa". Un ídolo es cualquier cosa que reemplaza al único y verdadero Dios. La forma de idolatría más común en los tiempos bíblicos era la adoración de imágenes que se creía que representaban a las diversas deidades paganas.
Desde el principio, el pacto de Dios con Israel se basó en la adoración exclusiva solo a Él (Éxodo 20:3; Deuteronomio 5:7). Los israelitas ni siquiera debían mencionar los nombres de los falsos dioses (Éxodo 23:13) porque hacerlo sería reconocer su existencia y dar crédito a su poder e influencia sobre las personas. A los israelitas se les prohibió casarse con otras culturas que adoraban a falsos dioses, porque Dios sabía que esto llevaría al compromiso. El libro de Oseas utiliza la imagen del adulterio para describir la continua persecución de Israel tras otros dioses, como una esposa infiel persigue a otros hombres. La historia de Israel es una triste crónica de idolatría, castigo, restauración y perdón, seguida de un regreso a la idolatría. Los libros de 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes y 1 y 2 Crónicas nos muestran este patrón destructivo. Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron sin cesar las terribles consecuencias para Israel si seguían en su idolatría. En su mayoría, no les hicieron caso hasta que fue demasiado tarde y la ira de Dios contra la idolatría se derramó sobre la nación. Pero nuestro Dios es misericordioso y nunca dejó de perdonar y restaurarlos cuando se arrepintieron y buscaron Su perdón.
En realidad, los ídolos son imponentes bloques de piedra o madera, y su poder solo existe en la mente de los adoradores. El ídolo del dios Dagón fue destruido dos veces por Dios para mostrar a los filisteos quién era Dios y quién no lo era (1 Samuel 5:1-5). El "concurso" entre Dios y su profeta Elías y los 450 profetas de Baal en el Monte Carmelo es un ejemplo impresionante del poder del verdadero Dios y la impotencia de los falsos dioses (1 Reyes 18:19-40). El testimonio de las Escrituras es que solo Dios es digno de adoración. La adoración de ídolos roba a Dios la gloria que le corresponde, y eso es algo que Él no va a tolerar (Isaías 42:8).
Incluso hoy en día hay religiones que se inclinan ante estatuas e íconos, una práctica prohibida por la Palabra de Dios. La importancia que Dios le da se refleja en el hecho de que el primero de los Diez Mandamientos se refiere a la idolatría: "No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen" (Éxodo 20:3-5 − LBLA).
La idolatría va más allá de la adoración de ídolos e imágenes y falsos dioses. Nuestros ídolos modernos son muchos y variados. Incluso para aquellos que no se inclinan físicamente ante una estatua, la idolatría es un asunto del corazón: el orgullo, el egocentrismo, la codicia, la gula, el amor por las posesiones y, por último, la rebelión contra Dios. ¿Acaso es extraño que Dios la aborrezca?