Pregunta: ¿Qué es la doctrina de la impasibilidad versus la pasibilidad de Dios?
Respuesta:
Ser "pasible" es ser "capaz de sentir, especialmente de sufrir" o ser "susceptible a la emoción". Cuando los teólogos hablan de la "pasibilidad" de Dios frente a Su "impasibilidad", se refieren a Su libertad para responder emocionalmente frente a una supuesta falta de empatía por Sus criaturas.
La doctrina de la pasibilidad de Dios tiene que ver con la teología del "sufrimiento" de Dios. ¿Acaso Dios sufre? ¿Puede realmente sentir dolor emocional? Algunos teólogos consideran que la impasibilidad de Dios es uno de Sus atributos, junto con la inmutabilidad, la omnisciencia o la eternidad. Consideran que Dios es "apático", en el sentido de que existe por encima de las emociones humanas y no se ve afectado por ellas. Otros consideran que la pasibilidad de Dios es uno de Sus atributos esenciales: insisten en que Dios sufre con nosotros.
Ambas posturas corren el riesgo de ir demasiado lejos. Cuando la doctrina de la impasibilidad divina se lleva al extremo, el resultado es el deísmo, que ve a Dios como frío, distante e impasible, un Dios que no se digna a interactuar con la humanidad. Por el contrario, cuando la doctrina de la pasibilidad divina se lleva al extremo, el resultado es el teísmo abierto, que considera que Dios no conoce el futuro y se sorprende tanto como nosotros ante cada uno de los acontecimientos.
Un argumento a favor de la doctrina de la impasibilidad de Dios es el hecho de la inmutabilidad de Dios (Su naturaleza inmutable). El razonamiento es que, si Dios "sufre" en respuesta a una fuente de dolor, entonces ¿no ha cambiado? Quienes defienden la impasibilidad no niegan que Dios tenga emociones, sino que afirman que las emociones de Dios son voluntarias e intencionadas, no reacciones instintivas a los acontecimientos terrenales. Además, según los defensores de la impasibilidad de Dios, el poder y la soberanía absolutos de Dios van en contra de Su sufrimiento: alguien que sufre debe estar sujeto a la circunstancia que causa el sufrimiento; por tanto, Dios no puede sufrir, ya que no está sujeto a nada.
Sin embargo, a favor de la doctrina de la pasibilidad de Dios, hay muchos pasajes de las Escrituras que parecen indicar que Dios sí responde emocionalmente a los acontecimientos de la Tierra. Es imposible leer gran parte de las Escrituras sin darse cuenta de que Dios siente compasión por Su pueblo (Isaías 14:1); que siente ira contra el pecado (Salmo 38:3); y que le duele el rechazo de Su amor y Su gracia (Lucas 19:41-42). Jesús, que es "la imagen misma" del ser de Dios (Hebreos 1:3), lloró ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35).
Jesús, que nos mostró al Padre (Juan 14:8-10), muchas veces manifestó que era pasible. Vemos la pasibilidad en la descripción que se hace de Él como nuestro Gran Sumo Sacerdote, capaz de "compadecerse de nuestras debilidades" (Hebreos 4:15). Los profetas predijeron que Jesús sería "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isaías 53:3).
Del mismo modo, los hijos de Dios deben participar en el sufrimiento de los demás. Pablo escribió desde la cárcel a la Iglesia diciendo: "Acordaos de mis prisiones" (Colosenses 4:18). El autor de Hebreos dice a la Iglesia: "Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados" (Hebreos 13:3). Es este sufrimiento con los que sufren lo que realmente define la pasibilidad. "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Romanos 12:15). Cuando el pueblo de Dios comparte el dolor de los demás, refleja la pasibilidad de Dios.
Los que defienden la pasibilidad de Dios afirman que es la simpatía divina y eterna de Dios la que le lleva a implicarse en Su creación y a permitir voluntariamente que Su corazón se conmueva por el sufrimiento de Su pueblo. Dios es trascendente, sí, pero no es distante. Afirmaciones bíblicas como "Dios es amor" (1 Juan 4:8) revelan a un Dios apasionado que escucha nuestros gritos de auxilio (Salmo 69:33), muestra compasión (Marcos 6:34) y conoce nuestro sufrimiento de primera mano (Hebreos 2:18).
La doctrina de la pasibilidad de Dios no enseña que Dios sea voluble, que cambie de temperamento o que no pueda controlar Sus respuestas. Dios nunca es víctima de las circunstancias. La doctrina de la pasibilidad sí enseña que Dios se involucra emocionalmente en Su creación; se involucra porque le importa.