Pregunta: ¿Cómo puede un joven limpiar su camino (Salmo 119:9)?
Respuesta:
El mensaje general del Salmo 119 es que las grandes bendiciones pertenecen a quienes aman, honran y obedecen la Palabra de Dios. En la segunda estrofa, el salmista se centra en el poder purificador de la Palabra de Dios, haciendo y respondiendo a esta pregunta: "¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra" (Salmo 119:9, NBLA).
La Nueva Traducción Viviente traduce este versículo así: "¿Cómo puede un joven mantenerse puro?Obedeciendo tu palabra". La santidad personal se aprehende viviendo de acuerdo con los mandamientos y preceptos que se encuentran en las Escrituras. El pasaje continúa afirmando: "Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Salmo 119:10-11). La obediencia exterior brota de un corazón interior que busca a Dios.
Cuando nos deleitamos en la ley de Dios y la tenemos escondida en lo profundo de nuestro corazón como un tesoro invaluable, nuestros pasos no vacilarán (Romanos 7:22; Salmo 37:31). Nos deleitaremos en hacer la voluntad de Dios (Salmo 40:8). Nuestros caminos serán limpios, porque la Palabra de Dios es una lámpara que ilumina nuestra senda (Salmo 119:105).
La Palabra de Dios tiene un efecto purificador (Juan 17:17). El apóstol Pablo enseñó que Jesucristo santifica a la iglesia "para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra" (Efesios 5:26). El apóstol Pedro dio fe de una purificación o limpieza del alma que se produce por la obediencia a la verdad: "la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1 Pedro 1:22-23). Cuando Jesús habló de ser la Vid verdadera, dijo a Sus discípulos: "Ustedes ya han sido podados y purificados por el mensaje que les di" (Juan 15:3, NTV).
El mensaje del Señor es Su verdad, Sus enseñanzas y Sus mandamientos en las Escrituras. Él nos revela Su Palabra para que podamos vivir de acuerdo con ella enteramente, sabiamente, con seguridad y bien. La Palabra de Dios es una fuerza purificadora para jóvenes y mayores. Pablo instruyó a los colosenses para que "la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Colosenses 3:16).
Un joven puede limpiar su camino haciendo de la búsqueda de la Palabra de Dios una forma de vida. Las Escrituras prometen que quienes son dirigidos por el camino de Dios desde una edad temprana nunca se apartarán de él (Proverbios 22:6; Efesios 6:4; Deuteronomio 11:19). Pablo le dijo a su protegido, Timoteo: "Desde la niñez, se te han enseñado las sagradas Escrituras, las cuales te han dado la sabiduría para recibir la salvación que viene por confiar en Cristo Jesús" (2 Timoteo 3:15, NTV).
La Palabra de Dios debe ser nuestra consejera (Salmo 119:24), sanadora (Salmo 107:20), alentadora (Hechos 20:32) y proveedora de esperanza, fe, verdad y vida (Romanos 15:4; Colosenses 1:5-6). Pedro dijo: "Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios" (1 Pedro 1:23, NTV).
El escritor de Hebreos describe la poderosa y purificadora influencia de la Palabra de Dios en nuestras vidas: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).
Las Escrituras rebosan sabiduría práctica para los jóvenes que desean mantenerse puros. El primer paso de limpieza en nuestro camino de fe es el arrepentimiento y la confesión del pecado, no solo una vez, sino siempre que caigamos en pecado (1 Juan 1:9; Santiago 5:16). La Biblia nos enseña a huir de la tentación (Santiago 1:14; 1 Corintios 10:13) y de toda forma de maldad (1 Tesalonicenses 5:22), a renovar nuestra mente (Romanos 12:2; Filipenses 4:8), a tratar a las jóvenes como hermanas con toda pureza (1 Timoteo 5:2) y a rodearnos de mentores e influyentes piadosos que nos hagan rendir cuentas (Gálatas 6:1-5; 1 Tesalonicenses 5:11; Hebreos 10:25). Estas son solo unas cuantas pautas bíblicas para mantener puro nuestro camino.
¿Cómo puede un joven limpiar su camino? De la misma manera que lo hacen todos los creyentes: aceptando la Palabra de Dios y dejando que siga haciendo su obra en nosotros (1 Tesalonicenses 2:13). Si nos deleitamos en la Palabra de Dios, la estudiamos, reflexionamos en ella y meditamos en ella día y noche, mantendremos puras nuestras vidas mediante la obediencia (2 Timoteo 2:15; Salmo 1:2; 119:15, 97).