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Pregunta: ¿Por qué dijo Jesús que la justicia de los discípulos debía ser mayor que la de los escribas y fariseos (Mateo 5:20)?

Respuesta:
En el Sermón del Monte (Mateo 5-7), Jesús explica que la gente necesitaba cambiar de opinión sobre cómo podían entrar en el reino de los cielos (también llamado reino de Dios). La justicia de los discípulos tenía que superar la justicia de los escribas y fariseos (Mateo 5:20).

Los profetas habían explicado que el reino celestial eterno de Dios vendría un día a la tierra y, a partir de entonces, Dios moraría en la tierra con la humanidad. El cambio de dirección del reino fue prometido por primera vez a David en 2 Samuel 7. Esa promesa empezará a cumplirse en Apocalipsis 19-20, cuando Jesús regrese a la tierra en gloria e instale Su reino en Jerusalén. Aunque los oyentes de Jesús esperaban la llegada del reino del Mesías, pensaban que podían formar parte de ese reino simplemente por estar emparentados con Abraham o por seguir la Ley de Moisés. Jesús explica de varias maneras a lo largo de Su Sermón del Monte que la justicia de los discípulos debía superar la justicia de los escribas y fariseos.

Mateo 5:1 dice que se habían reunido multitudes para oír a Jesús. Cuando muchos llegaron, se dirigió a un lugar alto (una colina o un monte) y empezó a enseñar a Sus discípulos de forma que todos pudieran oírle. Jesús habló primero de algunas de las bendiciones del reino (Mateo 5:2-12). Después explicó algunas de las responsabilidades de ese reino. Explicó que no había venido a abolir la Ley y los Profetas (una referencia a las Escrituras hebreas), sino que había venido a cumplirlos (Mateo 5:17-18). Ni siquiera una pequeña jota de la Palabra de Dios pasaría hasta que Él hubiera cumplido todo lo que había venido a realizar.

Jesús no estaba introduciendo una nueva forma de entrar en el reino; más bien, estaba ayudando a la gente a comprender de qué hablaban las Escrituras hebreas. En parte, debido a las falsas enseñanzas de los escribas y los fariseos, la gente pensaba que podía ganarse la entrada en el reino por su esfuerzo o por su herencia. Este era el tipo de justicia que prescribían los escribas y los fariseos. Jesús dejó claro que ese tipo de justicia no era suficientemente justa. Dijo a los discípulos y a todos los que le escuchaban que su justicia debía superar la de los escribas y fariseos. Nadie puede ganarse la justicia necesaria para entrar en el Reino. Todos deben buscar al Mesías para que se la proporcione. En vez de buscar una justicia externa o la aprobación de los hombres, necesitaban buscar la justicia auténtica e interna que era reconocida por Dios.

Al concluir Su mensaje, Jesús proporcionó una ilustración para contrastar la falsa justicia de los escribas y fariseos y la verdadera justicia que procede de Dios. Los que escucharon y prestaron atención a las palabras de Jesús son como un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca. Cuando llegaron las tormentas, la casa se mantuvo firme (Mateo 7:24-25). En cambio, los que rechazaron las palabras de Jesús son como uno que construyó su casa sobre la arena. Se derrumbó cuando llegó la tormenta (Mateo 7:26-27).

Jesús ayudó a la gente a comprender que ellos no podían determinar cómo se llega a ser justo a los ojos de Dios. Los escribas y los fariseos descarriaban al pueblo, sugiriendo que uno podía alcanzar la justicia por sí mismo. Las Escrituras hebreas habían revelado desde el principio que la justicia viene por la fe en el Señor (Génesis 15:6; Habacuc 2:4). Jesús no estaba aboliendo las Escrituras; las estaba cumpliendo. Estaba recordando al pueblo cómo podía ser justo.

Pronto, Jesús pagaría el precio del pecado de todas las personas. Todos los que creen en Él tienen Su justicia y se convierten en ciudadanos de Su reino que un día se revelará (ver Colosenses 1:13 y 3:1-4). Mientras esperamos que Su reino venga a la Tierra, Él nos ha dado mucho que hacer. Podemos estar agradecidos por tener la justicia necesaria por la gracia de Dios mediante la fe en Jesucristo.

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