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Pregunta: ¿Qué es "la santísima fe" (Judas 20)?

Respuesta:
En Judas 1:17-23, el autor llama a los creyentes a permanecer fieles en su caminar con Dios. Les recuerda a sus amigos en Cristo las predicciones de los apóstoles: que falsos maestros, burladores e incrédulos entrarían en la iglesia y tratarían de dividirla y derribarla. Judas insta a la iglesia a resistir todos esos esfuerzos: "Pero ustedes, queridos amigos, deben edificarse unos a otros en su más santísima fe" (versículo 20, NTV).

La "santísima fe" es el fundamento de nuestra vida espiritual, la creencia en la obra salvadora de Jesucristo realizada mediante Su muerte y resurrección. El apóstol Pablo nos da una exhortación similar: "Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos. Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó" (Colosenses 2:6-7, NTV).

Judas anima a los lectores a contender "ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 1:3). La santísima fe -la confianza del creyente en Jesucristo y en el mensaje del Evangelio- es la "misma fe" que Pablo predicaba, pero que una vez "trataba de destruir" (Gálatas 1:23, NTV). Tras su conversión, Pablo pelearía "la buena batalla" de la fe durante el resto de su vida (2 Timoteo 4:7) e instaría a sus compañeros creyentes a hacer lo mismo: "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos" (1 Timoteo 6:12).

Judas la llama la "santísima" fe, porque está singularmente apartada de todas las demás (Efesios 4:4-6). El cuerpo de doctrina que sostenemos -la fe a la que nos aferramos- debe permanecer puro e incorrupto ante falsas enseñanzas y llamativos añadidos doctrinales nuevos (Gálatas 1:6-9). Por esta razón, el autor de Hebreos advierte: "Así que no se dejen cautivar por ideas nuevas y extrañas. Su fortaleza espiritual proviene de la gracia de Dios y no depende de reglas sobre los alimentos, que de nada sirven a quienes las siguen" (Hebreos 13:9, NTV). Las enseñanzas extrañas y divisivas desgarran nuestra fe y nos alejan del camino que Dios ha planeado para nosotros. Pedro nos instruye: "Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo" (1 Pedro 2:2, NTV).

Edificarnos en la santísima fe implica la determinación diaria de aprender todo lo que podamos sobre la verdad incontaminada de la Palabra de Dios y luego obedecerla y vivir de acuerdo con ella (ver Santiago 1:22-25; ver también Hechos 20:32; Hebreos 5:12; Tito 1:9). Dios nos da Su Palabra para enseñarnos, corregirnos, prepararnos y equiparnos para "toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17). Los primeros creyentes se fortalecieron en la santísima fe cuando "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:42).

Judas revela la clave para edificarnos en la santísima fe, y es "orar en el Espíritu Santo" (Judas 1:20). La Palabra de Dios y la oración son el dúo dinámico del crecimiento espiritual (ver Hechos 6:4). Orar en el Espíritu Santo "nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y . . . el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos" (Romanos 8:26-28, NTV). Cuando un cristiano se somete al Espíritu y es guiado por el Espíritu en oración, Dios puede dirigir a esa persona en Su voluntad y propósitos. Como resultado, se logra el crecimiento en la fe.

La santísima fe es el fundamento de nuestra vida cristiana. El apóstol Pablo explica: "Por la gracia que Dios me dio, yo eché los cimientos como un experto en construcción. Ahora otros edifican encima; pero cualquiera que edifique sobre este fundamento tiene que tener mucho cuidado. Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo" (1 Corintios 3:10-11, NTV). Jesucristo mismo es "la piedra angular" de nuestra fe (Efesios 2:20). Los creyentes deben permanecer "firmes en la fe" y aferrarse a su confesión de confianza en Jesucristo hasta el fin (1 Corintios 16:13; Filipenses 1:27; Hebreos 3:14; 1 Timoteo 6:20-21).

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