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Pregunta: ¿Qué significa que debemos pensar en todo lo digno (Filipenses 4:8, NBLA)?

Respuesta:
En lugar de permitir que nuestra mente se vea agobiada por la ansiedad y la preocupación, el apóstol Pablo nos enseña a cuidar nuestra vida mental, centrándonos en varias virtudes sanas y edificantes. Entre las ocho virtudes dignas que figuran en Filipenses 4:8 (NBLA) está "todo lo digno".

¿Cómo podemos dedicar nuestra mente a pensar en todo lo digno? La palabra griega original que se traduce como "digno" significa "honorable, cualquier cosa digna de ser honrada, o con derecho a honor y respeto". Un comentarista bíblico afirma que lo que es digno "se refiere a cosas elevadas, majestuosas, asombrosas, cosas que elevan la mente por encima de la suciedad y el escándalo del mundo" (Anders, M., Galatians-Colossians, Vol. 8, Broadman & Holman, 1999, p. 262).

Pablo comprendía el extraordinario poder de la vida de pensamiento de cada uno. Nuestros pensamientos interiores y las actitudes de nuestro corazón determinan directamente cómo nos sentimos e influyen en nuestra forma de vivir. El corazón es como una fuente de la que brotan nuestras emociones, inspiraciones y sentimientos. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida", nos dice Proverbios 4:23. Cuando guardamos nuestro corazón con pensamientos correctos, todo lo que digamos y hagamos en la vida se verá afectado.

Nuestra sociedad nos bombardea constantemente con cosas en las que pensar que no son dignas. Los escándalos de los famosos, los secretos sucios, el entretenimiento inmoral, la pornografía, la promiscuidad sexual, la vida impía... todas estas cosas arrastran nuestros pensamientos y, finalmente, nuestras acciones y nuestras vidas a las alcantarillas de este mundo.

Pablo nos dice que los pensamientos impíos e innobles "restringen la verdad" en nuestras mentes (Romanos 1:18, NBLA). Continúa detallando el triste resultado de revolcarse en un pensamiento indigno e impío: "Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos. Porque ellos cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador" (Romanos 1:21-25, NBLA).

Si no llenamos nuestra mente de pensamientos dignos, corremos el riesgo de sustituir la verdad sobre Dios por las mentiras de Satanás. Pensar en lo que es digno implica llenar constantemente nuestra mente de pensamientos que honren a Dios.

Lo más honorable que podemos contemplar es la Palabra de Dios. El Salmo 1:1-3 (NBLA) exalta las bendiciones y gozos de quien rechaza el ignominioso "consejo de los impíos", sino que "en la ley del Señor está su deleite", meditando en ella "de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera".

Isaías 32:5-8 (NBLA) afirma que una persona sabia busca lo que es noble. Tal persona busca la sabiduría piadosa. Pero el necio "habla necedades" y su corazón "se inclina hacia el mal". Los sabios de Dios no siguen los consejos del mundo. Su principal interés no son los asuntos terrenales, sino que se ocupan de las cosas que pertenecen a Dios mismo: las cosas sublimes, honorables y dignas. "Pero el noble concibe planes nobles, y en las cosas nobles se afirma" (Isaías 32:8, NBLA).

Pensar en lo que es digno o noble, significa fijar nuestra mente en cosas que cultivan la dignidad, la piedad y la excelencia moral. Pablo lo expresa de esta manera "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:1-2). Al reflexionar sobre las cosas dignas y honorables de Dios, nuestros pensamientos influirán en nuestra forma de vivir, alejándonos del pecado y de los placeres de este mundo y acercándonos al corazón de Dios.

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