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Pregunta: ¿Qué significa que debemos pensar en todo lo que es puro (Filipenses 4:8)?

Respuesta:
El apóstol Pablo reconoció el increíble poder de nuestra vida mental. Comprendió que la forma en que pensamos determina cómo nos sentimos y cómo vivimos. Cuando guardamos nuestros corazones con pensamientos correctos, desarrollamos actitudes más sanas que nos llevan a una vida recta. Por esta razón, en Filipenses 4:8, Pablo prescribió un inventario de virtudes para ocupar la mente del creyente: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad".

¿Qué significa pensar en lo que es puro? Según un comentario, las palabras pensar en o pensar sobre significan "reflexionar, dar el peso y el valor adecuados, y permitir que la apreciación resultante influya en la forma de vivir la vida" (Motyer, J. A., The Message of Philippians, InterVarsity Press, 1984, p. 212 − Solo disponible en inglés). La palabra puro aquí significa "santo" en el sentido de "pureza moral".

Pensar en lo que es puro implica llenar nuestra mente de pensamientos inocentes, virtuosos, limpios, no contaminados por nada malo y libres de toda contaminación. El pensamiento puro debe impregnar todos los ámbitos de nuestra vida, incluyendo lo que vemos, leemos y hacemos. Nuestros pensamientos de naturaleza carnal, moralidad, ética, espiritualidad y la adoración deben caracterizarse como puros. Pensar en lo que es puro nos alejará del pecado, la culpa y la vergüenza, y nos acercará a Dios.

Jesús dijo que no son las cosas exteriores las que nos hacen impuros, sino lo que hay dentro: lo que sale del corazón: "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre" (Marcos 7:15). Debemos esconder la pureza de la Palabra de Dios en nuestros corazones para no pecar contra Dios (Salmo 119:11). Lo hacemos leyendo Su Palabra, memorizándola y meditando en ella día y noche.

El salmista declaró: "Las palabras del Señor son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada" (Salmo 12:6, NBLA; cf. 119:140). El Salmo 119:9 pregunta y responde: "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra". Reflexionar continuamente sobre la Palabra de Dios es una de las formas más valiosas de guardar nuestro corazón y asegurarnos de que pensamos en lo que es puro (Salmo 19:8).

Para pensar sistemáticamente en lo que es puro, los creyentes deben llevar "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:5). Pablo enseña: "Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas" (Tito 1:15).

Pablo enseñó a los efesios que, antes de la salvación, sus pensamientos estaban llenos de "tinieblas" (Efesios 5:8). Los que no son salvos se alejan de Dios porque sus mentes están endurecidas y cerradas a Él (Efesios 4:18). Los incrédulos no tienen "sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza" (Efesios 4:19). Pero los cristianos "[se despojan] de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño", y permiten que el Espíritu Santo renueve sus pensamientos y actitudes (Efesios 4:22-23, NTV).

La exhortación de Pablo a pensar en lo que es puro tiene el objetivo de producir pureza de pensamiento, propósito, palabras y acciones. Al líder espiritual, Pablo le dijo: "Consérvate puro" (1 Timoteo 5:22). El apóstol deseaba presentar a sus hijos espirituales "como una novia pura a su único esposo: Cristo" (2 Corintios 11:2, NTV).

El apóstol Juan también instó a los hijos de Dios—aquellos que anhelaban ver a Jesús cara a cara—a que mantengan "puros, así como él es puro" (1 Juan 3:3, NTV). Siempre que nos encontremos alejados de Dios, deberíamos orar como David: "Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve... Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Salmo 51:7-10). Todo el estilo de vida del cristiano debe ser una búsqueda incesante de pureza, porque "nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él" (Efesios 1:4).

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