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Pregunta: ¿Creen los judíos en el infierno?

Respuesta:
No existe una opinión unánime entre los judíos sobre ningún tema, incluyendo el cielo y el infierno. Algunos judíos creen en el infierno; la mayoría no. La mayoría de los judíos han sido más influenciados por el misticismo oriental y el secularismo liberal que por los principios del judaísmo. El concepto de cielo e infierno no solo es negado por los mundos secular e intelectual, sino que también es objeto de burla. Otra razón por la que la mayoría de los judíos no cree en el infierno es que el cristianismo enseña la doctrina del infierno. Cualquier idea identificada como pensamiento cristiano a menudo es rechazada de plano como no judía.

La creencia en la resurrección eventual de los muertos es un principio fundamental del judaísmo tradicional. La creencia en la resurrección distinguía a los fariseos (judaísmo rabínico) de los saduceos (ver Hechos 23:8). La recompensa y el castigo divinos son tan básicos para el judaísmo que se enseñan en los Trece Principios del Judaísmo de Maimónides. Negar el infierno es un vívido ejemplo de hasta qué punto los judíos modernos han sido influenciados por el secularismo.

Lo que una "persona judía" cree acerca del cielo o el infierno, conocido como Olam Ha-Ba ("el Mundo Venidero"), depende de lo que ésta cree acerca de Dios. Los judíos seculares, como los gentiles seculares, usualmente creen que simplemente van a la tumba y la vida termina. Los judíos con inclinaciones místicas creen en la reencarnación y otros en la resurrección.

El judaísmo tradicional enseña que después de la muerte, nuestros cuerpos van a la tumba, pero nuestras almas van ante Dios para ser juzgadas. Dios, como se indica en las Escrituras, es el único que conoce nuestros motivos, así como nuestras obras—Dios ve el corazón, mientras que el hombre mira lo exterior (1 Samuel 16:7). Al enfrentar al único Juez verdadero, se nos asigna un lugar en el cielo según un sistema de méritos basado en la contabilidad de Dios de todas nuestras acciones y motivos. El pensamiento judío tradicional es que solo los muy justos van directamente al cielo; todos los demás deben ser limpiados de su pecado residual.

Según el judaísmo tradicional, los pecados que no se limpiaron antes de la muerte se eliminan después de la muerte en un lugar llamado Sheol o Gehinnom (también escrito Gehinom y Gehenna). El nombre del lugar se toma de un valle (Gei Hinnom) al sur de Jerusalén, que fue utilizado para el sacrificio de niños por las naciones paganas de Canaán (2 Reyes 23:10). Algunos judíos ven Gehinnom como un lugar de tortura y castigo, fuego y azufre. Otros lo imaginan menos severo, como un lugar donde uno revisa las acciones de su vida y se arrepiente de las malas acciones pasadas. El "infierno" en el judaísmo es un lugar donde el alma se limpia o se refina (ver Zacarías 13:9). Los extremadamente justos y aquellos que se arrepienten antes de morir pueden evitar ser "limpiados" en el infierno. Esta doctrina tiene cierta similitud con la enseñanza católica del purgatorio.

Contrario a la visión cristiana de la condenación eterna en Hades o el infierno, el "castigo" de Sheol es temporal. El judaísmo basa su doctrina de un infierno temporal en el Salmo 16:10, 1 Samuel 2:6 y Jonás 2:3. Según las enseñanzas rabínicas, la sentencia del alma en Gehinnom generalmente está limitada a un período de purgación de doce meses antes de que el alma tome su lugar en Olam Ha-Ba (Mishná Eduyot 2:9, Shabat 33a). Este límite de doce meses se refleja en el ciclo de duelo de un año y en la recitación del kaddish, la oración memorial por los muertos. El judaísmo del Segundo Templo creía que, hasta que llegara el Mesías, no era posible que los fieles entraran en el cielo. Permanecían en Sheol, esperando.

En la visión judía del infierno, el dolor que experimenta el alma no es físico, sino angustia psicológica: la vergüenza y desgracia que uno siente al revisar su historia personal de vida en un cuerpo y viendo cuántas oportunidades para servir a Dios se desperdiciaron. Casi todos, incluyendo a las personas no judías, pueden merecer una parte en el Mundo Venidero. Pero algunos no se les dará la oportunidad de ir al cielo: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:2). La "confusión perpetua", en la visión judía, está reservado para las personas completamente malvadas e irredimibles como el rey Acab, los hombres de Sodoma y Adolfo Hitler.

Así como no todos los cristianos están de acuerdo en la escatología, no todos los judíos están de acuerdo en la vida después de la muerte. Lo que la Biblia enseña claramente es que el pecado exige un precio a pagar por alguien, hay una vida después de la muerte y, en Cristo, tanto judíos como gentiles pueden tener un lugar en Olam Ha-Ba, el Mundo Venidero.

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