Pregunta: ¿Por qué se compara a los falsos maestros con manantiales sin agua (2 Pedro 2:17)?
Respuesta:
Los falsos maestros se han infiltrado en la iglesia cristiana desde sus inicios. Son operadores peligrosamente engañosos, con un discurso suave y maneras seductoras. Los nuevos creyentes son especialmente susceptibles a sus métodos. Siempre como un pastor apasionadamente protector, el apóstol Pedro dedica un capítulo entero a desenmascarar a estos farsantes religiosos. En 2 Pedro 2:17, los compara con "manantiales sin agua, bruma impulsada por una tormenta, para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas" (NBLA).
Pedro quiere que su rebaño comprenda cómo actúan los falsos maestros, aprenda a detectarlos y evite ser víctima de sus herejías. Sus metáforas comparándolas con "manantiales sin agua" y "bruma impulsada por una tormenta" son similares a una parte de la descripción que hace Judas de los falsos maestros: "Son nubes sin agua llevadas por los vientos, árboles de otoño sin fruto, dos veces muertos y desarraigados. Son olas furiosas del mar, que arrojan como espuma su propia vergüenza; estrellas errantes para quienes la oscuridad de las tinieblas ha sido reservada para siempre" (Judas 1: 12-13, NBLA).
Cuando Jesús ministra a la mujer samaritana (Juan 4:1-26), utiliza el mismo término que Pedro uso como manantial para describir el agua viva que satisface el alma y que Él puede suministrar. Un viajero sediento del siglo I comprendería de inmediato la decepción de toparse con un pozo que promete agua, pero no la suministra. En lugar de fuentes frescas, que sacian la sed y dan vida, los pozos sin agua son huecos e inútiles, no producen más que polvo, barro y una sed insaciable. Como un manantial seco, los falsos maestros prometen mucho, pero no tienen nada que ofrecer. No enseñan la verdad del Evangelio que Jesús llama "fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:14). Predican libertad, pero ofrecen esclavitud; garantizan placer, pero proporcionan angustia; prometen vida, pero dan muerte.
Los falsos maestros niegan el evangelio o lo distorsionan por error humano (2 Pedro 2:3; Colosenses 2:8; 1 Timoteo 6:20-21) o por inspiración demoníaca (1 Timoteo 4:1-2; 2 Corintios 11:3-4; 1 Juan 4:1-3). Al igual que Pedro, el apóstol Pablo dedica mucha energía a desenmascarar a los falsos maestros. Saltándose la metáfora de los "manantiales sin agua", Pablo afirma sin rodeos: "Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia" (Efesios 5:6).
Pablo enseña a Timoteo que los falsos maestros se apartan de la verdad y recurren a "vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman" (1 Timoteo 1:6-7; ver también Tito 1:10-11). Aconseja a los colosenses: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo" (Colosenses 2:8).
Pedro explica que los falsos maestros "introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina" (2 Pedro 2:1). Los falsos maestros "vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces", advierte Jesús (Mateo 7:15, NTV). Pablo afirma: "Sé que, después de mi salida, vendrán en medio de ustedes falsos maestros como lobos rapaces y no perdonarán al rebaño. Incluso algunos hombres de su propio grupo se levantarán y distorsionarán la verdad para poder juntar seguidores" (Hechos 20:29-30, NTV).
Comparar a los falsos maestros con manantiales sin agua es la forma figurada que tiene Pedro de decir que el mensaje de los falsos maestros no tiene valor, no tiene sentido y no sirve para nada. Al igual que el pueblo rebelde de la época de Jeremías, los falsos maestros de la Iglesia primitiva habían abandonado a Dios, "fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua" (Jeremías 2:13). Por rechazar "la ley del sabio", que es "manantial de vida", caen en "los lazos de la muerte" (Proverbios 13:14; ver también Proverbios 14:27).
Los falsos maestros mantienen una promesa de satisfacción para las almas sedientas, pero al final dejan a la gente sedienta y necesitada. La suya es una esperanza vacía. Sus enseñanzas son huecas y vacías de verdad. Como manantiales sin agua, parecen ofrecer vida, pero solo traen esclavitud, destrucción y muerte.