Pregunta: ¿Qué significa ser el más pequeño en el reino de los cielos?
Respuesta:
En el Sermón del monte, Jesús habla mucho de la importancia y el valor de la Ley: "Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido" (Mateo 5:18). El cumplimiento de la Ley se realizó en Jesús mismo, que vino a cumplir la Ley (versículo 17). En el versículo 19, Jesús dice: "De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos".
En otras palabras, la Ley es perfecta y santa, y todos los mandamientos que Dios dio son igualmente importantes. Los mandamientos son tan importantes, dijo Jesús, que si alguien deja de lado lo que podría considerarse "uno de los más pequeños" de ellos, entonces esa persona será llamada "la más pequeña en el reino de los cielos". Por el contrario, el que enseñe toda la Ley -y la obedezca- será llamado "grande" en el reino.
Es importante recordar a quién se dirigía Jesús en el Sermón del monte, es decir, a los judíos de Israel que aún estaban bajo la dispensación de la Ley. En el momento en que Jesús se dirigió a las multitudes en Mateo 5, la Ley estaba en plena vigencia; el templo estaba intacto, se ofrecían sacrificios y el velo estaba en su sitio. Cuando hacemos una aplicación de las palabras de Jesús a la Iglesia de hoy, tenemos que distinguir entre las leyes morales que Dios dio y las leyes ceremoniales y civiles. Cuando Jesús gritó: "¡Consumado es!", desde la cruz, algunas leyes, como las que regulaban el sacrificio y el culto, se cumplieron obviamente porque Cristo Jesús fue el sacrificio final y completo. Otros mandamientos, como el de no asesinar ni mentir, siguen siendo tan válidos ahora como siempre. Por si hay alguna duda, las leyes morales se repiten en las epístolas del Nuevo Testamento, mientras que las demás leyes (relativas a la dieta, la observancia de los días, etc.) no se repiten para la Iglesia.
Un día, Jesús volverá a la tierra para instaurar Su reino (Daniel 2:44; Apocalipsis 11:15). La referencia de Jesús a los "más pequeños en el reino de los cielos" en Mateo 5:19 sugiere que habrá distintos niveles de honor en el reino. Los criterios utilizados para asignar el honor parecen basarse en el manejo de la Palabra de Dios. Los que recibieron la Palabra de Dios y cumplieron sus responsabilidades a los ojos de Dios serán llamados "grandes", pero los que rechazaron partes de la Palabra de Dios y eludieron sus responsabilidades serán llamados "pequeños". Esto equivale a la comparecencia de los creyentes ante el tribunal de Cristo algún día, donde seremos recompensados en función de la fidelidad con la que hayamos servido a Cristo (2 Corintios 5:10). Algunos de nosotros "sufriremos pérdidas" cuando nuestra obra "se muestre tal como es" y su calidad no pase la prueba (ver 1 Corintios 3:11-15).
Inmediatamente después de hablar de los más pequeños en el reino de los cielos, el Señor Jesús condena indirectamente a los fariseos y a los maestros religiosos por su mala conducta respecto a la Ley: "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5:20). Los fariseos, pues, eran ejemplos de quienes "dejaban de lado" algunos de los mandamientos, y sufrirían vergüenza por ello (ver también Marcos 7:1-13). Sus acciones no solo disminuían algunas partes de la Ley, sino que no tenían verdadera justicia, porque rechazaron a Cristo.
En resumen, Jesús enseñó que la Ley es buena (Mateo 5:18-19), y que la justicia de la Ley se cumple en Él mismo (versículo 17). Su mensaje no era contrario a la Ley, sino que Sus palabras confirmaban la Ley y Sus obras cumplían la Ley. Los que estiman a la ligera la Palabra de Dios serán a su vez estimados a la ligera. La grandeza en el reino de los cielos no se basará en los dones de cada uno, sino en cómo maneje la Palabra de Dios (ver 2 Timoteo 2:15).