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Pregunta: ¿Qué significa que mi ayuda viene del Señor (Salmo 121:2)?

Respuesta:
El Salmo 121 es uno de los "Cánticos de las Subidas" que cantaban los peregrinos que viajaban a Jerusalén. Los dos primeros versículos forman una pregunta y una respuesta poéticas: "Levantaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene del Señor, Que hizo los cielos y la tierra" (Salmo 121:1-2, NBLA). Mientras el salmista sube por las colinas en su camino hacia Jerusalén, afirma que el Señor que creó los cielos y la tierra es su única fuente de ayuda.

La tradición judía afirma que el pueblo de Dios entonaba estos Cánticos de las Subidas peregrinos (Salmos 120-134) cuando se dirigía al templo para uno de los festivales anuales de adoración. El Salmo 121 anuncia la confianza del adorador en que Dios velará por Israel y protegerá a Su pueblo de todo mal. Al mismo tiempo, este salmo es una declaración general de confianza en Dios como guardián y protector del camino de la vida.

Cuando el poeta mira hacia las montañas, es como si viera a Yavé, Dios creador del cielo y de la tierra, sentado allí en Su trono celestial. La Biblia se refiere a menudo a las alturas de Jerusalén como el monte santo donde Dios habita (Zacarías 8:3; Salmo 48:1-2; Isaías 27:13). De este alto lugar de la presencia de Dios procede la ayuda del Señor: "Con mi voz clamé al Señor, Y Él me respondió desde Su santo monte" (Salmo 3:4, NBLA; ver también Salmo 20:2; 134:3). Asimismo, de esta morada sagrada del Señor procede la seguridad eterna: "Como los montes rodean Jerusalén, Así el Señor rodea a Su pueblo desde ahora y para siempre" (Salmo 125:2, NBLA).

Nuestra ayuda viene del Señor a través de Su protección vigilante, que nunca se cansa ni duerme: "No permitirá que tu pie resbale; No se adormecerá el que te guarda. Jamás se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel" (Salmo 121:3-4, NBLA). En cualquier peligro, ya sea de insolación en el calor del día o de exposición al frío de la noche, "¡El Señor mismo te cuida! El Señor está a tu lado como tu sombra protectora" (Salmo 121:5-6, NTV; ver también Salmo 91:1). Tanto si nos enfrentamos a amenazas para el cuerpo como para el alma, en cualquier situación de la vida, "Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad" (Salmo 46:1, NTV). Dios nos protege las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

El hijo de Dios puede decir con confianza: "Mi ayuda viene del Señor", porque Dios guarda y protege a Sus hijos en todo tiempo y en todo peligro: "El Señor te libra de todo mal y cuida tu vida. El Señor te protege al entrar y al salir, ahora y para siempre" (Salmo 121:7-8, NTV).

La Biblia está llena de increíbles promesas de ayuda del Señor para quienes esperan y confían en Él: "¡Todos los que temen al Señor, confíen en el Señor! Él es su ayudador y su escudo" (Salmo 115:11, NTV; ver también Salmo 33:20). En el Salmo 23, el Señor es nuestro Pastor, que nos conduce y guía a través de todas las dificultades y alegrías de la vida. En el Nuevo Testamento, los creyentes en Jesús dicen: "Mi ayuda viene del Señor", porque Cristo es su Buen Pastor, que da la vida por las ovejas (Juan 10:11-15).

El Señor nos ayuda de innumerables maneras. Perdona nuestros pecados y nos limpia de toda maldad (1 Juan 1:9; Salmo 32:5). Dios nos da una nueva vida en Jesucristo y nos libra del pecado (Colosenses 2:20-3:17; Romanos 6:18). Nos concede la vida eterna (1 Juan 2:25). El Señor es un amigo fiel (Juan 15:13-14) que calma nuestros temores, atiende nuestras necesidades y nos proporciona una paz sobrenatural (2 Timoteo 1:7; Filipenses 4:6-7). Nos ama perfecta y completamente, y nunca nos abandona (1 Juan 4:18; Romanos 8:31-38).

Todos los creyentes de todas las generaciones pueden proclamar: "Mi ayuda viene del Señor". No importa a qué problemas nos enfrentemos en este mundo oscuro, Dios está con nosotros, iluminando con Su luz las tinieblas (Juan 1:4; 2 Corintios 4:6) y proveyendo todo lo que necesitamos para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3). Sean cuales sean los contratiempos, las dificultades o el mal que encontremos, nuestro fiel Dios transformará estos desafíos para que contribuyan a nuestro bien (Romanos 8:28). Él es nuestro Ayudador y el Dios que sostiene nuestra vida (Salmo 54:4).

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