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Pregunta: ¿Por qué la Biblia nos dice que no amemos el sueño (Proverbios 20:13)?

Respuesta:
En la literatura sapiencial, amar el sueño es una metáfora de la pereza, el descuido o la inactividad, mientras que permanecer despierto representa el trabajo duro y la diligencia. Según Salomón, el perezoso camina por la vía rápida hacia la pobreza, pero el sabio trabaja con diligencia y recibe su recompensa en abundancia y prosperidad: "No ames el sueño, para que no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te saciarás de pan" (Proverbios 20:13).

Dormir es un proceso humano natural y un don de Dios que permite a diario que la mente y el cuerpo descansen, se recarguen y recuperen la plenitud (Salmo 4:8; 127:2; Proverbios 3:21-24). Sin embargo, como todo buen don, la gente puede abusar del sueño. La Biblia nos dice que no amemos el sueño en exceso.

La frase amar el sueño en Proverbios 20:13 significa "dormir más de lo que el cuerpo requiere, abusar del sueño, o "dormir todo el tiempo"". La persona que "ama dormir" es un holgazán habitual que prefiere quedarse tumbado en la cama en vez de levantarse, ir a trabajar y proveer a las necesidades de su familia. Con el tiempo, se empobrecerá y pasará hambre porque carece de la disciplina y la ambición necesarias para trabajar duro, ganarse la vida y producir alimentos para sí mismo y para su familia. "Los perezosos pronto se empobrecen; los que se esfuerzan en su trabajo se hacen ricos", afirma el Maestro en Proverbios 10:4 (NTV). Los agricultores que "por pereza no aran en la temporada correspondiente no tendrán alimento en la cosecha" (Proverbios 20:4, NTV).

El perezoso indolente que prefiere dormir antes que trabajar vuelve a aparecer a lo largo de los Proverbios: "Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos… ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado!" (Proverbios 6:9-11, NVI). Duerme demasiado y pasa hambre (Proverbios 19:15). Su pereza "lo mata, porque sus manos rehúsan trabajar" (Proverbios 21:25, NBLA). Encuentra cualquier excusa para quedarse en la cama y huir del trabajo (Proverbios 26:13-14).

La idea que Salomón parece querer transmitir es que, en su mayor parte, somos responsables de nuestra situación económica. Si no prosperamos y florecemos en la vida, generalmente se debe a nuestras malas decisiones. Si nos gusta demasiado el placer de dormir, complaciéndonos ociosamente, es probable que nunca disfrutemos de mucha riqueza. Pero, en general, si nos dedicamos al trabajo duro, nuestra diligencia acabará recompensándonos con la prosperidad.

Dios encarga expresamente a los líderes espirituales la tarea de vigilantes o guardianes espirituales. No deben amar el sueño, sino permanecer alerta; deben estar bien despiertos como pastores sobre el pueblo de Dios (Ezequiel 3:17-21; 33:1-11). En tiempos de Isaías, los profetas, sacerdotes y líderes de Israel eran todos "ciegos... soñolientos, echados, aman el dormir. . . . Los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho" (Isaías 56:10-11). Estos líderes de la nación se habían dormido en el trabajo.

En el Nuevo Testamento, el sueño se utiliza simbólicamente para referirse a la apatía espiritual. Jesús dice a Sus discípulos que permanezcan alerta y vigilantes, siempre preparados para el regreso de su Maestro. Jesús advierte: "Para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo" (ver Marcos 13:35-37; Mateo 25:1-13; 26:40-46). El apóstol Pablo desafía a los creyentes a permanecer espiritualmente alerta y a que no "durmamos como los demás, sino estemos alerta y seamos sobrios" (1 Tesalonicenses 5:6, NBLA). Los cristianos deben "despertar del sueño" y vivir cada día comprendiendo y siendo conscientes de su salvación en Jesucristo (Romanos 13:11-13).

No hay nada pecaminoso en querer dormir bien. Los creyentes pueden disfrutar de su sueño y dar gracias a Dios por la bendición de un sueño tranquilo y reparador. Sin embargo, las Escrituras nos aconsejan que no amemos tanto el sueño que nos lleve a la ociosidad, la pereza o la indiferencia espiritual.

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