Pregunta: ¿Qué significa que aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado (1 Juan 3:9)?
Respuesta:
Todos los seres humanos nacemos con una naturaleza pecaminosa. La Biblia enseña que, mientras vivamos en la carne, siempre lucharemos con el pecado (Romanos 7:14-24; 1 Juan 1:8). Esto se aplica tanto a los no creyentes como a los creyentes. La diferencia es que, en el momento de la salvación, los creyentes reciben el Espíritu Santo y se convierten en nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Por eso, ya no son esclavos del pecado (Romanos 6:6-7). El Espíritu Santo capacita a los creyentes para vivir por la justicia. Aunque la perfección sin pecado es inalcanzable en esta vida, 1 Juan 3:9 nos dice que "aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado".
Todas las personas heredamos la naturaleza pecaminosa de Adán, y por mucho que nos esforcemos en no hacerlo, seguiremos pecando. El pecado se describe en la Biblia como transgresión de la ley de Dios (1 Juan 3:4) y rebelión contra Dios (Deuteronomio 9:7; Josué 1:18). A través de Adán, el pecado entró en el mundo, y la muerte llegó a todos porque todos pecaron (Romanos 5:12). Al ser impotentes ante el pecado por nosotros mismos, necesitábamos una forma de vencer al pecado y a la muerte. Afortunadamente, Jesucristo lo consiguió al morir en la cruz y resucitar. Todos los que confían en Él para la salvación reciben el perdón de sus pecados (Hechos 13:38). Sin embargo, a nivel práctico, el pecado será una realidad de la vida hasta que lleguemos al cielo (Isaías 35:8-9; 1 Juan 3:2, Apocalipsis 21:27). ¿Cómo puede decir entonces la Biblia que el que es nacido de Dios, no practica el pecado(1 Juan 3:9)?
Todo pecado procede del diablo, no de Dios. Primera de Juan 3:4-10 condena enérgicamente el pecado y advierte a los creyentes de que ni la salvación ni la gracia son excusa para pecar. Juan ya había advertido anteriormente a los creyentes que cualquiera que afirme no tener pecado miente (1 Juan 1:8). Por tanto, 1 Juan 3:9 no puede significar que quien nazca de Dios estará perfectamente libre de pecado. Significa que quien nazca de Dios ya no seguirá pecando voluntaria o habitualmente. Los que han nacido de nuevo desearán vivir para Dios, no para la carne. La NVI traduce 1 Juan 3:9 de esta manera: "Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado". La Nueva Biblia de las Américas también resalta este significado: «Ninguno que es nacido de Dios [deliberada, consciente y habitualmente] practica el pecado".
Los creyentes tienen una actitud diferente hacia el pecado respecto a los incrédulos. Los que han acudido a Cristo para salvarse se han arrepentido, dándose cuenta de la grave naturaleza de su pecado y reconociendo que "El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo" (1 Juan 3:8, NBLA). Los creyentes tienen un nuevo deseo de las cosas buenas y justas de Dios. Quien ha nacido de Dios no desea vivir en el pecado.
Ceder al pecado ya no es normal para el hijo de Dios, y el resto de 1 Juan 3: 9 da la razón: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios". Un cristiano auténtico tiene la "simiente" de Dios y no pecará "deliberada, consciente y habitualmente". Simplemente, no está en su "ADN espiritual".
Los creyentes tienen el poder de vencer la tentación gracias al Espíritu Santo que vive en ellos (1 Corintios 10:13; 1 Juan 3:9). Los hijos de Dios que alcanzan la madurez reflejarán cada vez más a Dios y Su carácter a medida que Él los santifica. Si una persona afirma ser cristiana, pero vive en rebelión contra la Palabra de Dios, siguiendo un estilo de vida de pecado voluntario, esa persona demuestra que no es salva.
Los creyentes han nacido de Dios y se han convertido en nuevas criaturas en el momento de la salvación: "las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas" (2 Corintios 5:17, NBLA). Los creyentes ya no son esclavos del pecado, sino que se transforman continuamente a imagen de Cristo. Sí, el pecado sigue afectando a los creyentes, pero quien ha nacido de Dios no peca, en el sentido de que no peca consciente, deliberada o habitualmente. Viven para las cosas de Dios y, por la gracia de Dios, "Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia" (2 Pedro 1:3, NBLA).