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Pregunta: ¿Por qué no debemos regocijarnos cuando nuestro enemigo cae (Proverbios 24:17)?

Respuesta:
Proverbios 22:17-24:34 contiene treinta "Dichos de Sabios" compilados para alimentar la fe en Dios, corregir o advertir contra actitudes y comportamientos erróneos, e instruir a quienes buscan la sabiduría del Señor. Proverbios 24:17-18 advierte: "No te regocijes cuando caiga tu enemigo, y no se alegre tu corazón cuando tropiece; No sea que el Señor lo vea y le desagrade, y aparte de él Su ira" (NBLA).

Este dicho advierte a los que buscan la sabiduría que tengan cuidado de no celebrar cuando un enemigo experimenta una desgracia. La palabra "regocijarse" se traduce como "burlarse" en otras versiones (TLA). Este término significa "observar o pensar en algo con triunfante y a menudo maliciosa satisfacción, gratificación o deleite". Regocijarse de la desgracia de un enemigo se asocia con una actitud arrogante y burlona. No es fácil controlar el impulso de burlarse cuando nuestro enemigo experimenta dificultades, pero las Escrituras dicen: "Los que se alegran de la desgracia de otros serán castigados" (Proverbios 17:5, NTV).

Dios siempre vigila nuestros corazones (1 Samuel 16:7; Jeremías 17:10; Hebreos 4:12; 1 Pedro 3:11). Jesús nos enseñó a amar y perdonar tanto a los enemigos como a los amigos, y a orar por los que nos persiguen (Mateo 5:44). "Amen a sus enemigos; hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen; oren por los que los insultan" (Lucas 6:27-28, NBLA). Mientras Jesús estaba colgado en la cruz, practicó lo que predicaba, perdonando a Sus verdugos y torturadores (Lucas 23:34). El primer mártir cristiano siguió el ejemplo de Cristo. Mientras Esteban era apedreado hasta la muerte, rogó a Dios que se apiadara de sus acusadores (Hechos 7:57-60).

Si desobedecemos estos mandamientos, si nos damos la vuelta y nos deleitamos con la caída de nuestro enemigo, revelamos actitudes de orgullo y superioridad que Dios odia (Proverbios 16:5; 8:13; Santiago 4:6). Según el proverbio, si Dios nos ve regocijarnos cuando nuestro enemigo experimenta un desastre, puede ceder, apartando Su ira de nuestro enemigo. El Señor puede incluso volverse contra nosotros como castigo (Proverbios 17:5).

El mismo discípulo que tomó represalias cortando la oreja a su enemigo (Juan 18:10-11) enseñó más adelante: "No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición" (1 Pedro 3:9, NTV). Deleitarse maliciosamente en el fracaso ajeno es una forma de venganza y un mal que Dios prohíbe. Pedro llegó a comprender lo que Dios quiere que Sus seguidores hagan: "Apártate del mal y haz el bien. Busca la paz y esfuérzate por mantenerla" (1 Pedro 3:11, NTV).

Regocijarse cuando cae nuestro enemigo es lo contrario de expresar el verdadero amor cristiano, que Pablo describió en Romanos 12. "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal... No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios" (Romanos 12:14-19). Pablo cita también Proverbios 25:21-22: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale a beber agua. Porque así amontonarás brasas sobre su cabeza, y el Señor te recompensará" (NBLA).

¿Por qué no nos regocijamos cuando nuestro enemigo cae? Porque el objetivo final del creyente es ver a un enemigo convertido en hermano o hermana en Cristo. El Señor nos enseñó a conseguir esto, tratando a nuestros enemigos con bondad, generosidad y humildad (Mateo 5:39, 43-48). Vencemos el mal haciendo el bien (Romanos 12:21). Del mismo modo que la bondad de Dios está destinada a alejarnos de nuestro pecado (Romanos 2:4), nuestra bondad puede ser justo lo que aleje a un enemigo de una vida de pecado hacia el arrepentimiento y la salvación en Jesucristo.

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