Pregunta: ¿Qué significa que las personas no sufrirán la sana doctrina (2 Timoteo 4:3)?
Respuesta:
Pablo le advierte a Timoteo, un anciano de la iglesia en Éfeso, que llegará un tiempo cuando las personas "no sufrirán la sana doctrina" (2 Timoteo 4:3); en cambio, "se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias". La idea de "sufrir" la sana enseñanza tiene que ver con "tolerarla" o soportarla. En otras palabras, las personas se negarán a escuchar lo que es bueno y correcto. Serán intolerantes a la verdad.
Antes de la advertencia, Pablo establece la fuente y la utilidad de las Escrituras. Las Escrituras proceden de la boca de Dios, o son inspiradas por Dios, y son beneficiosas para enseñar, entre otras cosas, lo que conduce a la maduración y preparación del cristiano (2 Timoteo 3:16–17). Esta maduración y capacitación tiene el propósito de permitir al creyente completar toda buena obra que Dios ha ordenado.
Pablo exhorta a Timoteo a estar listo para proclamar las Escrituras en todo momento (2 Timoteo 4:1–2), exhortando y corrigiendo a otros mediante la Palabra de Dios. Timoteo debe estudiar, practicar y luego enseñar las Escrituras (ver Esdras 7:10). En 2 Timoteo 4:3, Pablo da la razón de la urgencia de tal tarea: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina".
La palabra griega traducida como "doctrina" se refiere simplemente a "enseñanza" o "instrucción". A menudo, se entiende por doctrina la enseñanza y la instrucción sistematizadas. La palabra griega traducida como "sana" también se puede entender como "saludable" o "libre de error". Pablo está advirtiendo a Timoteo de que llegará un tiempo cuando las personas no desearán escuchar la enseñanza verdadera o correcta—enseñanza que está acorde con la realidad. En vez de eso, "seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír" (2 Timoteo 4:3, NTV).
Normalmente, entender la sana doctrina requiere que el individuo cambie sus acciones. Si es algo que no quiere hacer, puede rechazar la enseñanza. Al principio, Pedro no quería predicar el evangelio a los gentiles debido a una comprensión incorrecta de lo que Dios deseaba que hiciera (Hechos 10). Sin embargo, Dios corrigió pacientemente su entendimiento y preparó a Pedro para proclamar el evangelio a Cornelio, un líder gentil. Pedro respondió a la sana doctrina y siguió adelante sin temor.
Es importante que nosotros, como maestros y discípulos, hagamos caso a las palabras de Pablo en 2 Timoteo 4:3. Como maestros, debemos enseñar la sana doctrina, manteniéndonos fieles a las verdades de las Escrituras sin importar las consecuencias. Como discípulos, debemos buscar la sana doctrina y recibirla, si queremos vivir de acuerdo a la verdad. Los deseos del discípulo deben ceder ante las verdades de las Escrituras. En oración, a medida que el discípulo madura y es transformado por la renovación de la mente, sus deseos se alinean más y más con la sana doctrina de las Escrituras.
Es beneficioso para el discípulo desear la sana doctrina. También es importante que el discípulo compruebe lo que se le enseña. Durante el segundo viaje misionero de Pablo, viajó a través de Grecia, proclamando el evangelio de Jesucristo a todos. Muchos creyeron en el evangelio (Hechos 17:4). Pablo finalmente llegó a la ciudad de Berea donde también presentó el evangelio. Los de Berea recibieron a Pablo con gran entusiasmo "escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (versículo 11). Los de Berea son un ejemplo perfecto de cómo el discípulo debe desear la sana doctrina y examinar la Biblia para comprobar si una doctrina desconocida es verdaderamente sana.