Respuesta:
El nomismo proviene de la palabra griega nomos, que significa "ley". El término nomismo se refiere a un sistema religioso estrictamente gobernado por reglas y regulaciones con la idea de que uno puede volverse aceptable para Dios mediante tal observancia. A veces, el nomismo puede expresarse en mera conformidad y, a veces, en obediencia sincera y de corazón. Cualquiera de las dos manifestaciones se puede describir como nomismo.
A veces, se utiliza la palabra legalismo en lugar de nomismo. Sin embargo, el legalismo también puede referirse a una mentalidad que muchos cristianos tienen de que, aunque son salvados por la gracia de Dios aparte de las obras, son mejores que otros cristianos si mantienen un estricto código de conducta, a menudo extra-bíblico. Estos cristianos pueden ser legalistas, pero no serían nomistas.
En el libro de los Gálatas, Pablo estaba escribiendo en contra del nomismo. Los nomistas que Pablo contrarrestó también fueron llamados judaizantes. Enseñaban que, además de fe en Cristo, una persona debe someterse a la Ley del Antiguo Testamento para ser salva. No estaban recetando la ley como un código de conducta sino como un medio de salvación. La ley que estaban enfatizando era la circuncisión para los creyentes gentiles. Dado que la circuncisión era el rito de conversión al judaísmo, los nomistas probablemente tenían en mente que el gentil circuncidado luego cumpliría todas las demás leyes también (vea Gálatas 5:3).
La respuesta de Pablo a esa forma de nomismo es clara y fuerte:
"Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:6-9).
"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado... No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo" (Gálatas 2:15-16, 21).
"Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente... Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición" (Gálatas 3:10-11, 13).
Dondequiera que Pablo encontraba esta enseñanza, se oponía a ella. "Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos" (Hechos 15:1–2).
Si bien Dios espera que los cristianos vivan de cierta manera e incluso sigan "reglas" (por ejemplo, Efesios 4:17—6:9), nuestra aceptación final ante él se basa en la justicia de Cristo, no en nuestra habilidad para cumplir la ley y vivir vidas justas.