Pregunta: ¿Qué significa que los ojos del Señor están sobre los justos (1 Pedro 3:12)?
Respuesta:
Pedro describió varias virtudes que reflejan el amor de Cristo en la vida de los creyentes, como la afinidad, la simpatía, el amor fraternal, la compasión y la humildad (1 Pedro 3:8). Los cristianos que imitan estas características gozan de bendiciones espirituales y del favor del Señor: "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal" (1 Pedro 3:12).
Pedro estaba citando el Salmo 34 para describir la vida bienaventurada a la que están llamados los cristianos: "Los ojos del Señor están sobre los justos, y Sus oídos atentos a su clamor. El rostro del Señor está contra los que hacen mal, para cortar de la tierra su memoria" (Salmo 34:15-16, NBLA).
Otros pasajes de la Escritura afirman el pensamiento de Pedro de que Dios mira con buenos ojos a los justos (Génesis 6:8). El salmista dice: "Porque Tú, oh Señor, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de Tu favor" (Salmo 5:12, NBLA).
Los "justos" a los que se refiere Pedro son cristianos nacidos de nuevo que viven su nueva vida en Cristo, practicando la unidad, el amor, la compasión, la simpatía y la humildad. Ellos "no pagan mal por mal" y "no responden con insultos" cuando son insultados. Por el contrario, "[contestan] con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición" (1 Pedro 3:9, NTV).
La frase ojos del Señor es una expresión antropomórfica que atribuye a Dios cualidades semejantes a las humanas. El estímulo inicial que recibimos al saber que los ojos del Señor están sobre los justos es que Dios es omnisciente y soberano sobre toda la creación. Dios lo sabe todo (1 Juan 3:20) y ve a todas las personas, tanto a los malvados como a los justos. "En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos" (Proverbios 15:3, NBLA). Nada escapa a la mirada del Señor.
Si los ojos del Señor están en todas partes y siempre sobre nosotros, entonces podemos contar con que Su presencia estará siempre con nosotros: "Si subo a los cielos, allí estás Tú; Si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará Tu mano, y me tomará Tu diestra. Si digo: "Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz a mi alrededor será noche"; Ni aun las tinieblas son oscuras para Ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para Ti" (Salmos 139>11-12, NBLA).
Podemos descansar sabiendo que Dios nunca nos dejará ni nos abandonará (Deuteronomio 31:8; Josué 1:5; Hebreos 13:5). Nunca estamos solos, "nunca abandonados por Dios" (2 Corintios 4:9, NTV) ni separados de Su amor (Romanos 8:38). Dios es omnipresente o está presente en todas partes. Sus ojos "recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente Suyo" (2 Crónicas 16:9, NBLA).
Los ojos del Señor también se refieren a Su cuidado individual. Dios ve cada paso que dan Sus hijos (Job 34:21). "Él les da seguridad y confianza; Sus ojos están sobre los caminos de ellos", asegura Job 24:23. Del mismo modo que Dios cuidó de Israel "como a la niña de su ojo" (Deuteronomio 32:10), sigue velando por "los que le temen, sobre los que esperan en Su misericordia" (Salmo 33:18, NBLA).
Sabiendo que los ojos del Señor siempre están sobre los justos, podemos confiar en Su protección constante. Nuestro Padre celestial "no dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel" (Salmo 121:3-4).
Los ojos del Señor están puestos en los justos como los de un pastor amoroso que cuida de las ovejas de su rebaño (Salmo 23:1; Apocalipsis 7:17). Las bendiciones de Dios se extienden hasta la vida eterna (Juan 3:16; 17:3; 1 Juan 2:25), pero también llenan de cosas buenas nuestros días en la tierra: "Todo lo que es bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento" (Santiago 1:17, NTV; ver también Salmos 85:12; 107:9).