Respuesta:
Un pacto es un acuerdo entre dos partes. Hay dos clases fundamentales de pactos: condicionales e incondicionales. Un pacto condicional o bilateral es un acuerdo que obliga a ambas partes para su cumplimiento. Ambas partes se comprometen a cumplir ciertas condiciones. Si una de las partes no cumple con sus responsabilidades, el pacto se rompe y ninguna de las partes tiene que cumplir con las expectativas del pacto. Un pacto incondicional o unilateral es un acuerdo entre dos partes, pero sólo una de ellas tiene que hacer algo. A la otra parte no se le exige nada.
El Pacto Abrahámico es un pacto incondicional. El pacto real se encuentra en Génesis 12:1-3. La ceremonia que aparece en Génesis 15 indica la naturaleza incondicional del pacto. Cuando un pacto dependía de que ambas partes mantuvieran sus compromisos, entonces ambas partes pasaban entre las partes de los animales. En Génesis 15, sólo Dios pasa entre las mitades de los animales. Abraham estaba en un sueño profundo. Esta acción solitaria de Dios indica que el pacto es principalmente Su promesa. Él mismo se compromete con el pacto.
Posteriormente, Dios le dio a Abraham el rito de la circuncisión como señal específica del Pacto Abrahámico (Génesis 17:9-14). Todos los varones descendientes de Abraham debían ser circuncidados y de este modo llevar en su carne una marca de por vida que indicaba que formaban parte de la bendición física de Dios en el mundo. Cualquier descendiente de Abraham que se negara a circuncidarse se estaba declarando fuera del pacto de Dios; esto explica por qué Dios se enfadó con Moisés cuando éste no circuncidó a su hijo (Éxodo 4:24-26).
Dios decidió llamar a un pueblo especial para Sí, y a través de ese pueblo especial bendeciría a todo el mundo. El Señor le dice a Abram,
"Y haré de ti una nación grande,
y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra" (Génesis 12:2-3).
Sobre la base de esta promesa, más adelante Dios cambió el nombre de Abram ("padre enaltecido") por el de Abraham ("padre de una multitud") en Génesis 17:5. Como hemos visto, el Pacto Abrahámico es incondicional. También debe tomarse literalmente. No hay necesidad de espiritualizar la promesa a Abraham. Las promesas de Dios a los descendientes de Abraham se cumplirán literalmente.
El Pacto Abrahámico incluía la promesa de tierra (Génesis 12:1). Era una tierra específica, una propiedad real, con dimensiones especificadas en Génesis 15:18-21. En Génesis 13:15, Dios le da a Abraham toda la tierra que puede ver, y se declara que el regalo es "para siempre". Dios no iba a incumplir Su promesa. El territorio otorgado como parte del Pacto Abrahámico se amplía en Deuteronomio 30:1-10, que a menudo se denomina Pacto Palestino.
Siglos después de la muerte de Abraham, los hijos de Israel tomaron posesión de la tierra bajo el liderazgo de Josué (Josué 21:43). Sin embargo, en ningún momento de la historia Israel ha controlado toda la tierra que Dios había especificado. Queda, por tanto, un cumplimiento final del Pacto Abrahámico que verá a Israel ocupar en toda su extensión la patria que Dios le dio. El cumplimiento será algo más que una cuestión geográfica; será también un tiempo de santidad y restauración (ver Ezequiel 20:40-44 y 36:1-37:28).
El Pacto Abrahámico también prometía muchos descendientes (Génesis 12:2). Dios prometió que el número de hijos de Abraham sería tan numeroso como "el polvo de la tierra" (Génesis 15:16). De él procederían naciones y reyes (Génesis 17:6). Es significativo que la promesa se diera a una pareja anciana y sin hijos. Pero Abraham "Tampoco dudó, por incredulidad" (Romanos 4:20), y su esposa Sara "creyó que era fiel quien lo había prometido" (Hebreos 11:11). Abraham fue justificado por su fe (Génesis 15:6), y él y su mujer recibieron en su casa a Isaac, el hijo de la promesa, cuando tenían 100 y 90 años, respectivamente (Génesis 21:5).
Dios reitera el Pacto Abrahámico a Isaac y a su hijo Jacob, cuyo nombre Dios cambia por el de Israel. La gran nación se establece finalmente en la tierra donde había habitado Abraham. El rey David, uno de los muchos descendientes de Abraham, recibe el Pacto Davídico (2 Samuel 7:12-16), que promete un "hijo de David" que un día gobernaría la nación judía—y todas las naciones—desde Jerusalén. Muchas otras profecías del Antiguo Testamento apuntan al cumplimiento bendito y futuro de esa promesa (por ejemplo, Isaías 11; Miqueas 4; Zacarías 8).
El Pacto Abrahámico también incluía una promesa de bendición y redención (Génesis 12:3). Toda la tierra sería bendita por medio de Abraham. Esta promesa encuentra su cumplimiento en el Nuevo Pacto (Jeremías 31:31-34; cf. Lucas 22:20), que fue ratificado por Jesucristo, el hijo de Abraham y Redentor que un día restaurará "todas las cosas" (Hechos 3:21).
Cinco veces en Génesis 12, cuando Dios está dando el Pacto Abrahámico, dice: "Yo lo haré". Claramente, Dios asume la responsabilidad de cumplir el pacto. El pacto es incondicional. Un día, Israel se arrepentirá, será perdonado y recuperará el favor de Dios (Zacarías 12:10-14; Romanos 11:25-27). Un día, la nación de Israel poseerá todo el territorio que le fue prometido. Un día, el Mesías regresará para establecer Su trono, y a través de Su justo gobierno el mundo entero será bendecido con abundancia de paz, deleite y abundancia.