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Los Padres Apostólicos fueron un grupo de líderes y autores cristianos de la época primitiva que vivieron poco después de los apóstoles. Sus escritos se fechan normalmente entre los años 80 y 180 d.C. Se cree que la mayoría de los Padres Apostólicos conocieron personalmente a los apóstoles o de alguna manera estuvieron relacionados con ellos. A Policarpo se le considera tradicionalmente un discípulo del apóstol Juan. Clemente fue probablemente el segundo, tercero o cuarto obispo de Roma, y puede haber conocido a algunos de los apóstoles. Es posible que Hermas conociera a Clemente y, por lo tanto, estuviera familiarizado con la iglesia de Roma.
En la época de los Padres Apostólicos, las principales herejías que asolaban la iglesia eran el gnosticismo y el docetismo, de manera que presentar la verdad para contrarrestar esas aberraciones teológicas es un tema importante de los Padres Apostólicos. Los escritos de los Padres Apostólicos comprenden la Primera y la Segunda de Clemente, las Epístolas Ignacianas, la Carta de Policarpo a los Filipenses, el Martirio de Policarpo, la Carta de Bernabé (anónima, a pesar del título), la Didaché (Enseñanza de los Doce Apóstoles), la Carta (o Epístola) a Diogneto y el Pastor de Hermas. Algunos estudiosos también incluyen fragmentos de la escritura de Papías y fragmentos de la Apología de Cuadrato, un ejemplo antiguo de apologética. Desde el principio, todos los escritos de los Padres Apostólicos fueron apreciados por la Iglesia y considerados importantes. Algunos libros se incluyeron incluso en las primeras Biblias: 1 y 2 de Clemente, el Pastor de Hermas y la Epístola de Bernabé.
Los Padres Apostólicos escribían en griego y utilizaban la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento. Entre los escritos de los Padres Apostólicos hay literatura sapiencial, himnos, profecías apocalípticas, enseñanzas de Jesús, instrucciones para el liderazgo cristiano primitivo, parábolas, reflexiones sobre pasajes bíblicos, etc. Algunas de las epístolas de los Padres Apostólicos se dirigen a las mismas iglesias y ámbitos a los que se dirigieron los propios apóstoles. La Primera de Clemente es una carta a la iglesia de Corinto, escrita para mostrarles sus errores y persuadirles de que cambien sus costumbres. Las siete cartas de Ignacio están dirigidas a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Tralles, Roma, Filadelfia y Esmirna; cuatro de estos lugares e iglesias también recibieron comunicación directa en el Nuevo Testamento.
Los escritos de los Padres Apostólicos contienen los mismos géneros que el Nuevo Testamento. Primera de Clemente, las Cartas de Ignacio y la Epístola de Policarpo a los Filipenses son epístolas, o cartas, dirigidas a iglesias o individuos. La Epístola de Bernabé es un ejemplo de una epístola general. El Pastor de Hermas está escrito en estilo apocalíptico y también incluye parábolas. La Carta a Diogneto es de carácter apologético. La Segunda de Clemente es muy parecida a la de Hebreos y es el primer ejemplo de homilía cristiana fuera del Nuevo Testamento. El Martirio de Policarpo es una obra de martirologio y no tiene un paralelo en el Nuevo Testamento. La Didaché suele considerarse un manual o guía primitiva para los creyentes; los instruye en los fundamentos de la fe y los prepara para el bautismo.
El término Padres Apostólicos data de la segunda parte del siglo XVII. Originalmente, a los Padres Apostólicos se les llamaba "hombres apostólicos". Sus escritos muestran la importancia de la doctrina de la Trinidad en los siglos I y II, el respeto que la iglesia primitiva tenía por los apóstoles y el ferviente amor que los líderes de la iglesia tenían por sus congregaciones.
