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Pregunta: ¿Cuál es la palabra de Cristo en Colosenses 3:16?

Respuesta:
El apóstol Pablo subraya repetidamente la persona y la obra de Jesucristo en su carta a los colosenses. Concluyendo una sección de enseñanza dedicada a mantener un estilo de vida santo y a conservar la unidad dentro de la iglesia (Colosenses 3:12-17), Pablo insta a los creyentes a que "la paz de Dios gobierne en vuestros corazones" (versículo 15) y a dejar que "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (versículo 16).

En este pasaje, Pablo introduce la singular expresión "palabra de Cristo" (que sólo aparece aquí) en lugar de "palabra de Dios" (ver Colosenses 1:25). Los eruditos bíblicos se dividen en tres grupos con respecto al significado de palabra de Cristo en Colosenses 3:16. Algunos, como Warren Wiersbe, interpretan que la expresión significa la Palabra de Dios: "La Palabra transformará nuestras vidas si tan sólo permitimos que "more" ricamente en nosotros. La palabra morar significa "sentirse como en casa". Si hemos experimentado la gracia y la paz de Cristo, entonces la Palabra de Cristo se sentirá como en casa, en nuestros corazones. Descubriremos lo rica que es la Palabra con tesoros espirituales que dan valor a nuestras vidas" (The Bible Exposition Commentary, Vol. 2, Victor Books, 1996, p. 139-140 − Solo disponible en inglés).

Otros creen que la palabra de Cristo se refiere a las palabras reales que Jesucristo pronunció: Sus enseñanzas y mensajes que salieron directamente de su boca o fueron pronunciados por el Espíritu de Cristo. Un tercer bando propone que la palabra de Cristo se refiere al mensaje sobre Jesucristo: "la palabra verdadera del evangelio" (Colosenses 1:5; Efesios 1:13), "la palabra del evangelio" (Hechos 15:7) o "la palabra del Señor" (ver 1 Tesalonicenses 1:8; 2 Tesalonicenses 3:1; Hechos 8:25).

Ninguna de estas interpretaciones entra en conflicto con las demás. Las palabras que pronunció Jesús, Dios Hijo, le fueron dadas por Dios Padre. Jesús dijo a Sus discípulos: "Y recuerden, mis palabras no son mías; lo que les hablo proviene del Padre, quien me envió" (Juan 14:24). Jesús y el Padre son uno (Juan 10:30; 17:11); por lo tanto, la palabra de Cristo es la Palabra de Dios. Del mismo modo, el mensaje del Evangelio es la Palabra de Dios (Marcos 1:14; 1 Pedro 1:25).

Antes, en su saludo, Pablo testificó que "la palabra de verdad" o "el Evangelio", que los colosenses habían recibido, estaba "dando fruto y creciendo" desde el día en que escucharon y comprendieron por primera vez "la gracia de Dios en verdad" (Colosenses 1:5-6). La santidad y la unidad, tanto individualmente como en el cuerpo de Cristo, se cultivan cuando dejamos que la palabra de Cristo haga su morada en nosotros —cuando damos a la verdad de la palabra de Dios un espacio amplio y cómodo en nuestros corazones y vidas mediante enseñanzas y estudios bíblicos, aconsejándonos unos a otros con su sabiduría, cantando salmos, himnos y cánticos espirituales (Colosenses 3:16), y meditando en ella día y noche (Salmo 1:1-2).

Otra forma en la que podríamos entender la palabra de Cristo es como la totalidad de la doctrina cristiana, o el evangelio en su sentido más amplio, tal y como lo presentan Jesucristo y el Espíritu de Cristo. Pablo aclaró: "Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre" (Gálatas 1:11; ver también Hebreos 2:3; 1 Corintios 7:10). El evangelio que Pablo predicaba era la palabra de Cristo entregada por el Espíritu de Cristo.

La Palabra de Dios está destinada a impregnar nuestras vidas tan profundamente que tome residencia permanente. Esta llenura permanente es posible gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros, que nos recuerda todo lo que Jesús dijo e hizo (Juan 14:26; 16:13). A medida que dejamos que la palabra de Cristo habite ricamente en nosotros y somos llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18-20), nos convertimos en representantes vivos del Señor Jesucristo para gloria de Dios en todo lo que decimos y hacemos (ver Colosenses 3:17, 23; 1 Corintios 10:31; Romanos 8:11; 2 Corintios 6:16). La vida de un creyente nacido de nuevo, plenamente sometida a Dios y ocupada por Cristo, "durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios... Y esta palabra es el mensaje de la Buena Noticia que se les ha predicado" (1 Pedro 1:23-25, NTV).

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