Pregunta: ¿Cuál es el significado de la Parábola de la Fiesta de Bodas?
Respuesta:
Jesús contó la Parábola de la Fiesta de Bodas en Mateo 22:1-14. Esta parábola es similar en algunos aspectos a la Parábola de la Gran Cena (Lucas 14:15-24), pero la ocasión es diferente y tiene algunas distinciones importantes. Para entender mejor el contexto de esta historia, es importante conocer algunos datos básicos sobre las bodas en tiempos de Jesús.
En la sociedad judía, los padres de los prometidos generalmente redactaban el contrato matrimonial. Los novios se encontrarían, tal vez por primera vez, cuando este contrato se firmaba. La pareja se consideraba casada en este punto, pero se separarían hasta el momento real de la ceremonia. La novia permanecería con sus padres, y el novio se iría para preparar su hogar. Esto podría tomar bastante tiempo. Cuando todo estuviera listo en la casa, el novio volvería por su novia sin previo aviso. Entonces se llevaría a cabo la ceremonia matrimonial y seguiría el banquete de la boda.
El banquete de bodas era una de las ocasiones más alegres en la vida judía y podía durar hasta una semana. En su parábola, Jesús compara el cielo con un banquete de boda que un rey había preparado para su hijo (Mateo 22:2). Muchas personas habían sido invitadas, pero cuando llegó el momento del banquete y la mesa estaba puesta, los invitados se negaron a venir (versículos 4-5). De hecho, los sirvientes del rey que llevaron el alegre mensaje fueron maltratados e incluso asesinados (versículo 6).
El rey, enfurecido por la respuesta de los que habían sido invitados, envió a su ejército para vengar la muerte de sus sirvientes (versículo 7). Luego envió invitaciones a cualquiera que sus siervos pudieran encontrar, de manera que el lugar se llenó (versículos 8-10).
Durante la fiesta, el rey notó a un hombre "que no llevaba ropa de boda" (versículo 11). Cuando se le preguntó cómo había llegado allí sin el atuendo proporcionado, el hombre no tenía respuesta y fue expulsado de inmediato de la fiesta a "las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (versos 12-13). Jesús concluye la parábola con esta declaración: "Porque muchos son llamados, y pocos escogidos" (versículo 14).
El rey es Dios Padre, y el hijo que se honra en el banquete es Jesucristo, quien "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (Juan 1:11). Israel tenía la invitación al reino, pero cuando llegó el momento en realidad, para que el reino se manifestara (cf. Mateo 3:1), se negaron a creerlo. Muchos profetas, incluido Juan el Bautista, habían sido asesinados (Mateo 14:10). La represalia del rey contra los asesinos se puede interpretar como una profecía de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. a manos de los romanos (cfr. Lucas 21:5). En un sentido más amplio, la venganza del rey habla de la desolación que se menciona en el libro de Apocalipsis. Dios es paciente, pero no tolerará la maldad para siempre (Abdías 1:15). Su juicio caerá sobre aquellos que rechacen Su oferta de salvación. Considerando lo que costó esta salvación a Jesús, ¿no es este juicio bien merecido (ver Hebreos 10:29-31)?
Observemos que no es porque los invitados no pudieran venir a la fiesta de bodas, sino que no quisieron (cf. Lucas 13:34). Todos tenían una excusa. ¿No es trágico, y cuánto dice de la naturaleza humana, que se nos ofrezcan las bendiciones de Dios y se las rechace por el atractivo de las cosas mundanas?
La invitación a la boda se extiende a todos y cada uno, completos extraños, tanto buenos como malos. Esto se refiere al evangelio que se lleva a los gentiles. Esta porción de la parábola es un presagio del rechazo de los judíos al evangelio en Hechos 13. Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Pisidia, donde los líderes judíos se opusieron fuertemente a ellos. Las palabras del apóstol se hacen eco de la apreciación del rey de que los invitados a la boda "no eran dignos": "A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles" (Hechos 13:46). Jesús enseñó que el mensaje del evangelio estaría al alcance de todos.
La cuestión del traje de boda es instructiva. Sería un grave insulto contra el rey negarse a llevar el vestido que se había proporcionado a los invitados. El hombre que fue sorprendido usando su ropa vieja aprendió cuán ofensiva era cuando fue excluido de la celebración.
Esta era la forma en que Jesús enseñó la insuficiencia de la justicia propia. Desde el principio, Dios ha proporcionado una "cobertura" para nuestro pecado. Insistir en cubrirnos a nosotros mismos es estar vestido de "trapos de inmundicia" (Isaías 64:6). Adán y Eva trataron de cubrir su vergüenza, pero encontraron que sus hojas de higuera eran ridículamente insuficientes. Dios les quitó sus ropas hechas a mano y las reemplazó con pieles de animales (sacrificados) (Génesis 3:7, 21). En el libro de Apocalipsis, vemos a los que están en el cielo vistiendo "vestiduras blancas" (Apocalipsis 7:9), y aprendemos que la blancura de las vestiduras se debe a que han sido lavadas en la sangre del Cordero (versículo 14). Confiamos en la justicia de Dios, no en la nuestra (Filipenses 3:9).
Así como el rey proporcionó las vestimentas de la boda para sus invitados, Dios proporciona la salvación para la humanidad. Nuestra vestimenta de boda es la justicia de Cristo, y a menos que la tengamos, nos perderemos la fiesta de bodas. Cuando las religiones del mundo se reducen a sus principios básicos, o bien encontramos al hombre abriéndose camino hacia Dios, o bien encontramos la cruz de Cristo. La cruz es el único camino hacia la salvación (Juan 14:6).
Por su crimen contra el rey, el invitado mal vestido es arrojado a las tinieblas. Por sus delitos contra Dios, habrá muchos que serán relegados a las "tinieblas de afuera" - existencia sin Dios por toda la eternidad. Cristo concluye la parábola con el triste hecho de que "muchos son llamados, pero pocos escogidos". En otras palabras, muchas personas escuchan el llamado de Dios, pero solo unas pocas lo atienden.
Para resumir el punto de la Parábola de la Fiesta de Bodas, Dios envió a Su Hijo al mundo, y las mismas personas que deberían haber celebrado Su venida lo rechazaron, trayendo juicio sobre sí mismos. Como resultado, el reino del cielo fue abierto a cualquier persona que está dispuesta a dejar de lado su propia justicia y por la fe aceptar la justicia que Dios ofrece en Cristo. Aquellos que desprecien el don de la salvación y se aferren, en cambio, a sus propias "buenas" obras pasarán la eternidad en el infierno.
Los fariseos pretenciosos que escucharon esta parábola no perdieron de vista el argumento de Jesús. En el versículo siguiente, "Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra" (Mateo 22:15). La Parábola de la Fiesta de Bodas también es una advertencia para nosotros, para asegurarnos de que confiamos en la provisión de Dios de salvación, y no en nuestras propias buenas obras o servicio religioso.