Pregunta: ¿Cuál es el significado de la Parábola de la Higuera?
Respuesta:
Jesús contó la Parábola de la Higuera—Lucas 13:6-9—inmediatamente después de recordar a Sus oyentes de una torre sobre el estanque de Siloé (Juan 9:7) que inesperadamente cayó y mató a dieciocho personas. La moraleja de esa historia se encuentra en Lucas 13:3: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Para reiterar esta moraleja, Jesús cuenta la historia de la higuera, el dueño de la viña y el viñador que cuidaba de la viña.
Los tres personajes en la historia tienen un claro significado simbólico. El dueño de la viña representa a Dios, quien espera con justicia ver fruto en su árbol y quien decide justamente destruirlo cuando no encuentra ninguno. El viñador, o cuidador de la viña que cuida de los árboles, regándolos y fertilizándolos para llevarlos a su plenitud de fructificación, representa a Jesús, que alimenta a Su pueblo y les da agua viva. El árbol en sí tiene dos significados simbólicos: la nación de Israel y el individuo.
A medida que la historia se desarrolla, vemos al dueño de la viña expresar su decepción con el árbol sin frutos. Ha buscado fruto durante tres años en este árbol, pero no ha encontrado ninguno. El período de tres años es significativo porque durante tres años Juan el Bautista y Jesús habían estado predicando el mensaje del arrepentimiento a lo largo de Israel. Pero los frutos del arrepentimiento no se producían. Juan el Bautista advirtió al pueblo sobre la llegada del Mesías y les dijo que produjeran frutos dignos de arrepentimiento porque ya se había puesto el hacha en la raíz del árbol (Lucas 3:8-9). Sin embargo, los judíos se ofendieron con la idea de que necesitaban arrepentirse, y rechazaron a su Mesías porque Él les exigía arrepentimiento. Después de todo, tenían la revelación de Dios, los profetas, las Escrituras, los pactos y la adopción (Romanos 9:4-5). Lo tenían todo, pero ya eran apóstatas. Habían abandonado la fe verdadera y al verdadero y vivo Dios y habían creado un sistema de justicia basado en obras que era una abominación para Dios. Él, como dueño de la viña, estaba perfectamente justificado en derribar el árbol que no tenía fruto. El hacha del Señor ya estaba posada sobre la raíz del árbol, y estaba lista para caer.
Ahora bien, vemos al viñador rogando aquí por un poco más de tiempo. Faltaban unos meses para la crucifixión, y vendrían más milagros, especialmente el increíble milagro de la resurrección de Lázaro de entre los muertos, que asombraría a muchos y quizás haría que los judíos se arrepintieran. Resultó que Israel como nación aún no creía, pero ciertamente lo hicieron las personas (Juan 12:10-11). El compasivo viñador intercede por más tiempo para regar y fertilizar el árbol sin frutos, y el bondadoso Señor de la viña se muestra paciente.
La lección para el individuo es que el tiempo prestado no es permanente. La paciencia de Dios tiene un límite. En la parábola, el dueño de la viña concede otro año de vida al árbol. De la misma manera, Dios en Su misericordia nos concede otro día, otra hora, otro respiro. Cristo está en la puerta del corazón de cada hombre, tocando y buscando entrar y exigiendo arrepentimiento del pecado. Pero si no hay fruto, no hay arrepentimiento, Su paciencia llegará a su fin, y el individuo sin frutos y que no se ha arrepentido será cortado. Todos vivimos con tiempo prestado; el juicio está cerca. Por eso el profeta Isaías escribió: "Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca. Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar." (Isaías 55:6-7).