Pregunta: ¿Qué significa que Dios puso palabras en tu boca (Isaías 59:21)?
Respuesta:
Hay varios modismos modernos que proceden de pasajes de la Biblia. Una de ellas es poner palabras en boca de alguien, y proviene de Isaías 59:21 (ver también 2 Samuel 14:3). En Isaías, el Señor dice: ""Mi Espíritu que está sobre ti, y Mis palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la descendencia de tu descendencia", dice el Señor, "desde ahora y para siempre"" (NBLA). La promesa de Dios de poner palabras en boca de Sus hijos significa que ellos conocerán la Palabra de Dios y hablarán de ella.
Isaías 59 es un hermoso pasaje de esperanza que comienza con un lamento por las condiciones actuales a causa del pecado y la separación del pueblo de Dios (Isaías 59:1-16). Sin embargo, Dios resuelve personalmente la situación (Isaías 59:16-21), y explica que como parte de la solución puso palabras "en tu boca" (Isaías 59:21).
Dios es capaz de salvar y rápido para escuchar (Isaías 59:1), sin embargo, debido a que el pueblo de Israel había violado el pacto que Dios había hecho con ellos a través de Moisés, la nación estaba separada de Él hasta el punto de que Él elegiría no escuchar sus peticiones (Isaías 59:2). Dios no estaba dando la espalda al pueblo sin advertirle: se lo había dicho claramente y los había preparado para las consecuencias si rompían Su pacto (ver Deuteronomio 28-30, por ejemplo). Debido a que el pueblo lo había abandonado, estaban experimentando esas consecuencias. Y, sin embargo, incluso en el juicio de Dios, estaba la bendición prometida de que Él pondría palabras "en tu boca" (Isaías 59:21).
En Isaías 59:3-8 se presenta la horrible lista de faltas específicas y acusaciones contra el pueblo, demostrando claramente que se habían ganado las consecuencias. Pero en Isaías 59:9-15 hay un reconocimiento colectivo de ese pecado y un reconocimiento de que Dios no estaba complacido con su comportamiento. Dios podría haber juzgado al pueblo sin misericordia alguna. Sin embargo, incluso en Su juicio vemos que actúa Su gracia.
No había nadie en el pueblo que pudiera salvarlo de su pecado (Isaías 59:16), así que Dios mismo cumplió esa tarea, aunque Él es el Juez poderoso y justo (Isaías 59:17-19). El Redentor vendría a Sión (Isaías 59:20). En otro lugar, encontramos que parte de esta promesa redentora incluía un nuevo pacto que Dios haría con el pueblo de Israel (Jeremías 31:31-40), y como parte de ese pacto Dios escribiría Su ley en los corazones del pueblo, en vez de en tablas de piedra. Ya no habría necesidad de pactos condicionales ni de códigos éticos para ilustrar Su santidad y la necesidad de santidad del pueblo; Él se los proporcionaría directamente, ya que todos lo conocerían (Jeremías 31:34).
En el versículo final de Isaías 59, Dios se refiere al Nuevo Pacto, dirigiéndose al pueblo y recordándoles que Su Espíritu estaría dentro de ellos y que pondría Sus palabras en sus bocas (Isaías 59:21). El Espíritu y las palabras de Dios permanecerían para siempre. Esas dos grandes bendiciones no dependerían de las propias acciones del pueblo, sino que se basarían en la misericordia y la gracia de Dios: no se apartarían de su descendencia ni de la descendencia de su descendencia. En otras palabras, una vez que esas bendiciones fueran dadas—cuando el Nuevo Pacto sea cumplido cuando Jesús regrese para instalar Su reino (Apocalipsis 20)—ellas nunca terminarían.
Aunque esta promesa específica de redención es para el pueblo de Israel como parte del plan previsto por Dios para cumplir Sus promesas del pacto con Abraham (Génesis 12:2-3), Dios también prometió que traería bendiciones incluso a aquellos que no pertenecían al linaje físico de Abraham (Génesis 12:3b). De hecho, descubrimos que Dios trae redención y salvación a personas de toda nación, tribu, pueblo y lengua (Apocalipsis 7:9). Así que cuando leemos acerca de Su misericordia y gracia prometidas a Israel, y esperamos que Él cumpla esas promesas literal y específicamente, también podemos recordar que Él prometió bendiciones para todas las familias de la tierra, y podemos regocijarnos de que Él ama a todo el mundo y ha provisto el camino—a través del Mesías de Israel—para que todos tengamos paz con Dios y vida eterna.
